Con una cuarentena voluntaria, la comunidad china en Italia, tercer país con más contagios de Covid-19, cumplió de forma destacada las medidas de prevención para no expandir la enfermedad
Texto: Cynthia Rodríguez
Fotos: Unsplash
MILÁN, ITALIA.- Mucho antes de que el primer ministro Giuseppe Conte declarara a Italia como “Zona protegida” para controlar la la difusión del Covid-19, la comunidad china que habita en Italia se fue a cuarentena.
Las autoridades de Italia buscaron limitar los movimientos de los 60.4 millones de habitantes y anunció las últimas medidas, entre las cuales todos los negocios deberán estar cerrados, con excepción de farmacias, y tiendas alimentarias.
Desde mediados de enero, cuando la información proveniente de China comenzaba a dar la vuelta al mundo por el alto número de contagios del Covid-19, los chinos en Italia se pusieron en alerta. Pero cuando explotaron los contagios en el norte del país, ya no lo pensaron más. Sin decretos de por medio, pararon todas sus actividades. Son la tercera población de extranjeros más importante. Y la segunda, después de los italianos, en ser propietarios de pequeñas y medianas empresas, según datos del Instituto de Estadística Italiano.
De repente, miles de tiendas, restaurantes, bares, estéticas, peluquerías y talleres de costura, actividades en las que destacan, bajaron sus cortinas. Para sorpresa de todos, pues son justo los de la comunidad china quienes raramente suspenden sus actividades comerciales, incluyendo los fines de semana.
De acuerdo con el Ministerio del Trabajo y de las Políticas Sociales, en Italia residen 309 mil 110 personas de origen chino. Equivale al 0.4 por ciento del total de la población en este país. La mayoría se encuentra en las regiones de Lombardía, Toscana y Véneto.
El gobernador del Véneto, Luca Zaia, cuando empezó la emergencia sanitaria en Italia, culpó a los ciudadanos orientales de estos contagios con una desatinada declaración.
“Pienso que China ha pagado un grande costo en esta epidemia porque los hemos visto comer ratones vivos o cosas así”, dijo Zaia durante una entrevista.
También cuestionaba a su entrevistador: “¿Sabe por qué nosotros (los italianos) después de una semana tenemos 116 casos positivos, de los cuales 63 no tienen síntomas y sólo 28 están en el hospital? ¿Lo sabe por qué? Porque la higiene que tiene nuestro pueblo, los vénetos y los ciudadanos italianos, la formación cultural que tenemos es un régimen de limpieza personal particular”.
Declaración que le costó un grave reclamo por parte del gobierno chino, que calificó las declaraciones como “ofensas gratuitas”. Y aunque Zaia tuvo que salir a disculparse, la maquinaria de disciplina china en este país ya se había echado a andar.
Para ese día, desde el norte hasta el sur de Italia, todas las actividades económicas de los chinos ya habían sido cerradas.
Roberta Ding, una empresaria de la Lombardía que desde el 21 de febrero decidió suspender todas sus actividades, lo tiene claro:
“Para nosotros (los de la comunidad china en Italia) el concepto es claro: el dinero se puede volver a ganar, pero la vida no se recupera”.
Los números no la pueden desmentir. Los últimos números que dan un total de 12 mil 462 personas contagiadas, de las cuales, en Lombardía hay 7 mil 280. Sólo un ciudadano chino se reporta como enfermo por el coronavirus.
Francesco Wu tiene un restaurante en Milán, cerrado también desde hace tres semanas. Como miembro directivo de Confcomercio en la región de Lombardía, corrobora los datos.
“Es una cuestión cultural: yo soy responsable de mí mismo, pero sobre todo de los otros, de quienes ya están enfermos. O los ancianos que tienen un sistema inmunitario débil”.
A Wu y Ding, como a muchos otros empresarios y comerciantes de su comunidad, les ha sorprendido que los italianos siguieran su vida como si nada pasara.
“Escuchábamos que el mensaje que pasaba era que sólo morían los ancianos. La gente comenzó a pensar que si no estaban viejos y fuertes, no pasaba nada, pero todos podemos contagiar por igual y es ahí el peligro”.
“Por eso muchos de nuestros conciudadanos, al ver el número de gente que se sigue contagiando, prefirió irse del país por el momento. La gran mayoría nos quedamos pero sin salir de nuestras casas”, dijo Ding.
María Previtera, italiana que tiene relaciones de trabajo con la comunidad china, reconoce:
“Una cosa sí hay que decirla a favor de los chinos: quizá fueron ellos por quienes comenzaron todos los contagios, pero en Italia se han comportado de una manera más civil que los italianos. Desde hace tres semanas no se ve ningún chino de paseo, sus negocios están cerrados. Hicieron la cuarentena sin que nadie se los pidiera. Nosotros que andamos siempre presumiendo de algo y que no nos importan las directivas del gobierno, hemos hecho que el virus entre nosotros se difunda más rápido. Por culpa de todos estos italianos indiferentes”.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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