Dos proyectos. Uno que cuida a las niñas y otro que denigra a las mujeres. Uno que reconoce a los pueblos y otros que defiende a «la raza blanca». Uno que propone dignificar la vida de todos los habitantes de la capital del país y otro que busca extraer y expulsar, cada vez mas, a grandes mayorías hacia las periferias. Esta es la historia de una ciudad en disputa
Texto: Daniela Pastrana y Arturo Contreras
Fotos: Isabel Briseño, Duilio Rodríguez, Jesús Almazán, Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO.- En julio de 2014, los medios LibreEnElSur y SinEmbargo publicaron partes de una conversación de un grupo de diputados panistas y funcionarios de la alcaldía Benito Juárez, que quedó guardada en la Blackberry del exconsejero estatal Héctor Delgado Becerril.
— cuando vas a la deleg?
— Pendejo, voy diario, hoy fue tu secre a verme. Q esta muyrica
—Si está muy rica pinche chaparrita
—Pero le dan carne a quien es chimuelo, Al guey, que es puto, le ponen carne rica
—O sea, tu taguanga
—Mejor apostamos eso mi cesar, si ganan mis pumas me dejas cogerme a tu secre, si ganan las chivas te coges a al mia
Los involucrados en la conversación eran Santiago Taboada Cortina, quien entonces tenía 28 años y presidía la Comisión de Seguridad Pública de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y dos funcionarios de la entonces Delegación Benito Juárez, Christian Lujano Nicolás, exdirector general de Participación Ciudadana, y César Garrido López, exdirector Jurídico.
Otro participante de ese grupo, denonimado Albur Buro y en el que proliferan expresiones ofensivas (putito, oaxaco, indio, indiorante, chalán, teiboleras, putas, perras), era Luis Mendoza Acevedo, quien por esos días era el líder del PAN en Benito Juárez y había sido secretario particular del delegado, Jorge Romero Herrera.
Delgado Becerril reveló las conversaciones luego de que, en junio de ese 2014, cuatro integrantes de ese grupo político fueron detenidos en Brasil por acosar a una mujer y golpear a su novio en los festejos del Mundial de futbol; entre los detenidos estaban dos funcionarios de la Benito Juárez: Sergio Eguren Cornejo, director de Desarrollo Delegacional, y Rafael Medina Pederzini, director de Coordinación de Gabinete y Proyectos Especiales. Con ellos iba Mateo Codinas Velten, representante comercial de Oracle en México, una empresa le había vendido a la administración delegacional software para los sistemas de control de gestión y de atención ciudadana. El cuarto detenido, Ángel Rimak Eguren fue sentenciado a un año de cárcel (Sergio Eguren a seis meses) pero se le conmutó la pena por 3 mil 300 dólares.
Días después, Pedro Torreblanca Engell, asistente de Christian Lujano (el que intercambiaba a su secre en el chat filtrado) y hermano del secretario general adjunto del PAN, Santiago Torreblanca, escribió en Facebook un reclamo que le costó el puesto (aunque alegó que le habían robado el teléfono).
«Lo vuelvo a decir a todos los que opinan sin saber en este foro seguramente son perredistas, más prietos de piel que nada, jodidos, rojillos y sin varo. Arriba los mexicanos de raza blanca y clase alta, todos los demás son una mierda, incluyendo a este foto [foro] lleno de gente asquerosa».
Lejos de los reflectores del centro de la ciudad, en su casa de San Miguel Teotongo, Clara Brugada Molina comenzaba a imaginar espacios seguros para las mujeres de Iztapalapa. Ya había terminado su primer periodo de tres años al frente de la alcaldía más poblada y conflictiva de la capital y tenía una idea de lo que, una década después, en su tercera administración en Iztapalapa, cobraría forma con el nombre de utopías.
Las Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y Armonía Social son espacios de cuidados integrales para la población que concitan muchas de las propuestas de las mujeres socialistas del siglo XX.
En abril de 2023, poco antes de dejar la alcaldía para buscar la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Brugada inauguró la número 12 de las 17 utopías proyectadas en Iztapalapa: El Barco, un museo interactivo sobre la crisis climática y las violencias que sufren las mujeres y las infancias.
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Las preguntas que se encuentran en la historia de Lua, una niña de Iztapalapa que sirve de guía en la sala de Cuidados de la Infancia de la Utopía El Barco son una de las muchas diferencias que ponen distancia entre los proyectos políticos que se disputan la Ciudad de México en este proceso electoral.
Es la distancia que hay, por ejemplo, entre cuidar a nuestras niñas o dejar a las mujeres a merced de jefes violentadores y poderosos.
