31 marzo, 2024
Las huertas de aguacate provocan la fragmentación y escasa conectividad del bosque templado, lo que afecta a diversas especies. Los productores de aguacate desvían el agua de arroyos y acuíferos para el riego de sus huertas, lo cual está provocando conflictos sociales en estados como Michoacán
Texto: Mariana Recamier / Mongabay Latam
Foto: Mariana Recamier
MICHOACÁN. – El cultivo de aguacate (persea americana) fragmenta las zonas forestales, amenaza la biodiversidad, consume agua en exceso y transforma a las sociedades locales. Así lo determinaron investigadores que, entre 2021 y principios de 2024, publicaron estudios sobre cómo este cultivo está alterando los bosques de Michoacán, al occidente de México.
Los autores de la investigación “Estimación de los patrones de fragmentación y conectividad del bosque templado en un paisaje dominado por el aguacate para proponer estrategias de conservación”, publicada en marzo de 2023 en la revista Land, analizaron mediante imágenes satelitales y actualización de mapas de uso y cobertura de suelo, lo que ha sucedido en lo que se conoce como la franja aguacatera, una región que incluye 167 mil 748 hectáreas de huertas de aguacate y que abarca 46 municipios de Michoacán, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) citados en el artículo científico.
Los investigadores encontraron que en esa región la expansión de las huertas de aguacate ha dejado sólo parches de bosques de un tamaño reducido, de 10 a 20 hectáreas aproximadamente. Además, el grado de conectividad entre esos fragmentos boscosos es muy bajo, por lo que “la posibilidad de movimiento, migración de individuos o del mismo polen de las plantas de un parche [de bosque] a otro no es muy alto”, explica en entrevista con Mongabay Latam el doctor Antonio González Rodríguez, uno de los coautores del estudio, doctor en ciencias y profesor en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) campus Morelia.
La fragmentación de los bosques templados de Michoacán, provocada por la expansión de las huertas de aguacate, “puede afectar los procesos biológicos de las poblaciones [de flora y fauna] que están atrapadas en esos parches, las hace más susceptibles a extinguirse y las hace más propensas a perder variedad genética”, asegura González Rodríguez.
El doctor en ciencias comenta que las poblaciones de flora y fauna que quedan en cada espacio después de la fragmentación de los bosques son más pequeñas de lo que eran originalmente en su conjunto. Esto puede llevar a procesos de endogamia, es decir, la reproducción entre seres vivos que están emparentados. “La endogamia, en la mayoría de las especies, también en los humanos, muchas veces resulta en la producción de individuos con defectos genéticos que tienen una capacidad reducida de sobrevivir y reproducirse. Si esto es muy frecuente, la población completa podría extinguirse”, explica Gónzalez Rodríguez.
El estado de Michoacán, donde se encuentra la franja analizada por los investigadores, es el principal productor de aguacate en México. Tan sólo en 2022, la entidad albergó el 70 por ciento de toda la superficie sembrada con este fruto en el país (252 mil 132 hectáreas), de acuerdo con los datos más recientes del SIAP.
El cultivo de aguacate ha dejado una huella evidente en este territorio. De 2001 a 2018, el estado perdió 269 mil 676 hectáreas de tierras forestales, el 23.16 por ciento se convirtieron en terrenos agrícolas, según el Sistema Nacional de Monitoreo Forestal. En ese mismo período, de acuerdo con los datos del SIAP, el total de territorio sembrado con aguacate en Michoacán fue de 2 millones 016 mil 417.2 hectáreas.
En febrero pasado, el gobernador de Michoacán Alfredo Ramírez informó en una conferencia de prensa que, al menos 30 mil hectáreas, han sido deforestadas en el estado entre 2018 y 2023, y añadió que, mediante Guardián Forestal, un programa de denuncia automática de deforestación en la entidad, se han identificado 817 huertas ilegales (donde se cambió el uso de suelo y se deforestó).
La huella de deforestación en esta región se explica por la cantidad de aguacate que produce el país y su destino. México es el principal productor de aguacate en el mundo: el país cultiva el 32 por ciento de la producción mundial de este fruto. En 2021, el volumen exportado fue equivalente al 57 por ciento de la producción nacional de aguacate, es decir, más de la mitad se exporta y aproximadamente cuatro de cada cinco aguacates que se consumen en Estados Unidos son de México, según datos del Departamento de Agricultura estadounidense.
