27 diciembre, 2022
Las estrategias de los grupos del crimen organizado para posicionar el consumo de marihuana transitan entre mercados legales e ilegales, mientras que otras drogas como el fentanilo acaparan el mercado, generando violencia en los lugares de consumo y aumentando la adicción entre la población
Texto: Parker Asmann, Victoria Dittmar, Cecilia Farfán-Méndez, Michael Lettieri, y Marcos Vizcarra / Insight Crime *
Foto: Insight Crime
En 2010, la Corporación RAND afirmó que «no era controvertido» declarar que al menos el 50 por ciento de la marihuana consumida en Estados Unidos se producía en México. En ese momento, solo había 11 estados que habían concedido algún tipo de acceso legal a la marihuana y, según todos los indicios, la producción mexicana estaba en auge. En 2009, las autoridades estadounidenses incautaron a lo largo de la frontera alrededor de 1,5 millones de kilogramos de marihuana, frente a cerca de un millón de kilogramos en 2005. Aun así, RAND pudo ver que la marea estaba cambiando y predijo, correctamente al parecer, que la legalización de la marihuana en estados como California reduciría significativamente las ganancias de las organizaciones criminales mexicanas.
El argumento de RAND se basaba en dos factores clave: la potencia y el precio. En términos de potencia, RAND dijo que la marihuana legal estadounidense era, en promedio, un 300% más potente que la producida en México. Y aunque el precio de esta marihuana era hasta un 50% más alto, la potencia compensaba esta diferencia. Incluso, si la legalización se limitara a California, señalaba RAND, su impacto en las organizaciones criminales mexicanas sería significativo. «Creemos que la legalización de la marihuana en California eliminaría de manera efectiva los ingresos que obtienen las organizaciones narcotraficantes mexicanas por suministrar marihuana al mercado de California», escribieron los investigadores, limitando su predicción al estado que habían elegido para estudiar, pero con implicaciones que iban más allá.
Como respuesta a estos cambios, las organizaciones narcotraficantes mexicanas han cambiado sus estrategias. A continuación describimos tres de ellas.
Desde 2010, el porcentaje de la población estadounidense con acceso legal a la marihuana casi se ha duplicado. Según el análisis de RAND, eso significaría que el porcentaje del mercado estadounidense abastecido por las organizaciones narcotraficantes mexicanas está actualmente más cerca del 25%; aunque lo más probable es que sea bastante menor. Y aunque en la prensa, a menudo citando a funcionarios, se ha reportado que los «carteles» mexicanos están comprando tierras y cultivando grandes cantidades de marihuana para distribuirlas en Estados Unidos, ni los funcionarios ni los medios ofrecen pruebas que respalden esas afirmaciones. La DEA no respondió a las solicitudes de entrevista de InSight Crime y el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California comentó que no habían encontrado evidencia para afirmar que las organizaciones criminales mexicanas estuvieran sembrando cannabis en el estado.
Además de la potencia y el precio, la marihuana mexicana es cada vez menos común en Estados Unidos debido a la creciente disponibilidad de marihuana de origen legal. Según las autoridades estadounidenses, la marihuana producida de manera legal es frecuentemente desviada a quienes no tienen autoridad legal para obtenerla y a los estados que mantienen sus restricciones a la venta y el consumo. De hecho, la marihuana de California puede venderse por un valor mucho mayor en los estados del este del país. Las autoridades locales y federales también dicen que hay cientos de «cultivos ilegales» en Estados Unidos. El problema es especialmente grave en lugares como California, donde una reciente investigación de Los Angeles Times descubrió cientos de «invernaderos» no registrados, que podrían producir entre tres y cinco cosechas al año. Y dado que más de la mitad de la población estadounidense reside en zonas en las que la marihuana está disponible legalmente de alguna forma, el desvío y los cultivos ilegales seguirán siendo un problema central.
Lo mismo ocurre con la marihuana producida en México. Los datos y las entrevistas con autoridades y expertos indican que las organizaciones de narcotráfico parecen estar reaccionando a los cambios en la legislación y están concentrando sus esfuerzos en los lugares de Estados Unidos donde la marihuana sigue siendo ilegal, como en el sureste y el medio oeste. Mientras que las encuestas sobre el consumo de marihuana a lo largo de los años han ilustrado que cerca del 18 por ciento de los estadounidenses prueban la marihuana en un año determinado, no hay datos sobre decomisos de marihuana que haya sido traficada de un estado a otro. Sin embargo, podemos observar esta tendencia a escala internacional. Por ejemplo, en años recientes, los decomisos de marihuana por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP por sus iniciales en inglés) a lo largo de la frontera se han concentrado en los sectores del Valle de Río Grande y en Laredo, en el este de Texas. En comparación, los decomisos en California y Arizona han disminuido considerablemente.
