“El enemigo no somos nosotres”

4 diciembre, 2020

Después de que el Gobierno de la Ciudad de México citó a declarar a 13 mujeres y personas trans por “daños a la propiedad” en protestas feministas, el colectivo Resistencia Queer hace un llamado a la solidaridad para evitar que ninguna persona se convierta en presa política

Texto: María Ruiz

Fotos: Raúl Cervera / Cortesía Resistencia Queer

Alec es una persona trans, ágenero (que no se identifica ni como hombre o mujer) y activista. Así se define. Hace seis meses sus datos fueron vulnerados en redes sociales. Alec fue quien lanzó diamantina rosa al entonces secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta, en la primera manifestación contra la violencia policiaca en 2019. Lo hizo como una acción activista, pero un reportero compartió su información personal con miles de usuarios, muchos que después le escribieron mensajes de odio.

Por seis meses Alec y la colectiva a la que pertenece, Resistencia Queer, mantuvieron un perfil bajo porque después de la publicación las agresiones fueron muy fuertes.

Pero el 19 de noviembre pasado, a la casa de los abuelos de Alec llegaron dos policías vestidos de civil, un hombre y una mujer. La mujer dijo ser su amiga y querer entregarle algo. Los abuelos de Alec no le ven desde hace dos años pero su dirección es la que aparece en la credencial del Instituto Nacional Electoral. Después de un rato llegó otro policía e intentó entregarles el citatorio a sus abuelos, pero estos lo rechazaron. Ese mismo día, otros cuatro policías de la Ciudad de México visitaron a la mamá de Alec en su casa, en el Estado de México:

“Para que policías de la CDMX se puedan presentar en el Estado de México deben de traer un documento que no traían. A casa de mi mamá llegaron cuatro policías, dos mujeres y dos hombres, porque están muy confundidos con mi identidad de género. Mi mamá no quiso firmar el documento”, recuerda Alec.

Este citatorio pedía que se presentara el 24 de noviembre, en la víspera del Día Internacional de la Erradicación de la Violencia de Género, junto con otras 11 mujeres y una persona trans en la delegación Cuauhtémoc. La Fiscalía General de Justicia (FGJ) les acusa de robo, daño a la propiedad y lesiones. A la cita llegaron 9 mujeres: Alec no llegó.

“Yo nunca lo recibí físicamente como tal, por eso no me presenté a comparecer el día 24 , no sabía ni a qué hora me tenía que parar ahí”, dice.

La FGJ informó en un comunicado que los citatorios son resultados “de trabajo de inteligencia, gabinete y campo” por parte de la policía de investigación, pero los colectivos feministas y queer denuncian que todo parece haberse hecho por Internet.

“No fue que alguien nos señalara, todos estos datos se dieron a conocer por medio de la policía cibernética, que recuperó información de cuentas de Facebook, de las compas que tienen descuidos y suben fotos encapuchadas o postean que van a estar en manifestaciones y de ahí se nos enjaretaron delitos falsos”, dice Alec, cuyos datos fueron publicados en Twitter y cree que por esto le citaron.

“No queremos presxs politicxs” 

Para Alec y Resistencia Queer estos citatorios son una forma de criminalizar la protesta. Lo ven como un síntoma del Estado, que históricamente ha criminalizado movimientos sociales:

“Si el estado está girando citatorios es porque sabe que nos estamos movilizando y no vamos a permitir violencias y crímenes y su forma de acallar el movimiento es con la criminalización de la protesta y si como pueblo permitimos que pase, después pueden ser desaparecidos, no presos. La finalidad de lo que enunciamos es que no queremos que ninguna persona sea presa política por manifestarse para mejorar sus derechos humanos, por manifestarse en contra de los feminicidios”, denuncia Alec.

Desde agosto de 2019 las protestas feministas han ido mudando. Alec recuerda cuando antes las personas tenían miedo de manifestarse o quienes no lo tenían formaban grupos pequeños. Pero las protestas contra la violencia policiaca de 2019 cambiaron algo.

“Surge el glitter como símbolo en unidad que nos permitió, como las capuchas, decir ‘fuimos todes’. Esa unidad significó respaldo y cuidado y empezó a resurgir esta digna rabia que históricamente ha sido silenciada pero siempre ha estado ahí. A nosotres nos emocionó mucho porque desde que existe el colectivo siempre hemos estado en la calle, íbamos a marchas y había súper poquita gente, sobre todo en temas de feminismo y diversidad sexual, y de repente ver que se juntan tantas personas… es una fuerza muy intensa porque sabes que te respalda el barrio y luego surge la covid”, reflexiona.

Desde su perspectiva, la pandemia de covid-19 obligó a que nuevas formas de manifestaciones surgieran pero no terminaron ahí. Alec cree que ahora que encontraron su voz, nadie les callará pero también observa que conforme las personas aumentan en las marchas, también la presencia policiaca. Cree que los medios tienen una responsabilidad enorme en la no criminalización de la protesta.

“Desde que tienes una audiencia tienes una responsabilidad ética con no vulnerar a las activistas y sobre todo situar que las personas que son activistas luchan por los derechos humanos, para mejorar la calidad de vida de otras personas y es muy bajo vulnerar sus derechos” dice.