México comenzó a exportar aguacate a Estados Unidos en 1997, entre ese año y el 2021, Michoacán era el único estado aprobado para hacerlo, pero a partir de julio de 2022, se sumó Jalisco. En 2020 y 2021, el 80 por ciento de los aguacates exportados desde Michoacán se comercializaron en los mercados estadounidenses.
En la investigación sobre la fragmentación y la conectividad, González Rodríguez y el resto de autores identificaron un dato importante: localizaron una mayor extensión de huertos de aguacates que la contabilizada por el SIAP. En su artículo desarrollaron un mapa en donde identificaron 244 mil 705 hectáreas de aguacate en la franja aguacatera en 2019, mientras que en ese año la cifra del SIAP era de 167 mil 747 hectáreas en todo Michoacán. Incluso, en 2022, los datos oficiales sólo tienen registradas 176 mil 179 hectáreas de este fruto.
“A pesar de que nuestros métodos tienen un grado de incertidumbre, la diferencia parece demasiado grande como para ser explicada por esto. Estos huertos que aparecen en nuestro mapa, pero que no aparecen en los datos oficiales son posiblemente huertos ilegales o huertos recientes que aún no se han registrado. Esto hace pensar que la tasa de deforestación es mayor de la que podemos deducir simplemente con los datos del gobierno”, comenta el especialista.
En la investigación también participaron los científicos María Camila Latorre Cárdenas, Adrián Ghilardi y Felipe García Oliva, de la UNAM; Óscar Godínez Gómez, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO); y Eugenio Y. Arima, Kenneth R. Young y Audrey Denvir, de la Universidad de Texas en Austin. En su estudio, los investigadores aportan elementos para la conservación del bosque templado. Ellos aseguran que a partir de la información y características identificadas en cada fragmento boscoso es posible planear qué tipo de estrategias necesita cada lugar para su preservación.
“Podemos decir cuáles sitios sería más recomendable proteger de manera tal que se mantenga o se maximice la superficie forestal y, además, se maximice la conectividad que aún queda en los bosques”, asegura González Rodríguez.
En la investigación, los científicos identificaron que en la zona que se encuentra alrededor de Uruapan, cerca del pico de Tancítaro, quedan pocos fragmentos boscosos, por lo que habría que hacer un esfuerzo por conservar prácticamente todo lo que queda del bosque templado.
En otras regiones, hacia el oriente, donde hay fragmentos grandes —de más de 100 mil hectáreas— que aún se encuentran en buen estado de conservación, se podría formar un corredor que conecte la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca con otros bosques que están entre Morelia y la región de Zitácuaro.
El especialista añade que en sus investigaciones también está evaluando algunos aspectos más específicos de estos fragmentos de bosque, por ejemplo, está identificando cuáles permitirían conservar el mayor número de especies de árboles y las más importantes por su rareza.
El doctor en ciencias Antonio González Rodríguez considera que una buena estrategia de conservación de los bosques de Michoacán es decretar áreas naturales protegidas. Es un trabajo que poco a poco se ha hecho en el estado. En total se han decretado 12 nuevas áreas de conservación en la presente administración local, con el objetivo de preservar ecosistemas necesarios para la captación y recarga de mantos acuíferos.
“Además de decretar las áreas naturales protegidas, hay que crear instrumentos que permitan su manejo y que permitan que efectivamente cumplan su función”, comenta el especialista.
González Rodríguez también sugiere trabajar con las comunidades que viven en las zonas boscosas, ya que juegan un papel muy importante en la conservación de estos recursos. Además, dice que hay que informar a las sociedades sobre la importancia de los bosques y las consecuencias de su pérdida incluso para el cultivo de aguacate.
El doctor en ciencias también es coautor del artículo “Implicaciones para la sostenibilidad de la dinámica del carbono en la frontera del aguacate“, publicado en septiembre de 2023. Los seis autores que participaron en esta investigación cuantificaron el carbono almacenado en el suelo y la biomasa (cantidad de materia seca que existe en un árbol por encima y por debajo del suelo) en la región de la franja aguacatera de Michoacán, tanto en las zonas que aún quedan de bosques templados, como en los huertos contiguos.
