25 noviembre, 2020
Miles de adolescentes y jóvenes interrumpen su trayectoria educativa por un embarazo no planeado. La escuela no solo debe ser el espacio para que ellas construyan su propio proyecto de vida, sino también donde cuenten con educación sexual para vivir su sexualidad sin tener que interrumpir su trayectoria educativa
Por Sonia del Valle* Tw: @lamalaeducacion / MUxED
El 30 por ciento de las estudiantes de bachillerato que deja la escuela lo hace porque están embarazadas, pero de ellas, 5 de cada 10 considera que debieron seguir estudiando para realizar su proyecto de vida y, sin embargo, a muy pocas se les brinda esa posibilidad. ¿Por qué nos hemos acostumbrado a ver sueños y proyectos de vida de miles, quizá millones de mujeres truncos?
México es el país de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) con el mayor número de embarazos de adolescentes y jóvenes. Cada año alrededor de 340 mil mujeres menores de 19 años dan a luz. Es decir, cada hora 39 niñas y adolescentes se convierten en madres, muchas de ellas dejan la escuela y tienen complicaciones de salud derivadas de su embarazo temprano. Y esto ¿nos parece normal?
Cuando una conversa con las adolescentes embarazadas se da cuenta no solo que les faltaron conocimientos, información, sino opciones e instituciones que las apoyen.
Conocí a Fernanda por casualidad. Su historia es la de muchas: le creyó al muchacho de la escuela, tenía poca información sobre métodos anticonceptivos, educación sexual y quedó embarazada. Y por supuesto, muy rápido, antes de que naciera la bebé, se dio cuenta que el príncipe azul, no existe.
El joven se esfumó. Tampoco nadie le explicó cómo se usan y para qué, los métodos anticonceptivos como los condones, pero tampoco nadie le explicó de qué se trata eso de dejar embarazada a una mujer, tener un hijo y hacerse responsable de esa nueva vida. Por tanto, Fernanda quedó embarazada a los 15 años con un bebé a punto de nacer, y sin dinero.
El embarazo adolescente ocurre en niñas y adolescentes que tienen entre 10 y 19 años.
Aunque existen pocos datos oficiales sobre el número de embarazos de las niñas que tienen entre 10 y 12 años, en la mayoría de los casos, el embarazo temprano afecta la trayectoria educativa de las adolescentes y jóvenes; pone en riesgo su vida y su salud, y es un obstáculo para su desarrollo psicosocial.
El embarazo temprano se asocia a enfermedades ligadas con la maternidad y la muerte materna, sobre todo porque el cuerpo de las adolescentes no está completamente desarrollado para la maternidad. A menor edad de la madre, menor su nivel de escolarización alcanzado, menor es el periodo de gestación de su hijo o hija, menor su peso al nacer y peor su estado de nutrición durante sus primeros años de vida.
La historia de Fernanda se puede contar aludiendo a las estadísticas del embarazo adolescente en México. Su hija es uno de los cinco nacimientos de adolescentes menores de 18 años. Ella forma parte del 40 por ciento de los embarazos adolescentes en condiciones de pobreza que ni siquiera pensó en tener un hijo a los 15 años. También forma parte del 53 por ciento de las adolescentes que sabe que la escuela podría hacer mucho más para proporcionarles información sobre educación sexual.
Fernanda asegura que no tuvo acceso a la educación sexual integral, ni a métodos anticonceptivos, por supuesto nadie le comentó sobre las opciones para interrumpir el embarazo de forma segura en la Ciudad de México y, después de quedarse sola con un bebé que mantener, su autoestima era baja y tenía pobres perspectivas de futuro.
Las decisiones de las adolescentes sobre cuándo iniciar su actividad sexual, casarse o vivir en pareja, así como el uso de anticonceptivos, tienen un impacto significativo en sus vidas. Independientemente de su situación civil, las adolescentes tienen carencias sobre su salud sexual y reproductiva, y muchas veces no cuentan con información suficiente y confiable sobre los servicios necesarios para ejercer sus derechos sexuales y reproductivos.
Desde la Campaña #YoTambienMeQuedo en la Escuela, en MUxED estamos convencidas que las adolescentes y jóvenes como Fernanda tienen derecho a vivir su sexualidad y tomar decisiones informadas para no interrumpir su trayectoria educativa. Por eso, es momento de revertir la reticencia institucional, tanto de la sociedad como de las familias, para reconocer que muchas adolescentes son personas sexualmente activas y deberían contar con métodos de planificación familiar y prácticas sexuales seguras.
También es momento de tomarnos en serio la educación sexual en las escuelas para evitar el abandono escolar relacionado con los embarazos tempranos, porque las adolescentes con baja escolaridad tienen cinco o más posibilidades de ser madres que aquellas con mayor educación formal, lo que además reproduce la pobreza inter-generacionalmente. La evidencia también sugiere que los programas de educación sexual integral basados en derechos y con enfoque de género conducen a una mayor igualdad de género.
En lo que sí es diferente Fernanda, a muchas adolescentes y jóvenes, es que ella contó con muchos apoyos institucionales y de personas para seguir estudiando. Ella es una de las alumnas que hace cinco años optó por el programa de educación dual, comenzó a trabajar y estudiar, y hoy tiene cinco años trabajando en la empresa donde hizo sus prácticas.
La prevención y reducción del embarazo en las adolescentes garantiza mejores trayectorias educativas, mejora su salud, su desarrollo personal y el bienestar de sus comunidades y la sociedad. Las adolescentes tienen el derecho de seguir en la escuela y el Estado debe garantizar que ninguna adolescente se quede atrás. Pero también tienen derecho a contar con apoyos para seguir construyendo su historia de vida junto a sus hijos o hijas.
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*La autora es integrante de la Red MUxED, periodista especializada en política educativa, maestra en periodismo político y comunicación educativa. Es una de las coordinadoras de la campaña #YoTambiénMeQuedo en la Escuela.
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