Pero hay más:
El reconocimiento de personas indígenas, que pueden mirarse con rostros sonrientes en los murales del mercado Quetzalcóatl, y en las imágenes de las azoteas que colorean el espacio, comúnmente gris, de las periferias, en oposición a las propagandas de inmobiliarias, con torres de acero, edificios vacíos, y las expresiones racistas de los funcionarios del PAN.
O la diferencia entre construir una línea del Cablebús para acortar las distancias de personas que trabajan en las alcaldías centrales y la propuesta, expresada esta misma semana por Santiago Taboada, de cobrar tarifas diferenciadas en el Metro, para que paguen más los que menos tienen.
Lo que se juega en la capital del país este 2 de junio es más que el refrendo simbólico del obradorismo, y más que conservar para Morena la ciudad que gobernaron Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum y que, desde 1997, ha sido vanguardia de los derechos.
En el fondo, se trata de una batalla por la dignidad de las mayorías. Como le dijo la socióloga y filósofa Teresa Rodríguez de la Vega al periodista Alejandro Almazán, en una crónica sobre las utopías publicada en Milenio:
“No hay proyectos más contrarios que el de Brugada y el de Taboada. Mientras que la Benito Juárez se gentrifica; en Iztapalapa se dignifica a la periferia”.
Santiago Taboada llegó a vivir a la Benito Juárez en 2001, cuando tenía 16 años y estudiaba la preparatoria en el Centro Universitario México, el CUM. Es el menor de los cuatro hijos de una familia de clase media y lo más destacado de su biografía en la infancia es que jugó en las fuerzas básicas del América, se mudó varias veces -de la Condesa, a Coyoacán y a la Narvarte- y ayudó a su abuelo materno en una botica. Su abuelo lo trataba «como un trabajador más y lo ponía a barrer la banqueta, a limpiar los estantes y a preparar chochos de árnica», dice el perfil que escribió Alberto Tavira. También trabajó como mesero de una cafetería Coffee Station y entrenó un equipo infantil de futbol.
Cuando cursaba el último año de la preparatoria, ya con 18 años cumplidos, tocó la puerta de Acción Nacional para unirse a Acción Juvenil, en donde conoció al grupo que definiría su historia política y de negocios. Tenía 20 años y estudiaba Derecho cuando comenzó a trabajar como asesor del diputado Jorge Romero en la Comisión de Juventud y Deporte de la Asamblea Legislativa.
Lo que siguió es conocido: formaron una nueva generación de jóvenes católicos que entraron a la política como herederos de la doctrina del PAN, pero lo único que aprendieron del último doctrinario, Carlos Castillo Peraza, fue lo que no había que hacer para ganar una campaña. Como narra en el Explicador Político Ernesto Núñez, uno de los periodistas que más conoce a ese partido: “Aquellos muchachos pasaron muy pronto de la ingenuidad doctrinaria al pragmatismo sin escrúpulos”.
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La historia de Clara Brugada Molina no puede ser más opuesta. Ella nació en la alcaldía Benito Juárez, pero se fue a vivir a San Miguel Teotongo como maestra voluntaria de una escuela comunitaria cuando aún estaba estudiando economía en la Universidad Autónoma Metropolitana. Santiago Taboada ni siquiera había nacido cuando Clara Brugada hacía trabajo social en una colonia que apenas se estaba formando.
A Andrés Manuel López Obrador lo conoció en 1991, cuando el luchador tabasqueño organizó el Éxodo por la Democracia y fue recibido por la asamblea de San Miguel Teotongo a su llegada a la Ciudad de México. Desde entonces, caminaron en paralelo en la política y el movimiento social, primero en el Partido de la Revolución Democrática y luego en Morena.
Pero, a diferencia de López Obrador o de la propia Claudia Sheinbaum, Clara Brugada se reivindica feminista. Desde 1984, cuando se formó la regional de mujeres de la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup), ella se ha dedicado a trabajar en tres pistas: la desigualdad social, la democracia dentro de las organizaciones y la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
No es casual que la Internacional Feminista que se fundó en abril de 2023 ante el avance de los facismos tuviera como sede la Utopía Libertad, un espacio de 30 mil metros cuadrados recuperados de la zona de amortiguamiento del Reclusorio Oriente para un planetario, invernaderos y huertas ecológicas.
Ni que en su discurso de arranque de precampaña en el Monumento a la Revolución, hablara de tres sueños: Una ciudad feminista, una ciudad educadora y una ciudad de los cuidados.
«Cuando decimos ‘Es tiempo de mujeres’ no nos referimos exclusivamente al equilibrio de quien gobierne, Pueden llegar todas las mujeres pero lo que importa es qué hacemos para transformar la vida de las mujeres”, dijo a Pie de Página, en una conversación en la que también explicó que bajar la incidencia delictiva pasa por construir «territorios de paz y territorios de igualdad”.
