México, que posee unos 11 mil kilómetros de costas al Pacífico y el Atlántico, es altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática, como sequías, tormentas intensas y subida del nivel del mar. Estos fenómenos crean desplazados climáticos internos, figura que no existe en la legislación mexicana, y que no ha originado respuesta de las autoridades
Texto: Emilio Godoy / IPS
Fotos: Especial IPS
ENSENADA, BAJA CALIFORNIA. – Una pesadilla recurrente invade el sueño de la mexicana Berenice Cardona: el mar cubre la costa de Ensenada y ahoga los barcos, los muelles, las bancas. “El mar va a subir y nos va a rebasar. Nos preocupa mucho eso”, dice la empresaria turística y pescadora deportiva a IPS.
El sueño de Cardona, una mujer delgada, morena y de mirada firme, puede materializarse si se cumplen las peores proyecciones de subida del nivel del mar en 2050 en Ensenada, un municipio de más de 443 mil 000 habitantes, en el noroccidental estado de Baja California, a unos 110 kilómetros de la frontera con Estados Unidos y 2 mil 883 kilómetros de Ciudad de México.
Cardona, cuyo padre inició el emprendimiento de la pesca deportiva y de recorridos turísticos, señala que, cuando sube la marea, el agua llega al límite con el piso, como a dos metros sobre su nivel normal.
Proyecciones de la plataforma científica no gubernamental Climate Central, con sede en la ciudad estadounidense de Princeton, alertan del avance del mar sobre la costa de Ensenada en 2030 y que se agravará en 2050.
Durante un recorrido por la franja costera del estado peninsular de Baja California, fronterizo con el de California, en Estados Unidos, IPS constató el riesgo sobre ese ecosistema, casas, negocios e infraestructura en la zona, donde la playa se sitúa a centímetros del océano Pacífico en algunos puntos.
El municipio de Ensenada vive de la pesca, el turismo y la agricultura.
“El riesgo es muy latente, pero no hay ningún plan, ninguna estrategia. Los funcionarios saben de la magnitud del problema, pero no tienen la voluntad política de inyectar recursos”.
Juan de Dios Fernández.
En la localidad balnearia, la paradoja radica en que fue ganando terreno al mar y construyendo calles, comercios y hoteles sobre la arena y ahora el océano reclama sus antiguos dominios. La crisis climática ya está en los pasillos de varias de las comunidades de su territorio municipal.
Estos fenómenos crean desplazados climáticos internos, figura que no existe en la legislación mexicana, y que no ha originado respuesta de las autoridades.
La gubernamental Administración del Sistema Portuario Nacional Ensenada opera ocho muelles para botes de pesca y turismo, otro para cruceros y el puerto mercante, uno de los más importantes del país. Ahí está instalada la compañía de Cardona.
“El agua va a llegar”, explica el periodista estadounidense Jeff Goodell en su libro “El agua vendrá” (2017), y se impondrá sobre lo que encuentre, acota su colega Heather Gies en su libro “El agua siempre gana” (2022).
Coinciden en que aunque la humanidad controle las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas causante del recalentamiento del planeta lanzado por las actividades humanas, el mar subirá y ocasionará daños severos en poblaciones costeras en todo el mundo.
México, que posee unos 11 mil kilómetros de costas al Pacífico y el Atlántico, es altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática, como sequías, tormentas intensas y subida del nivel del mar. En este último aspecto, comparte riesgos con otras naciones latinoamericanas, como Argentina, Brasil y Panamá, expuestas también a la llegada irreversible del agua.
En 2013, en su primera estimación, el gubernamental Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc) calculó que 20 % de los 2475 municipios y las alcaldías en los 32 estados mexicanos tiene una vulnerabilidad muy alta ante el cambio climático.
En ese recuento, 75 municipios presentaron vulnerabilidad muy alta y 405, alta, en 13 estados. Baja California tenía tres municipios vulnerables, entre ellos Ensenada; el también occidental Nayarit, 10, y el suroriental Tabasco, 12.
“El mar va a subir y nos va a rebasar. Nos preocupa mucho eso”.
Berenice Cardona.
En la actualización de 2018, el sureño estado de Chiapas encabezó la lista (con 24 municipios de un total de 118), seguido del suroriental Veracruz (20 de 2012), el de México (contiguo a Ciudad de México, 19 de 125) y el sureño Oaxaca (19 de 570).
En el Atlas de Vulnerabilidad de 2021, el Inecc catalogó mil 448 municipios con al menos una vulnerabilidad, 273 con tres y 83 municipios con cuatro o más.
El organismo recurrió a la identificación de seis vulnerabilidades en los asentamientos humanos: deslaves e inundaciones, incremento potencial de enfermedades transmitidas por vectores (como el dengue); ganadería y su estrés hídrico e inundaciones; y la producción forrajera y el estrés hídrico.