«El verdadero enemigo es el patriarcado»

El separatismo en las marchas recordó un desencuentro que lleva años entre feministas por la inclusión de mujeres trans en contingentes separatistas. Para Alec es momento de dejar eso atrás y unirse, porque los citatorios son una muestra de que todas las personas que protestan contra la violencia de género pueden ser criminalizadas: 

“Creemos que es un momento estratégico para no dividirnos entre colectivas, realmente generar una red de apoyo y no ponernos a pelear ahorita con las feministas radicales, porque el enemigo no somos nosotres, es el Estado. ¿Por qué?, porque el Estado está demostrando que no le importa si eres cis o si eres trans, desde el momento que te encapuchas, desde el momento que sales a las calles, ya te ven como enemiga, como enemigue, y no le importa tu identidad de género. Que quede claro que el enemigo no somos nosotres, es el sistema, es el patriarcado, es el capitalismo” dice.

El colectivo al que pertenece Alec busca generar diálogos, talleres y acercamientos para que estas divisiones se diluyan, siempre y cuando no se les violente. Entienden que muchas de las feministas radicales que no aceptan a las personas trans han vivido violencias que no terminan de sanar y buscan generar espacios donde hablar desde la empatía, donde respeten sus pronombres y sus historias. Nombrarse no para separar sino para visibilizarse e históricamente se consideran compañeras de lucha contra las violencias machistas. Pero saben que no aceptarán violencias de ninguna persona porque para construir espacios seguros no se pueden solapar agresiones.

Ser activista es tener un discurso político

Como transactivistas Resistencia Queer quiere dejar algo claro: nadie es activista por gusto. Por eso, en tiempos de protestas feministas, aclaran:

“No es lo mismo ser manifestante a ser activista. Manifestante es la banda que acuerpa la lucha en las calles, que va cuando hay marchas. No es lo mismo ser activista. Ser activista es manejar un discurso político y hay activismo de muchos tipos. Nosotres no podemos hablar por todos los activistas pero es importante (señalar) que nadie se hace activista por gusto, nos hacemos activistas por necesidad. Hay que dejar de romantizar la idea de activista, de revolucionario. Iniciamos por un interés personal, porque había algo que nos lastimaba o nos oprimía”, explica Alec.

Además, dice, a las personas que deciden ser activistas las debe acompañar siempre la congruencia porque hacen de sus luchas una forma de vida, en sus casas, con quienes comparten sus afectos. Y muchas veces se ven violentadas: 

“No es bonito tener la atención del Estado, no es bonito tener la atención de la tira. Esto lo hacemos para aspirar a tener una mejor calidad de vida, para defender los derechos humanos”, dice. 

La colectividad salva

Para Alec la colectividad salva. Hace dos años comenzó la historia de Resistencia Queer, después de una marcha por la remembranza trans en la Ciudad de México. Fue poca gente y ese año llevaron impresos los nombres de personas trans asesinadas:

“Ni cargando diez nombres por persona cargábamos todos los nombres y eso fue hacer real la estadística. Me dije: no quiero regresar el próximo año cargando el nombre de algune de mis amigues o que alguien cargue el mio, ¿que estoy haciendo yo en lo real para que cambie eso?”, comparte.

Así empezó con un grupo de autodefensa con la intención de que quienes formaran parte del taller supere la expectativa de vida de 35 años que tienen las personas trans, según datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Con el tiempo Alec se encontró en el performance y en la protesta a través del arte. 

Como punk trans y anarquista se ha encontrado con muchas demostraciones de odio y al sentir rechazo en diversos grupos activistas decidió formar el colectivo Resistencia Queer, junto a personas con las que comparte su ideología y forma de vida:

“Empezamos a trabajar desde la escena de lo que es el queercore, porque todes somos punks y anarquistas. Es bien difícil por un lado ser rechazado por la escena punk porque es una escena súper machista y transfóbica, pero los gays tampoco nos quieren porque los gays son políticamente correctos y nosotres somos vulgares, pobres, prietos, gordos, trabajadores sexuales, trans. Como ningún otro espacio de activismo nos quería recibir, creamos el nuestro porque sabíamos de la importancia de contar nuestras historias con nuestra propia voz, creamos convocatoria y cada vez somos más y más”, cuenta.

Para Alec el camino a seguir es el de fortalecer las redes:

“No porque nos están amenazando nos vamos a callar, ahora vamos a estar más enojadas, vamos a seguir tomando las calles, vamos a seguir incomodando a todas esas personas a las que les molesta que existamos y, sobre todo, reforzar las redes. No nada más la banda que pone el cuerpo en las marchas, hay muchísimo detrás: artistas que meten un discurso político en sus obras, la banda que presta espacios, la que nos invita a dar conversatorios porque sabe que nadie nos invita y nadie nos quiere dar espacios, la banda que tiene cupo laboral trans cuando estamos buscando trabajo, la trabajadora sexual que te cuida cuando llegas en la madrugada en tu casa. Esas son nuestras redes y ahora más que nunca nos toca hacer un llamado no solo para pedir que nos acuerpen sino que si en algún momento necesitan que las acuerpen, que sepan que no están solas, que no están soles y que le vamos a caer un chingo de maricas enojadas a cuidarles y a defenderles. Vamos a seguir saliendo a las calles, dando talleres, vamos a seguir sacándonos las chichis y vamos a seguir cuidándonos y dándonos amor entre nosotres”.

Este viernes el colectivo trans convocó a una manifestación al mediodía en en el Ministerio Público de la Delegación Cuauhtémoc. Protestarán para exigir cese la criminalización de la protesta y el mitin será pacífico, con mucha diamantina rosa y sin capuchas.

*Las personas queer consideran que definirse como hombre, mujer, masculino o femenino es una imposición. Buscan no encasillarse en ninguna de esas identidades, ni tampoco por sus preferencias sexuales. Si te interesa más información al respecto, te recomendamos leer a Judith Butler

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