23 abril, 2019
La cineasta mexicana Marcela Arteaga estrena este mes su nuevo documental El guardián de la memoria: un abogado, mexicanos en exilio y recuerdos que les quedan de los hogares que dejaron
Texto: María Fernanda Ruiz
Fotografías: María Fernanda Ruiz
Al pueblo de Guadalupe de Juárez, en Chihuahua, lo vació la violencia. Sus habitantes huyeron; un día partieron sin cerrar sus casas, sin enterrar a sus muertos, y cruzaron la frontera norte para seguir vivos. Del otro lado, en el Paso Texas, un abogado tomó sus casos. Su nombre es Carlos Spector.
El 98 por ciento de las solicitudes de asilo en Estados Unidos hechas por mexicanos son rechazadas. Pero el 2 por ciento de los mexicanos que lograron tener asilo político lo consiguieron por Carlos Spector.
Carlos es un héroe, es David enfrentándose a Goliath, cuenta a Pie de Página la cineasta Marcela Arteaga.
“Cuando le dije eso a Carlos me contestó que no, que David tenía una onda y él no tiene nada. Por eso decidí contar su historia y ser una onda para él porque es uno de esos héroes que han surgido y que hay que hablar de ellos, ¿quién está haciendo lo que hace Carlos? Nadie.”
Marcela Arteaga realizó el documental El guardián de la memoria, próximo a estrenarse el próximo 28 de abril en el festival internacional de cine documental “HotDocs”, en Canadá.
El nombre de la película surge de la labor de Spector, de proteger a los sobrevivientes de la violencia en México, para resguardar la memoria de su pueblo, proteger sus derechos y mostrarlos como los testigos del genocidio que vivieron en Guadalupe, Chihuahua, donde en 2008 había 17 mil habitantes y hoy sólo quedan mil.
Para Marcela hacer memoria es una herramienta, una manera de sobrevivir y de luchar contra el olvido, para así evitar la repetición.
En el documental, Carlos identifica varios obstáculos para la protección de mexicanos en Estados Unidos.
Una de las principales causas para conseguir asilo político son las guerras civiles, ése es un argumento que usan la policía migratoria estadounidense para no dar asilo a mexicanos, porque la guerra contra el narco no es una guerra civil; otra de las razones que Carlos menciona es que los jueces migratorios son racistas o flojos. La mayoría fue policía migratorio antes que juez y su forma de pensar es racista.
En su segundo documental Marcela quiere que los exiliados mexicanos tengan más visibilidad.
“Dejan sus hogares y luego desaparecen. En México los tratan como traidores y en Estados Unidos como criminales, los encarcelan, los separan de sus hijos y los deportan. Nadie quiere saber de ellos. Dejan de existir”.
Y cita al teórico de la imagen John Berger: “Nombrar lo intolerable es en sí mismo la esperanza”.
El documental, para Marcela, debe nombrar lo que está pasando, no quedarse callado. Por ello, que la violencia en México aparezca cada vez más en el cine es una respuesta inevitable:
“Que se hagan todas las películas que tengan que haber del tema. Si esto nos ayuda a curarnos, si esto ayuda a que algo cambie, pues que haya miles. Tenemos que decir que no queremos esta violencia. Tenemos que decir basta”, explica la cineasta.
Arteaga señala que ninguno de los exiliados que aparece en su película se siente víctima, sino que son testigos.
Marcela buscó respetar el arte cinematográfico y trató de evitar que visualmente fueran solamente testimonios a cámara. Encuadró desiertos, casas abandonadas, objetos…
“En cada casa vacía, en cada objeto personal, existe una historia más grande que no se puede olvidar. Pueden vaciar los pueblos pero no podrán deshacerse ni de sus voces ni de sus memorias”, cuenta la directora, quien decidió hacer también de su filme de denuncia una búsqueda de cómo plasmar visualmente lo que habían vivido.
“Los objetos apilados, ordenados en el desierto, también es una manera de decir: a ver, lo que está sucediendo en México no es una manera aleatoria, es una cosa sistemática, y como dice Carlos, es un crimen autorizado; entonces, ¿cómo hacer que eso se vea en imagen? Acomodando, ordenando, es algo que está ordenado”, explica.
¿Cómo cambio tu vida después del documental, Marcela?
Primero fue un súper bajón darme cuenta que realmente lo que sabía sobre la violencia era cierto. Aprendí de los jóvenes en Juárez lo que dicen del miedo: “Sí tengo miedo pero no me voy a meter a mi casa, no nos podemos ni cruzar de brazos ni meternos debajo de la cama”. Conocer a los exiliados mexicanos, seres entrañables, amorosos, que tienen fe, que confían en ti, me hizo tener esperanza y decir, hay que seguir luchando.
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