La amenaza sobre Ensenada no es la única existente en este país latinoamericano de unos 128 millones de habitantes, el tercero de la región por tamaño, detrás de Brasil y Argentina, y el segundo por población, a la zaga del gigante amazónico. Vastas franjas de todo México ya sufren el embate marino y otras están expuestas al arribo del agua.
A unos cientos de kilómetros al sur de Ensenada, el pueblo de Palmar de Cuautla, en el municipio de Santiago Ixcuintla, en el pequeño estado de Nayarit, ha visto el naufragio de casas, la escuela, la iglesia, arrancados de su base por el agua implacable del mar.
Juan de Dios Fernández, representante legal de la no gubernamental Federación Ribereña de Nayarit –que agrupa a 29 cooperativas de acuicultura y pesca–, lamentó la debacle del ejido de Palmar de Cuautla, uno de los tradicionales sistemas en México de reparto de tierras públicas para uso colectivo.
“A la tierra se la ha comido el mar, todo alrededor de 500 metros”, aseguró a IPS desde Tepic, la capital de Nayarit.
Más allá de los efectos de la emergencia climática, el germen de la crisis de Palmar de Cuautla yace en la decisión del gobierno, a petición de un grupo de pescadores, a inicios de los años 70, de la construcción de un canal de 40 metros de ancho y dos de profundidad para conectar el mar con el estero, un sistema de lagunas, y así fomentar la pesca.
Esos mismos pescadores y sus descendientes lloran hoy las consecuencias. De no ser por un muro de contención de piedra, la llegada del agua sería mayor.
Pero el canal amplió su anchura y profundidad. “Entra más agua a la zona. En el canal el flujo de mareas es muy fuerte y los sistemas del estuario están cada vez más azolvados (con lodos y otros materiales, que bloquean el flujo del agua). Se volvió un monstruo”, explicó Fernández.
Fundado en 1936, el ejido tiene 50 ejidatarios registrados, mientras en la localidad viven unas 2 mil 500 personas. La Sociedad Cooperativa Palmar de Cuautla, integrante de la Federación Ribereña, reúne a 190 socios.
En el estado suroriental de Tabasco, la comunidad de El Bosque, perteneciente al municipio de Centla, también desaparece entre el agua, que se ha llevado más de 20 casas y amenaza otras tantas.
A pesar de los sucesos, las autoridades han ignorado los impactos. De hecho, las consecuencias de la crisis climática, como la subida del nivel del mar, no figuran en las políticas climáticas mexicanas.
En 2022 y el primer trimestre de este año, la gubernamental Comisión Nacional de la Vivienda (Conavi) no destinó subsidios a sitios como Ensenada, Palmar de Cuautla o El Bosque.
De hecho, la Secretaría (ministerio) de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y Conavi respondieron ante preguntas de IPS que no han entregado apoyos para la reubicación de casas debido a fenómenos climáticos.
La Ley General de Cambio Climático, vigente desde 2012, estipula la formulación, conducción y evaluación de la política municipal en materia de cambio climático, así como diseñar y aplicar medidas. En ese sentido, Centla, Ensenada y Santiago Ixcuintla carecen de planes municipales.
De hecho, el Plan Municipal de Desarrollo 2021-2024 de Ensenada ignora la crisis climática en sus planteamientos.
Sin medidas de adaptación, las zonas en riesgo enfrentan un panorama inundado.
La estadounidense Climate Central augura que en 2030 varias zonas de estados como Sonora, en el noroeste del país, la franja de Palmar de Cuautla y partes de la costa de Chiapas y Oaxaca, sufrirán la embestida del océano, en tanto que en 2050 varias franjas de la costa del Caribe y el golfo de México serían perjudicadas.
El abogado Fernández cuestionó el desdén gubernamental en comunidades como la suya, Palmar de Cuautla, en la costa pacífica del municipio de Santiago Ixcuintla, con problemas parecidos a otras comunidades costeras de Nayarit.
“El riesgo es muy latente, pero no hay ningún plan, ninguna estrategia. Los funcionarios saben de la magnitud del problema, pero no tienen la voluntad política de inyectar recursos. La gente está dispuesta a reubicarse si les ofrecen una solución digna. Solo les dicen que se vayan a otro pueblo, sin ningún tipo de apoyo. Se lavan las manos”, lamentó.
Y propuso la instalación de escolleras para reducir el canal o incluso cerrarlo. “No sería una solución temporal, pero costarían mucho dinero. De eso depende de que el pueblo sobreviva. Pero si se cierra, ¿qué va a pasar con las zonas productivas que dependen del canal para la entrada de larva de camarón?”, planteó.
Por su parte, la empresaria Cardona solo atisba la línea del agua en búsqueda de respuestas, como si espantara su pesadilla. “Necesitamos hacer algo, pero no sé qué se puede hacer”, murmuró.
Este trabajo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la publicación original.
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