El tráfico de marihuana por el este de la frontera entre México y Estados Unidos, también tiene sentido desde un punto de vista logístico para las organizaciones narcotraficantes. Desde zonas clave de producción como Durango y Sinaloa, la carretera federal 40 de México sirve como ruta de tráfico casi directa hacia el estado de Texas, el cual proporciona una buena vía de acceso a los estados del norte y el este de Estados Unidos que aún no han legalizado la marihuana. Atravesando el corazón del país, la carretera conecta el puerto de Mazatlán con la ciudad de Reynosa, en la frontera entre ambos países.
Algunos grupos criminales, como una facción de los antiguos Zetas conocida como el Cartel del Noreste, parecen estar forjándose un papel en lo que queda del comercio de marihuana hacia Estados Unidos. En un caso reciente, por ejemplo, 15 miembros del Cartel del Noreste se declararon culpables por su papel en el contrabando de unas 12 toneladas de marihuana a Laredo, justo al otro lado de la frontera, desde la base de operaciones del grupo en el estado mexicano de Tamaulipas. No está claro cuál era el destino de la marihuana, pero los fiscales estadounidenses calculan que el grupo habría ganado unos mil dólares por kilogramo, lo que representaría más de 11 millones de dólares de ganancia.
También hay indicios de que los grupos criminales mexicanos están tratando de encontrar nuevos mercados internacionales de marihuana. El año pasado, las autoridades decomisaron más de mil 700 kilogramos de marihuana que iban a ser enviadas a Chile desde el puerto de Manzanillo, en el estado de Colima. Días después, las fuerzas armadas chilenas decomisaron más de una tonelada de marihuana que había sido enviada desde el puerto de Lázaro Cárdenas, en el estado de Michoacán. Ambos estados de la costa del Pacífico albergan una variedad de grupos criminales, pero se necesitaría una operación sofisticada para organizar envíos internacionales de este tamaño.
Ante la reducción de la demanda en Estados Unidos, las organizaciones de narcotráfico en México parecen estar buscando capitalizar el mercado local de consumo de marihuana, que está creciendo. La marihuana es la sustancia ilícita más consumida en México, según las encuestas más recientes de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC). En 2011 se estimaba que el 1,2 por ciento de la población había consumido marihuana durante el último año. En 2016, este porcentaje subió a 2,1. Los adolescentes son uno de los grupos de edad con mayor crecimiento, pasando del 2,4 por cierto que declaró haber consumido marihuana durante 2011, al 5,3 por ciento en 2016.
En los grandes mercados de consumo como la Ciudad de México, Tijuana y Guadalajara, la marihuana es de fácil acceso. Allí, los traficantes ofrecen «menús» con más de una docena de tipos de cepas de cannabis de alta calidad y derivados de esta planta, que parecen estar dirigidos a un nicho de consumidores de ingresos medios y altos. En Culiacán, un productor explicó a InSight Crime que una onza de marihuana de alta calidad que en Sinaloa se vende por 3 mil 500 pesos mexicanos (unos 170 dólares) podría venderse por el doble de ese precio en la Ciudad de México. Durante la investigación de campo en Culiacán, InSight Crime observó una proliferación de dispensarios ilegales que venden marihuana y derivados como comestibles y cartuchos de aceite de cannabis.
Estas tiendas físicas emulan los modelos de dispensarios de Estados Unidos y Europa, que les permiten a los consumidores ver, oler, probar y elegir entre diversos productos. Algunos de ellos incluso se promocionan como procedentes de California, pero los productores locales aseguraron que era más probable que se produjeran en Sinaloa o en estados cercanos. De hecho, los informes recientes sobre el flujo de marihuana estadounidense a México parecen exagerar en gran medida la cantidad procedente del extranjero. Los distribuidores locales, las autoridades y los expertos de la industria dijeron a InSight Crime que la producción de México es más que suficiente para satisfacer la demanda local y para ajustarse a los gustos de los consumidores que prefieren la marihuana de alta potencia, como la que se produce en Estados Unidos.
