En marzo acabó el decreto que ordenaba la importación de glifosato y, a pesar de que existen métodos para sustituir su uso, se volverá a permitir su llegada a México. En todo el mundo, el debate sobre su uso mantiene el mismo tenor entre las ganancias de unas cuantas empresas y la salud pública
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Archivo / Semarnat
CIUDAD DE MÉXICO.- Sus ventas a nivel mundial se están desplomando, su uso en las cosechas se cuestiona, sin embargo, el glifosato, un herbicida usado para potenciar los cultivos transgénicos acusado de producir cáncer, podría permanecer por varios años en los campos de todo el planeta.
El rumor difuminado en México para defender su uso, que más bien parece amenaza, es el mismo que se emplea en todo el mundo: Sin glifosato van no se va a poder producir alimentos suficientes para alimentar al mundo.
“Como si las empresas agroindustriales que lo producen estuvieran más preocupadas por la suficiencia alimentaria que por seguir siendo los principales vendedores de semillas y agrotóxico”, comentó hace unos días en entrevista para Pie de Página el subsecretario de agricultura y autosuficiencia alimentaria, Víctor Suárez, uno de los funcionarios que encabezó la lucha contra el uso de este herbicida en el país.
El poder económico-político-mediático-judicial de las grandes corporaciones de agrotóxicos en el mundo es muy grande, asegura el subsecretario. En el mundo son cuatro grandes corporativos los que dominan el mercado mundial de glifosato: Monsanto, propiedad de Bayer, Syngenta, Corteva y la china Sumitomo.
Estas empresas suministran 800 mil toneladas de glifosato por año a agricultores de todo el mundo, bajo la promesa de aumentar la producción y las cosechas. Su uso debe ir de la mano de la siembra de semillas de plantas genéticamente modificadas para resistir los efectos del herbicida; semillas que son vendidas también por esas empresas.
El uso del glifosato se esparció por el mundo al inicio de la década de los 70 del siglo pasado, bajo la promesa de acabar con el hambre mundial. Su uso ayudó a la propagación de los monocultivos y de las técnicas industriales de producción agrícola, asociadas con desplazamiento de poblaciones, destrucción de miles de hectáreas de selvas y bosques y con la desaparición de técnicas ancestrales de cultivo.
En las últimas décadas, este tipo de efectos y los relacionados con la salud han hecho que el herbicida pierda popularidad en el mundo. Tan solo el año pasado (2023) la empresa anunció a sus inversores que tendría una pérdida de 2 mil millones de euros derivado de la caída en ventas del agrotóxico y que ha empezado a reservar millones de dólares para pagar las decenas de miles de juicios que enfrenta por producir cáncer.
Este tipo de hechos no fueron señal para que la Unión Europea terminara con la prohibición de algunos de los usos de este herbicida. En noviembre de 2023 el Parlamento Europeo decidió entregar el permiso de uso al glifosato por 10 años más, ayudado sobre todo por una amplia gama de países que se abstuvieron de votar en el asunto, como Francia, Alemania e Italia, que gracias a ello podrán restringir ciertos usos al interior de sus fronteras.
En México, desde 2020 se implementó un decreto presidencial que terminaría gradualmente con su importación, mismo que fue ratificado en 2023, con lo que se llegó a terminar con la importación al menos durante 2023. Sin embargo, el decreto llegó a término el pasado 31 de marzo, por lo que su importación podría reanudarse.
“Ya se tomó la decisión de decir que se va a poder permitir importar de nuevo, pero aquí el problema es la demanda, que ha caído, porque la gente ya no quiere el glifosato. Hay muchas organizaciones que dicen: glifosato ni regalado, porque se han dado cuenta que envenena los suelos, envenena el agua, mata la selva, a las abejas y otros polinizadores, porque se ha encontrado cada vez en más poblaciones residuos de glifosato en sangre y en orina y entonces no solamente es la afectación a la agricultura, sino a la salud de la población”, menciona sobre su uso y la conciencia de la gente al respecto el subsecretario Suárez, quien asegura que en México ya no es necesario.
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Según datos del Sistema de información agropecuaria y pesquera de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo que cita el subsecretario Suárez, pese a la prohibición del glifosato en los últimos cinco años México logró incrementar su producción agrícola, que pasó de 286 millones de toneladas en 2018 a 299 millones en 2023.
Ante su uso, la Secretaría de Agricultura, junto con el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt) han recabado una serie de prácticas que se pueden usar como alternativas, entre ellas se encuentra la remoción mecánica con desbrozadoras (un tipo de podadora pero de nivel agrícola), o del uso del rastrojo, los restos vegetales de cosechas anteriores (hojas, tallos y ramas) que al esparcirse por el suelo tapan la luz y evita el crecimiento de hierbas diferentes al cultivo deseado.
Otra forma de sustituir su uso es la aplicación de técnicas milenarias, como el cultivo de milpa, que, además de la siembra del maíz, implementa la siembra de calabaza, cuyas grandes hojas dan sombra para que alrededor del maíz no crezcan hierbas indeseadas, o el uso de chile, que elimina cizañas u otras hierbas que crezcan alrededor de los maizales.
Además de estas técnicas, el Conahcyt ya tiene desarrollados ocho tipos de bioherbicidas, sustancias alternativas al glifosato y menos agresivas con la salud y el ambiente que ya fueron aprobados por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria y que están a punto de ser registrados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios y que según el subsecretario Suárez, podrían llegar al mercado mexicano en tres o cuatro meses.
Por su parte, Bayer-Monsanto ya anunció que tendrá un sustituto al glifosato para el 2028, según anunció el director de la farmacéutica, Bill Anderson en marzo de 2024. “Estamos probando esta nueva sustancia en plantas reales. Es la primera innovación en esta área en 30 años y nuestro objetivo es tenerla en el mercado para 2028”, dijo en una entrevista para el diario alemán Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung
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