En el 213 aniversario del natalicio de Benito Juárez, personaje destacado por la llamada «Cuarta Transformación», la casa donde vivió este héroe nacional y el espacio donde fueron promulgadas las Leyes de Reforma, se encuentran prácticamente abandonados, custodiados por sus leales guardianes anónimos
Texto e imágenes: Félix Márquez
El Museo Recinto de la Reforma fue construido entre los siglos XVI y XVII, para ser un convento franciscano. Ahí, entre los años de 1858 y 1860, Benito Juárez García promulgó las “Leyes de Reforma”, con las que, entre otras cosas, nacionalizó los bienes eclesiásticos y separó a la iglesia del Estado, en medio de un ambiente de violencia y lucha sangrienta.
En el convulso año de 1968, el espacio fue restaurado y vendido a particulares casi en su totalidad. Sólo sobrevivió el área conocida como La Capilla, ahí fueron montadas esculturas, algunos documentos y objetos para ser exhibidos.
El lugar se encuentra a unos pasos del Palacio Municipal. Por fuera, su torre y faro de estilo Toscano imponen. Por dentro, los monumentos de ocho personajes de la Reforma custodian la escultura del Benemérito de las Américas. Pero su fachada luce deteriorada, sus objetos dañados y las visitas de paseantes son prácticamente nulas.
Para don David Lagunes Munguía, este espacio desolado es su hogar. El 12 de marzo de 1964, antes de la restauración, su padre lo encerró en el recinto como castigo y pasó de ser un pastor de ovejas al encargado del lugar. Más de medio siglo después continúa tratando de mantenerlo en pie.
«Ésta es mi casa, aquí crecí y me crie, le tengo más cariño y lo cuido mucho más que algunos jefes que he tenido», dice mientras sube las escaleras de madera ya podridas y sin algunos escalones.
Lagunes ha visto desfilar gobiernos que destinan mínimos presupuestos para rehabilitar el recinto. El último, tres millones de pesos que sirvieron para pintar y repellar la fachada que hoy ya está de nuevo corroída por el salitre del mar.
Don David busca una franela en una pequeña bodega donde almacena objetos que antes eran exhibidos en el museo y que ahora comparten espacio con su cama y su estufa. La usa para limpiar un cuadro alterado por un visitante con corrector para tinta.
Pese al mínimo interés que el Recinto de la Reforma despierta en las autoridades y la sociedad, David Lagunes, como buen guardián, lo custodia día y noche.
A una cuadra del Recinto se encuentra una amplia casa palaciega que se ha ido cayendo a pedazos. Los historiadores aseguran que ahí vivió Benito Juárez y se redactaron las Leyes de Reforma.
Al igual que en el museo, un vigilante resguarda el sitio porque desde años atrás el edificio ha sido guarida de personas en situación de calle y asaltantes.
En 2013, autoridades pretendieron restaurarlo con una inversión de 5 de millones, pero seis años después continúa en completo abandono.
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Fotógrafo independiente, enfocado en la cobertura de la violencia en México, los conflictos sociales, la infancia y los derechos humanos en Latinoamérica. Colaborador de diversos medios y plataformas nacionales e internacionales.
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