De hecho, varias fuentes consultadas en Baja California mencionaron haber viajado a California para adquirir experiencia en las técnicas de cultivo y crecimiento, lo que les permitió perfeccionar su producción en México. En otras partes del país, los productores de artículos terapéuticos también mencionaron haber adquirido sus conocimientos –y semillas de cannabis– de sus pares en países europeos con un mercado de cannabis desarrollado, como Holanda y España. Las fuentes señalaron que las capacidades y técnicas de extracción en México también han mejorado en los últimos años. Y ahora se están produciendo localmente algunos productos derivados del cannabis. En mayo de 2022, por ejemplo, las autoridades descubrieron un cargamento de 100 caramelos de tamarindo con extracto de cannabis en una paqueteríade Guanajuato.
La marihuana producida en Sinaloa abastece a varios dispensarios. Algunos de estos se encuentran en Culiacán, incluyendo uno a pocos metros de la catedral, en el centro histórico. Este dispensario ha operado durante años sin ninguna molestia por parte de las autoridades, según dijeron fuentes locales a InSight Crime. Las redes relacionadas con el cartel de Sinaloa, principalmente los Chapitos, grupo liderado por los hijos del excapo Joaquín Guzmán Loera, alias «El Chapo», tienen el monopolio de estos dispensarios, según numerosas entrevistas. Y algunos de los productos que se venden llevan incluso la etiqueta de un ratón, en referencia a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo.
A pesar de su control sobre el negocio en Sinaloa, no está claro si el Cartel de Sinaloa sigue transportando marihuana a Estados Unidos. Los productores locales dijeron a InSight Crime que la marihuana que sale de contrabando de Sinaloa se traslada principalmente a mercados nacionales más grandes, como la Ciudad de México y Guadalajara.
Al mismo tiempo, hay empresarios, activistas y profesionales de la salud que utilizan el concepto de «mercado del bienestar» para esquivar el estigma social y desviar la atención de las autoridades de sus operaciones. Desde aceites, cremas y ungüentos hasta bálsamos labiales, gomitas y vapeadores, estos productos se venden a menudo junto a hierbas medicinales en los smoke shops, o incluso en tiendas ya especializadas en derivados del cannabis. Sin embargo, el nivel de participación de las redes delictivas tradicionales en este mercado parece ser mínimo.
Tal vez uno de los ejemplos más notables de este nuevo mercado es Paradise, una empresa que pertenece en parte al expresidente mexicano Vicente Fox, que vende productos de cannabis para la «salud, diversión y bienestar». Fundada en 2015, la empresa asegura que todos sus productos son legales, producidos con cultivos propios y autorizados por la COFEPRIS. Con presencia en 16 estados del país, se trata posiblemente de la mayor empresa de cannabis legalmente constituida en México. Pero empresas más pequeñas y con un alcance más local también han comenzado a comercializar artículos similares.
Aun así, las operaciones del Cartel de Sinaloa en Culiacán sugieren que hay organizaciones criminales más grandes que podrían estar sentando las bases para beneficiarse de un mercado legal de marihuana en México. A través de sus redes, por ejemplo, el grupo no solo tiene una ventaja estratégica y logística al haber producido marihuana durante décadas, sino que tiene los contactos comerciales y políticos para hacerlo, especialmente en estados como Sinaloa. Esta estrategia también podría tener otras ventajas, en particular con el uso del negocio del cannabis y la marihuana para lavar dinero de otras ganancias ilícitas. Al igual que los agricultores y políticos locales que se están preparando para las posibles ventajas económicas de un mercado legal de marihuana, los grupos del crimen organizado de México pueden estar bien posicionados para asegurarse una parte de los beneficios esperados.
En 2010, RAND estimaba que las organizaciones criminales mexicanas ganaban hasta 2 mil millones de dólares al año vendiendo marihuana al por mayor en Estados Unidos. Algunas estimaciones eran mucho más altas, incluyendo una realizada por la Casa Blanca en 2006, que decía que las organizaciones criminales mexicanas estaban ganando 8 mil 500 millones de dólares con la venta de marihuana en Estados Unidos –una estimación muy cuestionada por RAND–. Aunque lo más probable es que ese flujo de ingresos se haya reducido significativamente, el cambio de las organizaciones criminales mexicanas a la producción y exportación de drogas sintéticas parece haber compensado esta pérdida de ingresos.
Las pruebas de ello se presentan de varias formas. Para empezar, el consumo de sustancias sintéticas, como metanfetamina y fentanilo, se ha disparado en los últimos años. El mercado de la metanfetamina al por mayor en Estados Unidos, por ejemplo, que se creía que tenía un valor de unos 13 mil millones de dólares en 2010, puede estar ahora más cerca de los 40 mil millones, según un estudio de RAND en 2019. Los decomisos en la frontera entre Estados Unidos y México, la cantidad de muestras enviadas para su análisis en Estados Unidos y las muertes por sobredosis asociadas al consumo de metanfetamina refuerzan estas conclusiones.
