En un país como México —donde cada día hay hechos violentos, apremiantes o críticos— resulta prácticamente un lujo hablar de derechos sexuales, y aún más: del derecho al placer
Este 8 de agosto se festejó el Día Internacional del Orgasmo Femenino. Hace cincuenta años nadie se hubiese atrevido siquiera a mencionar el tema.
En los últimos veinte años, tanto el movimiento LGBT+ como el feminista y el gremio sexológico han colocado varios temas en la agenda pública: derechos de la comunidad LGBT+, interrupción legal del embarazo, violencia sexual, métodos anticonceptivos y el extenso abanico de los derechos sexuales, entre ellos, el derecho al placer.
Esto incluye por supuesto, al orgasmo femenino. Si pudiésemos hacer un diccionario sobre los misterios de la sexualidad femenina, habría un apartado especial para el orgasmo fingido, pero… ¿por qué?
Aquí algunas respuestas: para complacer al otro/a, para que no se dé cuenta de que no siento nada, por miedo a manifestar abiertamente mis deseos, por temor a la violencia o represalia por parte de la pareja, entre otras muchas razones.
Fingir un orgasmo forma parte de una cultura que nos ha negado el conocimiento de nuestro propio cuerpo y la autonomía en nuestras decisiones sexuales. Pero esto ha cambiado en las últimas décadas y puede seguir por ese camino si continuamos la intensa lucha por recuperar nuestro primer territorio, quizá el único: nuestro cuerpo.
El imaginario que nos limita está plagado de frases como: “Cierra las piernas”, “¡Niña! ¡No te toques ahí”, “No te subas a los árboles”, “Siéntate bien”, y un largo y tortuoso etcétera.
Mientras a los chicos se les educa para explorar y conocer su pene —y hasta ponerle un nombre propio— a las mujeres se nos ha negado el conocimiento de nuestro cuerpo, en particular de nuestros órganos sexuales, tanto internos como externos.
Es bien sabido que las incipientes clases de educación sexual en algunas escuelas centran la información en procesos como la menstruación y en el mejor de los casos, en la difusión de metodologías anticonceptivas.
Ha sido en los espacios feministas donde se han puesto al descubierto la premisa clave: mi cuerpo es mío. ¿Cómo? Comenzando con el reconocimiento y apropiación de estos territorios negados.
Verdaderas expediciones han sido poner al descubierto ideas que simplemente ya no sirven para entender la sexualidad humana, y aún más: el erotismo de las mujeres.
Desde hace varias décadas han sido las feministas y las/los sexólogos quienes han impulsado la educación sexual desde un enfoque integral. Así han desprendiendo una a una las etiquetas prejuiciosas sobre la sexualidad de las mujeres.
Recuerdo que en uno de los talleres feministas a los que asistí hace 5 años, tuvimos una clase de anatomía femenina con la participación de una compañera que se ofreció -con la guía de una ginecóloga feminista- como voluntaria para mostrarnos cómo se hacía la exploración mamaria, el papanicolau e incluso aspectos relevantes de cuidados ginecológico e higiene de vulva y vagina.
Definitivamente fue un momento donde el aprendizaje de la sexología y el feminismo se encontraban, literalmente, al descubierto y más allá de toda definición teórica.
Nos contaban de la existencia de otras comunidades donde las mujeres trabajaban estos temas inspiradas en el aprendizaje significativo y la educación popular muy en auge en los años 60 y 70, con el legado de Paulo Freire. La pedagogía feminista hacía su aparición con adaptaciones tan necesarias como asombrosas.
Durante los últimos treinta años se han puesto sobre la mesa temas como el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, el derecho a información científica sobre sexualidad, la interrupción legal del embarazo, la prevención del VIH y el pleno ejercicio de los derechos sexuales desde un marco ético.
Esto incluye la difusión de conocimientos sobre anatomía, sexualidad, erotismo, sexo protegido y libertad reproductiva.
Por supuesto hay un apartado específico para el placer. Hoy día disponemos de un extenso material bibliográfico producido por organizaciones como Mexfam y para quien quiera saber más, resulta altamente recomendable visitar los sitios: Pussypedia, Los Placeres de Lola, el divertido video Viva la Vulva, así como la librería especializada en sexualidad el Armario Abierto y algunos materiales del Conapred sobre diversidad sexual.
Pero más allá de la historia, la anatomía y la genealogía, acá algunos de los beneficios del orgasmo femenino:
Como diría David Barrios —uno de los sexólogos más reconocidos en México— el orgasmo es de quien lo trabaja. Así que, para lograrlo, habrá que emprender un viaje de autoconocimento, libertad y ética por las múltiples posibilidades del erotismo femenino.
Adoptar esta actitud forma parte de lo que algunos estudiosos llaman ciudadanía sexual. Se trata de un concepto que incide no solo en el marco ético de los derechos sexuales y reproductivos, sino en la importancia de colocar estos temas en la política pública, los medios y la discusión global sobre las libertades y los derechos de las mujeres. Seamos, pues, ciudadanas y ciudadanos sexuales.
Viva la vulva:
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Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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