El diario de Malala

26 octubre, 2024

Al leer estas entradas me pongo a pensar en las secuelas que la escritura deja, en el poder de las palabras, un poder altamente revelador pero también amenazante. Igualmente pienso en el valor que tiene el género del diario, un intimismo que retrata realidades, frustraciones, penas y temores, pero también deseos y hasta sueños, y que sin duda da cuenta de un tiempo preciso, del interactuar constante con el mundo. El diario no es un género menor

Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves

La pakistaní Malala Yousafzai, quien fue el Premio Nobel de la Paz en 2014 y que, con tan sólo 17 años se convirtió en la galardonada más joven en la historia de dicho premio, el pasado jueves 24 de octubre se reunió con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, después de que la joven asistiera al HABLA Summit, evento organizado por la Embajada de Reino Unido en México, y tras haber visitado también el museo de Frida Kahlo, la Casa Azul.

Malala recibió el Premio Nobel de la Paz por haber defendido la educación de las niñas en su país, a raíz de la invasión de los talibanes —grupo islámico fundamentalista en Afganistán— que potencializó las restricciones hacia las mujeres cuando Malala comenzaba su pubertad. A los quince años ocurrió aquel ataque en el autobús escolar en donde se encontraba ella, un talibán armado le disparó con el propósito de matarla, pues para entonces Malala ya había comenzado a ser reconocida por su activismo, había aparecido en un documental del New York Times hablando sobre la negación del derecho a la educación de las niñas en su país, además de que en la BBC había comenzado a escribir, a los once años y anónimamente, entradas de un diario en donde narraba los acontecimientos de los que era testigo.

Tras leer las veinticuatro entradas publicadas entre el 3 de enero y el 19 de febrero del 2009, noto el coraje, el temor de la entonces adolescente, al atestiguar los acontecimientos que suceden a su alrededor, desde poco antes de que Maulana Shah Dauran, clérigo talibán que anunció la prohibición de la asistencia de las niñas a las escuelas, diera la orden de dicha prohibición. Reproduzco un fragmento del diario.

5 de enero de 2009: “Me estaba preparando para ir a la escuela y estaba a punto de ponerme el uniforme cuando recordé que nuestro director nos había dicho que [las niñas] no usáramos uniforme y fuéramos a la escuela con ropa normal. Así que decidí ponerme mi vestido rosa favorito. Otras chicas de la escuela también llevaban vestidos coloridos y la escuela tenía un aspecto hogareño […] Durante la asamblea de la mañana nos dijeron que no usáramos ropa colorida porque los talibanes se opondrían”.

Ella habla de los colores de sus prendas preferidas, y el rechazo de la autoridad incluso sobre los colores de esas prendas. Por cierto que, desde que Malala se convirtió en figura pública, casi siempre se le ve vestida en tonos rosas.

El 12 de febrero escribiría que los numerosos suicidios ocurren los días viernes, pues “los suicidas islámicos piensan que morir en día viernes satisface más a Dios”.

Al leer las entradas es difícil no relacionarlo con el Cartucho de Nellie Campobello, y aún más, con El Diario de Ana Frank.

El 19 de febrero “les dije a mis hermanos que, de ahora en adelante, no hablaríamos de guerra sino de paz”, lo dijo tras escuchar una riña de sus padres al estar la madre en desacuerdo con que el padre les contara a sus hijos del asesinato de un periodista. 

Asimismo, Malala narra la tristeza e incertidumbre con que dejó la escuela antes de las vacaciones, cuando el director anunció que las vacaciones comenzaban, pero jamás dijo cuándo sería el regreso, algo que levantó en ella sospechas. Al salir, volteó a ver su escuela como intuyendo que quizá sería la última vez que la pisaría.

Al leer estas entradas me pongo a pensar en las secuelas que la escritura deja, en el poder de las palabras, un poder altamente revelador pero también amenazante. Igualmente pienso en el valor que tiene el género del diario, un intimismo que retrata realidades, frustraciones, penas y temores, pero también deseos y hasta sueños, y que sin duda da cuenta de un tiempo preciso, del interactuar constante con el mundo. El diario no es un género menor.

Malala en su visita a México fue quien tenía interés en ver a Claudia Sheinbaum. Al lograr reunirse, ambas se mostraron su mutua admiración. Sheinbaum, defensora de la equidad de género y el apoyo a la mujer, en días previos, durante su visita sorpresa a la escuela secundaria en Papalotla, en el Estado de México, recalcó en su discurso lo mismo que le diría en la breve grabación de la conversación que sostuvo con Malala y que circula en redes: “las mujeres podemos ser lo que queramos ser. Que las jovencitas sepan que pueden ser matemáticas, pueden ser bomberas, ingenieras, pueden ser lo que quieran”.

También en esa visita sorpresa, como paréntesis, dijo algo con lo que siempre he estado de acuerdo, y me parece valiosísimo, por eso lo traigo ahora: “Que no nos digan que la escuela pública es menos que la escuela particular. No es cierto. Las escuelas públicas son las mejores de todo el país”. ¡Más claro ni el agua!

Y otro paréntesis más que, quiero pensar, le llegó a decir a Malala, y que también dijo en su visita exprés: “Los niños y los adolescentes para nosotros no son el futuro de México, son el presente. La educación es un derecho del pueblo de México, no es una mercancía, no es un privilegio. Es un derecho”. Así de contundente y precisa.

Vaya que no ha pasado ni un mes desde que llegó a la presidencia, y esta reunión de Claudia Sheinbaum y Malala Yousafzai ha significado mucho, ¿cuándo fue la última vez que un presidente de México se reunió con un Premio Nobel de la Paz? Hasta donde tengo entendido, la primera vez ha sido ésta. Ambas mujeres han acentuado la importancia que tiene la educación de la mujer en la sociedad.

(Los fragmentos citados fueron extraídos de https://www.bbc.com/news/world-asia-29565738 y traducidos por mí del inglés al español.)

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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.