El gran patriarca decidió por nosotras: las mujeres y otras personas que menstrúan continuarán pagando el impuesto discriminatorio sobre toallas sanitarias, tampones, copas menstruales, por el bienestar de las finanzas públicas que amparan y sostienen su proyecto de gobierno…
Twitter: @celiawarrior
El gran patriarca ha decidido por nosotras [una vez más]. Consciente de su papel de administrador, ha dispuesto —en contra de las exigencias de las molestas feministas— que las mujeres y otras personas que menstrúan continúen pagando el impuesto discriminatorio sobre los productos de gestión menstrual, tales como toallas sanitarias, tampones, copas menstruales, por el bienestar de las finanzas públicas que amparan y sostienen su [siempre eterno] proyecto de gobierno, tan golpeado por la imprevista pandemia.
Como mujeres y orgullosas contribuyentes tributarias podemos agradecer al gran patriarca y a la biología que, con cada menstruación, con cada compra de estos productos, nuestro sangrado literalmente alimentará y nutrirá las arcas gubernamentales. Seremos heroicas tributarias de la bendita cuarta transformación. Y, quizá —si corremos con la suerte de sobrevivir a los peligros de la pandemia por el virus, y de la otra pandemia por la violencia feminicida, y de la crisis económica, y de la crisis de los cuidados, y etcétera—, contaremos con orgullo a las próximas generaciones de menstruadoras nuestra valerosa contribución en tan determinante momento histórico.
El gran patriarca vela por el bienestar de cientos de millones [y primero los pobres]. El 51.1 por ciento de la población que menstruó, menstrúa o menstruará debería agradecer que se le permita [aquí nada de imposición, claro] demostrar su compromiso con el sistema tributario y guardarse sus exigencias de derechos.
“Por nuestra parte, no hay nada que hacer al respecto», coincidieron los diputados que integran al gran patriarca. Aunque algunas diputadas concuerden con que la aplicación del impuesto (IVA) a estos artículos de primera necesidad es discriminatoria hacia las mujeres desde su origen. [Por cierto, a estas alturas del partido, ¿cuántas consumidoras estarán informadas de que lo han pagado durante años y continuarán pagando en la cuenta de cada compra de toallas sanitarias y otros productos de gestión menstrual?] Eliminarlo es incosteable, concluyeron los representantes del gran patriarca, porque estiman que representa la recaudación de 3.5 mil millones de pesos a la administración tributaria.
No faltó el macho que nomás no va a entender la búsqueda de justicia implícita en la propuesta de eliminación del IVA a estos productos. O, qué tal la cñora que para defender su voto en contra de la iniciativa que, como ya hemos dicho, solo beneficia al gran patriarca [a.k.a. administrador del Estado], argumentó la ventaja que representaría para las empresas productoras de estos artículos [inserte emoji de payaso aquí], tremendo insulto no solo a su inteligencia, sino a la de millones de consumidoras.
Estas razones —el corto entendimiento más el evidente pacto patriarcal— deben ser las mismas por las que el decreto presidencial de austeridad, que recortó el gasto de gobierno durante 2020, no explicitó la excepción de los programas de atención a la violencia contra las mujeres y dejó, por ejemplo, sin presupuesto las Casas de la Mujer Indígena y Afroamericana, desastre que intentan subsanar en un porcentaje mínimo con fondos internacionales.
No por nada los expertos de la ONU se adelantaron desde mediados de octubre a señalar que México no puede hacer más recortes presupuestarios a servicios esenciales para mujeres, tal como plantea el proyecto de ley de presupuesto para el 2021. Consideran que de aprobarlo así implicaría de un 10 a un 20 por ciento de reducción respecto a años anteriores.
Pero, claro, esa decisión aún está en veremos y la tomarán los mismos representantes del gran patriarca que ya decidieron mantener el impuesto a los artículos de primera necesidad para todas las que no podemos evitar menstruar. Todo sea por el bien de las finanzas públicas.
Al mismo tiempo de la eliminación del impuesto discriminatorio para las mujeres y otras personas que menstrúan que decidan comprar esos productos, el feminismo debe promover alternativas a las opciones del mercado.
Una de ellas —esta sí, digna de una agenda de austeridad— es volver a usar retazos de tela para absorber la menstruación como nuestras ancestras. Hoy día hay muuuuchas feministas que fabrican toallas de tela, aunque no hay que perder de vista que esta opción implica tener acceso a y un mayor gasto de agua.
La alternativa feminista más radical es eliminar el tabú de menstruar, escurrir y manchar. Cualquiera que sea la elección, tendría que ser posibilidad justa y decisión de quienes menstruamos.
Periodista
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