“Lo que encontramos es que en el bosque hay una cantidad mayor de carbono en la biomasa que en el huerto de aguacate porque los árboles son más grandes y porque la densidad de árboles es mayor y, sobre todo, porque algunos árboles, específicamente los encinos, tienen una madera muy dura que almacena más carbono. Entonces en términos de biomasa aérea, el bosque tiene más carbono que los huertos”, explica el especialista.
En el suelo concluyeron que no hay diferencia significativa entre la cantidad de carbono almacenado en el huerto en comparación con lo que se almacena en el bosque, sin embargo, si se toman en cuenta los dos componentes —tanto suelo como biomasa—, el bosque tiene más carbono almacenado, por lo tanto cuando se deforesta y se transforma ese lugar en una huerta aguacatera, se libera carbono.
“Se ha dicho que poner huertos de aguacate no tiene graves consecuencias en términos del almacenamiento de carbono, pero este artículo nos indica que sí. A pesar de que los aguacates almacenan cierta cantidad de carbono, no es igual a la que tenían los árboles que había, entonces sí hay una liberación de carbono hacia la atmósfera cuando se transforma el bosque en huerto”, resalta el especialista.
“El cambio climático es algo que ya está ocurriendo y que cada día lo vemos con más intensidad. Debería ser muy importante evitar que el carbono almacenado se libere a la atmósfera, porque lo que estamos haciendo es incrementar el efecto invernadero”, comenta el especialista.
En una investigación anterior, publicada en febrero del 2023, y titulada “Modelización de la deforestación provocada por el aguacate en Michoacán, México”, González Rodríguez e investigadores de la Universidad de Texas realizaron una proyección sobre el posible crecimiento de las huertas de aguacate en los próximos años y en dónde sería más probable que se establecieran.
De acuerdo con sus proyecciones, para el 2050 podrían sumarse 100 mil hectáreas más de huertas de aguacate en Michoacán, el 60 por ciento de ellas es probable que se establezcan en sitios en donde aún hay bosque. Eso significa que se perderían otras 60 mil hectáreas de zonas de bosque templado a causa de la expansión del aguacate.
La proyección de los sitios en donde es más probable que se establezcan estos huertos se hizo a través de una serie de variables ecológicas y socioeconómicas como las distancias a carreteras, empaquetadoras, ciudades y tipo de suelo.
Los resultados indicaron que, incluso, dentro de áreas naturales protegidas van a surgir huertos de aguacate. Por ejemplo, en el mapa de 2050 aparece una posible expansión de huertos de aguacate en la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca y también otra en la zona del pico de Tancítaro, área natural protegida de carácter federal.
“Esto debería prender las alarmas de que debe hacerse algo para minimizar la expansión de huertos de aguacate en estas áreas naturales protegidas, porque son muy importantes, sobre todo para la conservación del fenómeno de migración de la mariposa monarca”.
Armonía Borrego, investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM y autora de artículos científicos sobre este cultivo, entre ellos “Principales detonantes y efectos socioambientales del boom del aguacate en México”, señala que pobladores de la región aguacatera ya identifican algunas de las consecuencias ambientales provocadas por la expansión de las huertas.
“El cambio de clima está presente en todas las comunidades productoras de aguacate. Ellos también echan mucho en falta el poder acceder a los bosques para hacer paseos y hacer caminatas. Conocían muy bien los montes de alrededor porque caminaban y ahora son terrenos privados donde no hay bosques, donde no se puede ir a caminar, donde las generaciones nuevas no tienen acceso a esa esa opción de recreación”, comenta Borrego.
El agua es otro de los recursos afectados por el cultivo del aguacate. Alberto Gómez-Tagle, doctor en ciencias biológicas por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo que estudia la ecohidrología del cultivo de aguacate y que también es integrante de la Red de Ambientalistas de Michoacán (Redam), explica en entrevista para Mongabay Latam que la producción de este fruto necesita grandes cantidades de agua que es desviada por los productores de aguacate de arroyos de montaña, acuíferos o pozos a las “ollas” o reservorios que se usan para regar las huertas.
