En la sacudida al país que emprendió el presidente Andrés Manuel López Obrador hay un elemento que debemos cuidar: el derecho de los mexicanos a la información. En este escenario, los periodistas, y el mismo presidente, juegan un papel fundamental que debería resumirse en una frase: serenos todos
¿El periodismo debe ser parte de la Cuarta Trasformación? Es una pregunta frecuente tras los encuentros matutinos del presidente Andrés Manuel López Obrador con reporteros.
En esas conferencias mañaneras no son pocas las críticas de AMLO a los titulares de algunos diarios, el enfoque de varias columnas o la información sobre la marcha económica del país.
Con regularidad los comentarios presidenciales se refieren a diarios como Reforma, El Financiero o inclusive algunos medios internacionales como The Financial Times o The Wall Street Journal.
Recientemente incluyó en su lista al semanario Proceso, uno de los más críticos del país. López Obrador les llama “conservadores”, adjetivo con el que sustituyó el de los primeros meses: “Fifís”.
En el debate es conveniente cuidar los matices. Es verdad que durante décadas el ahora presidente ha enfrentado la hostilidad, incluso rabia de algunos medios mexicanos.
Algo que es más evidente desde el 1 de julio de 2018, cuando AMLO ganó las elecciones. Desde entonces no son pocos los periodistas que casi obsesivamente están pendientes de los comentarios del presidente, o los viejos problemas que tiene el país.
Temas que en otros tiempos hubieran ocupado un pequeño espacio en los diarios o noticieros ahora se destacan, incluso con coberturas especiales.
A esto se suma la encendida batalla en redes sociales de internet donde personajes con pasado cuestionable, como los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, atizan un debate desinformado y con tintes de odio.
En esta vorágine pocos son los medios que recurren al contexto, y en cambio muchos apuestan a la desmemoria. Como si de pronto descubrieran que México es un país de conflictos, con añejos problemas de desigualdad y violencia.
Es en este escenario donde el presidente ejerce lo que llama su “derecho de réplica”, y en su peculiar estilo responde de manera directa a las críticas.
Y aquí aparece otro de los matices. López Obrador no parece darse cuenta del peso que tiene el mensaje del presidente con más respaldo en la historia reciente.
El efecto de sus críticas tiene consecuencias, sobre todo en un país que no logra desterrar la violencia contra los periodistas. Se nota al concluir las conferencias de prensa, cuando los reporteros que asisten enfrentan reclamos y a veces agresiones de seguidores de AMLO.
Es evidente en el hostigamiento en redes sociales contra los periodistas que formulan preguntas críticas, a veces de forma masiva y organizada.
Pero lo que más llama la atención, y de ahí la pregunta inicial de este texto, es la idea que López Obrador tiene del periodismo y el papel que debe jugar en la Cuarta Transformación.
Con frecuencia el ejemplo de AMLO en el tema son personajes como los hermanos Flores Magón, quienes se convirtieron en opositores al gobierno de Porfirio Díaz y debieron abandonar el país.
Eran otros tiempos, y también otra la forma de hacer periodismo que en el caso mexicano evolucionó de forma similar al modelo estadounidense, con la imparcialidad como eje principal.
De hecho en estos días los Flores Magón serían considerados malos periodistas, básicamente porque la regla de oro es no tomar partido, sino informar de todas las posiciones y con todos los puntos de vista.
La militancia, de cualquier matiz, no es la mejor forma de cumplir la una de las responsabilidades del periodismo, la de garantizar el derecho a la información de la sociedad donde se desenvuelve.
Pero este modelo no parece encajar en la transformación que emprende el presidente. Y es un juego peligroso donde varios pueden caer.
López Obrador no puede considerar adversarios a quienes lo cuestionan. Y los periodistas, especialmente quienes perdieron los privilegios del pasado o siguen más a su rabia y clasismo que a la objetividad, tampoco pueden asumirse como enemigos del presidente.
A nadie le sirve un periodismo militante, pero tampoco ayuda un gobierno que pretenda ordenar hasta la forma como los mexicanos quieren informarse.
La serenidad es necesaria. Es verdad, hay muchos aspectos donde el país necesita transformarse, como la profunda desigualdad, exclusión social y la violencia.
Pero en esta ruta deben caminar todos. Es obligación presidencial mantener la esencia del Estado: garantizar la seguridad y libertades de los ciudadanos.
Y es obligación de los periodistas informar sin matices, con datos duros y hechos comprobados, en publicaciones donde existan todas las voces.
Esta convivencia sería uno de los mejores logros de la 4T.
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Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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