Se dispone de datos similares con respecto al fentanilo ilícito. Este opioide sintético se utiliza cada vez más como sustituto de la heroína, mezclado con píldoras farmacéuticas falsas como la Oxicodona o el Percocet, o como aditivo en numerosas drogas ilícitas. La variedad de usos y las pequeñas cantidades de la droga dificultan la estimación de sus ingresos totales, pero el margen de beneficio del fentanilo es considerable: los precios de venta en el punto de distribución pueden ser hasta 2 mil 700 veces superiores a su precio en el punto de producción; y el aumento de los decomisos en la frontera, así como el incremento de las muestras de datos enviadas para su análisis en Estados Unidos y los datos sobre sobredosis, indican que el consumo se ha quintuplicado al menos en los últimos cinco años.
A medida que las organizaciones criminales se han volcado a las drogas sintéticas, también se han convertido en agresivos comercializadores y han desarrollado ingeniosas formas de promover un mayor consumo de estas drogas. Aunque no está claro si esto está relacionado con la caída de su participación en el mercado de marihuana en Estados Unidos, las organizaciones criminales mexicanas han camuflado cada vez más fentanilo en pastillas falsas, sobre todo de oxicodona. Esto lo han hecho como una posible estrategia para posicionar el fentanilo en el mercado de consumo de drogas ilícitas, disociándolo de su reputación como provocador de sobredosis. También han mezclado otras drogas, como la cocaína y la metanfetamina, con fentanilo, como medio de diferenciar su producto en mercados saturados.
Las organizaciones criminales han empleado tácticas similares en el mercado de la metanfetamina. Desde 2019 comenzaron a envasar metanfetamina en píldoras falsas de Adderall, un medicamento a base de sales de anfetamina. El mercado negro de Adderall es significativamente mayor que el de la metanfetamina, por lo que es posible que las organizaciones criminales hayan buscado tener acceso a sus usuarios. Al mismo tiempo, los grupos criminales han producido metanfetamina en masa y la han ofrecido con grandes descuentos o, a veces, de forma gratuita. El resultado de esto es que zonas como Nueva Inglaterra, que tienen pocos antecedentes de consumo de metanfetamina, están viendo picos en las tasas de adicción y sobredosis.
El paso a las drogas sintéticas también se percibe en México. Los datos de las clínicas de adicción del gobierno mexicano y de la sociedad civil sugieren que es la principal droga por la que los usuarios buscan tratamiento, superando el alcohol y la marihuana. Y en 2019, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México dijo que el número de usuarios adictos a la metanfetamina había aumentado un 775% desde el año 2000.
Desde hace unos años también se ha recogido evidencia de que el fentanilo ha ingresado al mercado local de drogas en ciudades fronterizas como Tijuana, y que está empezando a causar muertes por sobredosis en diferentes lugares de Baja California, y más al sur, en estados como Sinaloa. Los activistas y los profesionales de la salud que hablaron con InSight Crime creen que las muertes por sobredosis en México están bastantes subestimadas.
La violencia asociada a las drogas sintéticas también parece ir en aumento. Las zonas de mayor consumo corresponden a algunos de los lugares más violentos de México. Entre ellos se encuentra Tijuana, que es un centro de cruce de drogas sintéticas hacia Estados Unidos y de consumo de drogas. En 2021, fueron asesinadas casi 2 mil personas, casi seis veces más que las registradas en 2012.
El paso de las drogas de origen vegetal a las sintéticas puede suponer otra oportunidad para que las autoridades difundan mensajes y estrategias educativas. Las organizaciones narcotraficantes llevan mucho tiempo propagando una narrativa mítica según la cual su ascenso social consiste en derrocar a las élites mexicanas con pocos costos para el ciudadano promedio, ya que, el consumo de drogas suele entenderse como un “problema estadounidense”. Sin embargo, el aumento de la adicción y de la violencia asociada a las drogas sintéticas en México, puede minar la legitimidad de las organizaciones criminales de un modo que nunca pudo hacerlo su conexión con la marihuana, que se considera una droga relativamente benigna, y con los opiáceos, que antes se vendían mayoritariamente en el extranjero.
*Este artículo es el último de una investigación de cuatro partes: «El fin de la marihuana (ilegal): Impactos en las dinámicas criminales en México», que profundiza en cómo la legalización de la marihuana en un creciente número de estados de Estados Unidos está impactando la dinámica del crimen organizado en México. Lea la investigación completa aquí.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona