La participación de las mujeres en el Modelo Mexicano de Formación Dual (MMFD) tiene retos importantes, como la resistencia de las familias para que sus hijas estudien carreras técnicas o los estereotipos arraigados en las empresas que dificultan a las estudiantes realizar actividades en áreas como electricidad, mecánica y mecatrónica. Las investigaciones destacan la necesidad de reforzar la participación de las mujeres en el MMFD
Por: Jimena Hernández Fernández* / MUxED
El Modelo Mexicano de Formación Dual (MMFD), o Sistema de Educación Dual en el nivel medio superior (por un cambio reciente de nombre), es una adaptación del modelo alemán de formación/educación dual. Este modelo combina la formación académica tradicional de la escuela con experiencia práctica en empresas participantes.
En este artículo analizo los retos que enfrentan las estudiantes mujeres de educación media superior (EMS) en su ingreso y participación en el MMFD. Mis reflexiones se basan en información proveniente de un proyecto de investigación que tiene financiamiento del Consejo de Investigaciones Económicas y Sociales del Reino Unido[1]. Para la realización de este artículo utilizo únicamente información de las entrevistas semiestructuradas realizadas con 30 estudiantes mujeres[2] del MMFD en los estados de Coahuila y México en tres momentos[3]. Para más información sobre la investigación se puede consultar la página web del proyecto: https://dualapprenticeship.org/.
Históricamente la educación dual ha estado dominada por hombres en muchos países. Sin embargo, en las últimas décadas ha habido un creciente interés y esfuerzo por aumentar la participación de las mujeres en este tipo de programas educativos, así como en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). No obstante, en el MMFD aún predomina la participación de estudiantes hombres (58%) a pesar de que en México la proporción de mujeres estudiantes en EMS es inversa: 48% hombres y 52% mujeres[4]. En el MMFD las y los aprendices comienzan sus estudios de EMS en el plantel educativo y es a partir de tercer semestre que pueden optar por esta modalidad. Con base en las conversaciones sostenidas con mujeres aprendices del MMFD identificamos que en México persisten dos retos importantes.
Primero: barreras para el ingreso de las mujeres al MMFD
Se observa que las familias de las mujeres muestran mayor resistencia, comparada con las de los hombres, para la participación de sus hijas en el MMFD. Lo anterior, en voz de las estudiantes, se explica porque –comparado con ir a la escuela– los trayectos para trasladarse a las empresas generalmente son más largos. Cabe precisar que en el Estado de México esta problemática se acentúa porque los trayectos entre casa y escuela son aún más largos, aunado a una percepción más alta de inseguridad y violencia por razón de género.
Segundo: las estudiantes enfrentan retos en las empresas para poder desarrollar de manera integral las actividades de aprendizaje correspondientes.
Las participantes, especialmente en las áreas de electricidad, mecánica, mecatrónica, así como en máquinas y herramientas expresaron que el trabajo en las empresas no es del todo sencillo: “Dentro de la empresa no había mujeres trabajando en el área de mantenimiento”, comentó una estudiante en Coahuila. Ello significaba, por un lado, que no tenía un modelo femenino a seguir, y por otro, referían carecer de una persona (mujer) a la cual acercarse en caso de presentarse alguna situación. Otra problemática de las mujeres se ejemplifica en el siguiente comentario:
“Yo veía como los técnicos de mantenimiento miraban a algunas de las muchachas. Yo podría considerarlo un tipo de acoso, pero al no acercarse ellos de manera así tan brusca, como vemos en el acoso callejero, no sabría si clasificarlo de esta forma. […] entonces esto sí fue algo desagradable porque no es algo que nos guste a las mujeres, y no quiero que me pase”. Estudiante en el estado de México.
Asimismo, las estudiantes comentaron que observaban trato diferenciado con relación a sus pares del sexo opuesto. Principalmente, las estudiantes de la carrera de Máquinas y Herramientas refirieron no tener las mismas oportunidades de aprendizaje que sus pares hombres porque: “se tiene la idea de que las mujeres no podemos mover máquinas”, refirió una estudiante en Coahuila. Lo anterior tiene implicaciones importantes no solo para las oportunidades de aprendizaje, sino en los beneficios que se pueden obtener de los programas de formación dual. Una estudiante añadió que, como resultado, de que sus pares hombres tenían mayores posibilidades de involucrarse en tareas, se beneficiaban de una mayor oferta laboral al finalizar su formación:
“Pues la verdad me desanimé mucho porque una compañera me comentó que a todos nuestros compañeros les habían marcado o les estaban marcando, y nosotros no recibimos ninguna llamada de los trabajadores, de los ingenieros de la empresa. Fue cuando nos dimos cuenta de que a ninguna de las mujeres les querían dar oportunidad laboral […] Sí es como una decepción.” Estudiante en Coahuila
Cabe comentar que hubo excepciones de estudiantes mujeres en áreas de tecnología, mecánica, e incluso de máquinas y herramientas, que tuvieron experiencias positivas de aprendizaje en las empresas. Algunas referían que habían “tenido suerte”, “Me daban chance de hacer cosas y equivocarme”, “Me tocó una compañía en la que pude hacer de todo y aprender de todo”.
Las estudiantes en ambas entidades con experiencias positivas estaban conscientes de que no eran la generalidad y que las mujeres en su área de estudio generalmente tenían experiencias diferentes.
Por el contrario, las estudiantes que estaban en áreas administrativas y de hospitalidad referían un ambiente laboral distinto, ya que sus equipos laborales estaban más equilibrados en cuanto a género, por lo que referían experiencias muy parecidas a las de sus pares hombres en la misma área.
Para cerrar, quiero resaltar que ha habido avances significativos en la incorporación de mujeres al MMFD, así como en la participación de mujeres en programas de corte técnico en México. Sin embargo, todavía hay desafíos y barreras que deben identificarse y atenderse para que las mujeres puedan beneficiarse de manera integral del MMFD. Entre los mayores retos destacan los estereotipos de género arraigados, no sólo en las familias y comunidades sino también en la industria.
Nuestra investigación da cuenta de que los estereotipos de género limitan la participación e involucramiento adecuado de las mujeres en el MMFD (particularmente en las áreas tecnológicas e industriales). Los estereotipos a su vez afectan las posibilidades que las mujeres tienen para desarrollar aprendizaje situado y relaciones profesionales.
En segundo lugar, la falta de modelos femeninos a seguir en campos técnicos y científicos influye en las experiencias de aprendizaje de las mujeres en las empresas. Nuestra evidencia expone que las jóvenes en el MMFD requieren ambientes que brinden orientación y apoyo, así como entornos inclusivos que fomenten su participación e involucramiento. Necesitamos continuar impulsando la participación de las mujeres en el MMFD para que se rompan los estereotipos de género y se abran espacios para las siguientes generaciones.
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*Jimena Hernández Fernández es Integrante de MUxED. Es académica del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, doctora en Educación por el Centre for International Education de la Universidad de Sussex (Reino Unido), maestra en Administración y Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y licenciada en Economía por el Instituto Politécnico Nacional. Entre sus líneas de investigación destacan: diseño y evaluación de política educativa; acceso, transición y progresión educativas; así como, economía de la educación.
Redes sociales: Twitter: @Jimena_HdezFdez
[1] El proyecto fue auspiciado en la Universidad de Glasgow (Reino Unido) y realizado en colaboración con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
[2] Todas las y los participantes en el proyecto de investigación firmaron un formato de consentimiento informado y el proyecto contó con la aprobación del Comité de Ética para la Investigación de la Universidad de Glasgow, Reino Unido.
[3] La primera entrevista se realizó al inicio de su formación, la segunda a 4 meses de haber concluido el programa y la tercera y última entre 6 y 8 meses después de haberse graduado.
[4] Más información de INEGI en: https://www.google.com/url?q=https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?pxq%3Dac13059d-e874-4962-93bb-74f2c58a3cb9&sa=D&source=docs&ust=1687219650674928&usg=AOvVaw3m2ydn6TjaItxukdiU0Z37
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