El especialista comparte que en los sitios más calientes de la franja aguacatera de Michoacán, un kilogramo de aguacate requiere entre mil 500 y mil 700 litros de agua para producirse. Además, identificó que en 2018 había en la zona aguacatera alrededor de 7 mil 600 ollas de agua.
“En el análisis que hemos hecho estamos estimando que en la franja de la zona de producción de aguacate en la zona de Michoacán alrededor del 50 por ciento de los arroyos de montaña están intervenidos, esto quiere decir que los arroyos de montaña tienen alguna forma de extracción y los productores canalizan esta agua hasta piletas o con sistemas de bombeo las llevan hasta las ollas de agua”, comenta el doctor en ciencias biológicas.
El especialista agrega que esto provoca que en las latitudes más bajas los arroyos se queden sin agua para la fauna silvestre como los venados, los pumas y los coyotes. Además el ecosistema acuático ha sido completamente modificado. Los peces nativos, las salamandras y los ajolotes endémicos son afectados por la disminución del agua. También la vegetación cercana a los arroyos muere, lo que provoca que la estructura de los ecosistemas cambie.
El integrante de la Redam menciona que el consumo de agua para los cultivos de aguacate y otros frutos, como los arándanos y las frambuesas, ocasiona que las comunidades rurales se queden sin agua para el ganado y el resto de sus necesidades básicas.
“Esto está generando conflictos sociales por derechos de agua, conflictos en los que hay pleitos sobre quién tiene el derecho de utilizar y aprovechar el agua. Conflictos que pueden tener cierto tipo de violencia”, específica el especialista.
Gómez-Tagle agrega que mediante sus investigaciones identificó que los fertilizantes que se utilizan en el cultivo de aguacate para favorecer el crecimiento, inocuidad y la apariencia del fruto llegan hasta los cuerpos de agua como arroyos de montaña y lagos y esto genera el florecimiento de algas. “Esto quiere decir se está fertilizando el cuerpo de agua, pero no naturalmente, se está fertilizando por el exceso de agroquímicos que se les está poniendo a los cultivos para que crezcan mejor”, menciona el especialista.
En el caso de los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, ubicados en el estado de Michoacán, el especialista ha logrado diagnosticar que el incremento de nutrientes provoca florecimientos de algas nocivas del género Microcystis. “Son nocivas porque generan toxinas que son extremadamente venenosas que provocan daños neurológicos y hepáticos”.
Para disminuir los problemas ambientales provocados por el cultivo de aguacate, el doctor en ciencias biológicas Alberto Gómez-Tagle propone que no se otorguen o que se revoquen certificados de exportación a los productores de aguacate que tengan procesos administrativos abiertos por haber deforestado o dañado el medio ambiente de cualquier otra forma.
El cultivo de aguacate no sólo está transformando los bosques y el agua en Michoacán, sino también las sociedades de los municipios aguacateros.
Armonía Borrego, investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, comenta que en los municipios donde se cultiva aguacate hay más empleo y una mejora en la infraestructura, además, se utilizan nuevos materiales para construir las casas.
“El bienestar material para las familias que se dedican al aguacate es notable. Eso implica que otras familias que no se dedican al aguacate también puedan percibir una mejora en el bienestar material, porque si se dedican al comercio son personas que les pagan a tiempo porque hay dinero circulando”.
También hay consecuencias negativas. La investigadora menciona que hay un cambio en la alimentación —se consumen más productos industrializados— que puede estar provocando enfermedades, además de una sensación de inseguridad, de acuerdo con la percepción de las propias personas.
La investigadora agrega que la inseguridad que perciben las personas de las comunidades proviene de la llegada de extraños, de nuevos productores que compran tierras. Explica que también ahora hay más adicciones a drogas y alcoholismo, porque hay más dinero circulando y pocas opciones de ocio.
Estas son las huellas que deja el cultivo de aguacate que hoy también se extiende con las mismas prácticas a otros estados de México como Jalisco y Colima. Los especialistas consultados recomiendan que se regulen mejor los permisos que se otorgan para la exportación de este producto y que se informe sobre las consecuencias que provoca este cultivo en las comunidades.
Este trabajo fue publicado inicialmente en MONGABAY LATAM. Aquí puedes consultar la publicación original.
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