El presidente López Obrador envió desde palacio nacional un “afectuoso abrazo” a las madres mexicanas, en especial a las indígenas. Pero otra vez, omitió hablar de las madres que buscan a sus desaparecidos, que este 10 de mayo, como desde hace doce años, tomaron las calles de paseo de la Reforma. Tampoco se vio a la sociedad acompañando la marcha
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- La jornada fue convocada por diversos colectivos de madres y familias que buscan a sus hijos e hijas desaparecidas. Como cada año, desde 2012, el recorrido inició en el monumento a la madre, de ahí, caminaron hacia el Ángel de la Independencia.
“10 de mayo no es de fiesta, es de lucha y de protesta”, gritaban.
Las consignas de dolor retumbaban en Paseo de la Reforma: “¿Por qué los buscamos?, porque los amamos. ¿Dónde están, nuestros hijos dónde están?.”
En la XII marcha de la Dignidad Nacional se honró la memoria de Teresa Magueyal, madre buscadora de la organización civil “Una promesa por cumplir». A Teresa la asesinaron en Celaya hace apenas unos días, el martes 2 de mayo.
Ante una sociedad cada vez más indiferente a las desapariciones, las madres buscadoras caminaron con gorras, sombrillas y carteles. Reclamaron que no las maten, pues ellas siguen haciendo el trabajo que debería hacer el Estado: buscar a quienes faltan.
Teresa Magueyal es la sexta madre buscadora asesinada desde enero de 2022. Las otras son: Rosario Lilián Rodríguez Barraza y Blanca Esmeralda Gallardo, asesinadas en octubre de 2022 en Sinaloa y Puebla, respectivamente; María del Carmen Vázquez, asesinada en noviembre del mismo año en Guanajuato; Ana Luisa Garduño, asesinada en Temixco Morelos; y Gladys Aranza Ramos, asesinada en Guaymas, Sonora.
Estamos en la rayita, a nadie le importa si nos matan. Nos quitan el miedo. No sentimos miedo de morir; pero lo que nos preocupa es pensar en quién los va a buscar si nos pasa algo, porque las que no dejamos de buscar somos las mamás”, declara Febe, de Familias Unidas por nuestros desaparecidos en Jalisco (Fundej).
“Queremos una respuesta, no queremos a más mamás viniendo aquí a gritar, a alzar la voz porque nuestros hijos no están presentes. Quiero decirle al presidente que no se equivoque, que si quiere saber cómo estamos viviendo el México real, que nos llame a todas las madres que estamos hoy aquí para decírselo. Él dice que todo está bien porque en su casa todo está bien. Nosotras no contamos para él, no somos sus ciudadanas. Estamos en un total desamparo, pero aún así, con lo que nos queda de vida, vamos a seguir buscando”, declaró María Herrera, la mujer que busca a sus cuatro hijos que se ha convertido en un emblema de las madres buscadoras.
La incapacidad del Estado para garantizar la seguridad pública es la causa de que en México existan 112 mil 264 personas desaparecidas y no localizadas. Estas cifras son de la Comisión Nacional de Búsqueda.
Las buscadoras toman las calles y llenan los espacios de memoria y dignidad. En este otro 10 de mayo, marchan con el paso cansado, pero con el corazón que exige justicia a los gobernantes.
Las madres buscadoras toman las calles y llenan los espacios de memoria y dignidad. En este otro 10 de mayo, marchan con el paso cansado, ante la falta de respuestas del gobierno.
“Las autoridades no han hecho un trabajo real para poder enfrentar esta situación. Las personas siguen desapareciendo, y no se detiene”, dijo a Pie de Página Martha Alicia Miranda quien busca a su hijo Javier de Jesús González Miranda desaparecido en Veracruz el 28 de julio de 2020.
En Jalisco, la situación de personas desaparecidas es tan grave que hay entre 16 y 20 colectivos en ese estado. Febe es mamá de Charly, quien desapareció el primero de mayo de 2019 y de Jonathan, desaparecido recientemente, el 29 de marzo de 2023.
Yo no sabía lo que era un levantado, ahora tengo dos. A Jonathan se lo llevaron frente a sus tres hijos al salir de la escuela, todavía traigo en la cabeza los gritos de la niña cuando llegó a decirme: Me robaron a mi papá, me lo robaron”.
La madre cuenta que cuando su segundo hijo desapareció, en un inicio se sentía fuerte porque ya sabía qué puertas tocar, a quién dirigirse, qué hacer. Pero eso de nada sirvió.
Ahora me siento terriblemente herida. El dolor de mi primer hijo todavía no sanaba y ahora me arrebatan a otro. Tengo miedo. No quiero salir. No quiero ver a nadie. Nadie tendría que saber por experiencia propia qué debe hacerse cuando desaparece otro hijo. Suficiente es con uno, pero la situación en algunos estados es tan grave que tenemos que enfrentarnos a este dolor una y otra vez”.
La gente en Reforma veía a estas mujeres y familias gritando su dolor y se preguntaba con sorpresa ¿quiénes son?. Pareciera que en esta ciudad no se ha enterado que las madres que buscan a sus desaparecidos llevan doce años marchando cada 10 de mayo para reclamar lo mismo. Muchas de ellas pidieron un poquito más de empatía de la sociedad.
“Este es un grito más a la sociedad para que sepan que nosotras no tenemos nada que festejar”, decían las madres, ante el silencio de los expectadores.
“A quienes están en sus casas, creyendo que por algo nos pasó lo que nos pasó, les digo que se quiten esa idea de sus cabezas porque esta situación que estamos viviendo les puede alcanzar a cualquiera”, reclamaban.
Pero su grito hizo muy poco eco en un gobierno y una sociedad que no quiere ver que en México hay otro 10 de mayo que se vive en soledad. El de las madres que celebran luchando, y que cargan el rostro de sus hijos e hijas ausentes.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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