15 diciembre, 2022
Un mechón de cabellos arrancados es clave en la desaparición de Noemí. Pero las autoridades de Perote, Veracruz, y de Ciudad de México han sido omisos en esta historia llena de huellas de violencia
Twitter: @lydicar
Enfrente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, como sobre toda la avenida, hay un montón de puestos callejeros, unas lonas o mantas de plástico y vendimia, desde llaveros, hasta muñequitos cabezones. Pero éstos tienen algo particular: enfrente de cada uno hay alguna cartulina que cita el artículo 6 y el derecho a la protesta. En otros se advierte que las mujeres que están ahí pertenecen a colectivos feministas. Son mujeres de todas las edades, aunque la mayoría son mujeres que rebasan los 40 años, esa línea temporal que marca la invisibilidad.
Una de ellas lleva un megáfono e invita a todas y todos a comprar malvaviscos de café por cinco pesos, golosinas provenientes de Veracruz. Lleva una camisola a cuadros, y no para de invitar. Al acercarse a los malvaviscos veo una lona muy vieja y gastada de una joven desaparecida: Diana Noemi de Victorio Hernández, desaparecida desde el 12 de julio de 2018, en Perote, Veracruz.
Diana nació en junio de 1997, así que cuando desapareció contaba con 21 años recién cumplidos.
Me detengo a hablar con la mujer del megáfono. Así me entero de que ésta es tía de Diana Noemi. Me explica que el caso no ha avanzado gran cosa desde hace tiempo. “Nosotros venimos de Veracruz, de Xalapa, y pues quiero decirte que Veracruz es la fosa clandestina más grande de este país, hay más de 600 fosas clandestinas”, advierte. Y al pedirle que platique la historia de su sobrina, suspira y dice:
–Yo, sin temor a equivocarme, creo que detrás de la desaparición de una mujer, siempre está involucrado un hombre.
“En el caso de mi sobrina, ella conoció al tipo por Facebook”, explica. Se mensajean, platican, y un día Diana Noemi es convencida de dejar Perote e irse a vivir con él a la Ciudad de México. Todo esto, por supuesto en contra de la familia. “No funciona como es evidente”, remata.
Así que al cabo de tres o cuatro meses, Diana regresa a Perote, con su familia. Pero Alfredo (así se llama, pero la tía sólo puede darme el nombre de pila, para no violar los derechos de él, recalca con amargura) la sigue a Perote, habla con ella, la convence de que renten un cuartito en el pueblo.
“Todo esto ocurrió en un periodo de seis meses” explica la tía. Entonces, la madre de Diana Noemi nota que su hija cada vez está más retraída. Empieza a notar cambios… “¿sabes?, estos tipos tienen una capacidad increíble en ver las vulnerabilidades… porque mi sobrina tiene un problema de articulaciones en sus manos. Y esto lo hacía sentirse retraída, muy insegura…”
Diana Noemi había quedado de ir a comer un fin de semana con la familia a una reunión, pero no llegó. Lellamaron pero no contestaba. Así que su hermano y su padre fueron l cuartito que rentaban y se encontrron con el lugar revuelto y destrozado, con sangre. Así que llamaron a las autoridades, pero éstas no hicieron más.
“Mi sobrino encuentra un mechón con cabellos, todavía con pedacitos de piel, le hacen las pruebas y sí pertenecía a ella”, añade la tía.
“Siempre lo he dicho: detrás de toda desaparición de mujer hay un hombre”.
–¿Qué pasó con él?
–Está prófugo. Aunque sí se logró dar con la dirección de su casa, hablar con la familia. Pero esto que te digo es trabajo de hormiga, de la familia, no de las autoridades… La familia [de él] nos voltearon la tortilla. Dice que ella pudo haberle hecho algo a él– agrega la tía, indignada.
–¿La familia interpuso alguna denuncia por desaparición?
–Claro que no.
Miro al fondo. Un tendedero con más rostros de mujeres, niñas, hombres desaparecidos. La tía comentará algunos detalles más sobre la desaparición de su sobrina Diana Noemi. Veo el rostro de la joven, entre malvaviscos de café, en esta calle que ya prepara sus fiestas navideñas. Aquí en el ombligo de la luna, en el ombligo del país de las mil fosas.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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