En mayo de 2023, cuando Santiago Taboada aún era alcalde de Benito Juárez, un grupo de vecinos recolectaba firmas para demandar su destitución. Unas 20 personas, entre las cuales lograron identificar a trabajadores de la Alcaldía, comenzaron a agredirlos con golpes e insultos.
Mientras golpeaban y arrebataban los celulares de los vecinos y volteaban las mesas de recolección de firmas, por el lugar no pasó ninguna patrulla del operativo “Blindar BJ”, el modelo de vigilancia con el que Taboada se ufana de haber asegurado la paz y la seguridad en la demarcación.
Los actos permanecen impunes, como el amedrentamiento que han sufrido distintos vecinos de esa alcaldía. Esa impunidad es el fruto de más de dos décadas de operación de un grupo que ha crecido dentro de Acción Nacional y que se conoce como Los Ocean, o Los cinco quintos.
Los Ocean se reunían en la ahora extinta cantina Ocean Drive, ubicada en San Ángel y formaron un sistema de control basado en castas, que entregaba el liderazgo de grupos de trabajo solo a sus miembros allegados. El grupo nuclear estaba formado por Jorge Romero, actual diputado federal que busca el control nacional del PAN: Christian Von Roehrich, exalcalde preso por su implicación con el llamado Cártel inmobiliario; Mauricio Tabe, alcalde de Miguel Hidalgo que busca la reelección; Andrés Atayde Cortina, dirigente del partido en la ciudad y, Santiago Taboada.
A las reuniones asistían otros colaboradores del grupo, como Luis Mendoza, actual candidato a la alcaldía en Benito Juárez, quien apodó a su líder, Jorge Romero, como el Führer, como le decían a Hitler en la Alemania Nazi, supuestamente por la dureza con las que manejaba el trabajo.
En su libro “Decisiones Difíciles”, el propio expresidente Felipe Calderón narra cómo el grupo de Los Ocean fue apoderándose poco a poco de posiciones al interior del partido para afianzar el control político de la Benito Juárez, en un proceso que Calderón llamó “el principio del fin de Acción Nacional”.
Este control inició cuando la camarilla consiguió el poder de los padrones de afiliación al partido. En una entrevista concedida a Sin Embargo, Miguel Antonio Morales Zepeda, extrabajador de la alcaldía, contó cómo este grupo lo obligó a “rellenar” indebidamente el padrón y afiliar a miles de personas a Acción Nacional sin su aprobación.
A pesar de la derrota en las urnas en 2012, este grupo aseguró importantes espacios: Jorge Romero fue electo jefe delegacional y a su equipo llamó a Andrés Atayde y Luis Mendoza. Christian Von Roehrich y Santiago Taboada fueron electos diputados de la Asamblea Legislativa y Mauricio Tabe se hizo con la dirigencia del PAN en la ciudad.
Desde esas posiciones, la camarilla inició la operación conocida hoy bajo el nombre del Cártel Inmobiliario, bajo la cual daban permisos indebidos de construcción a edificios que sobrepasaban las alturas permitidas a cambio de recibir departamentos y sobornos millonarios.
El desarrollo del Cártel Inmobiliario fue solo una de las estructuras bajo las que Los Ocean se hicieron de dinero y poder, según las investigaciones de la Fiscalía General de Justicia; a su servicio también se encuentran redes amplias de control del comercio informal en las alcaldías que usan a conveniencia como grupos de choque, como los que interrumpieron a los vecinos que recolectaban firmas para la destitución de Taboada en 2023.
No son prácticas nuevas, dice María Luisa Rubio, quien ha dedicado buena parte de su tiempo durante la última décadas a luchar contra la corrupción inmobiliaria en la demarcación.
Narra una historia que ocurrió en 2013, cuando acudió, junto con otros vecinos, al primer informe de gobierno de Jorge Romero para protestar en contra del proyecto de una torre de 47 pisos que se pretendía alzar junto al Polyforum Siqueiros, y que fue cancelado eventualmente. Como al grupo que recaudaba firmas para la revocación, María Luisa y el resto de los vecinos fueron enfrentados por un grupo de choque, entre quienes reconocieron a colaboradores cercanos de Jorge Romero.
Para Gabriela Ortega, vecina de la colonia Villa de Cortés, y quien fue parte de la Comisión de Participación Comunitaria (Copaco), una figura reconocida por las autoridades electorales, la presencia de estas estructuras tampoco es ajena.
“Entendí muchas cosas de los servicios”, dice la vecina, sobre el trabajo de los servidores de la alcaldía, que funcionaba en una lógica de zanahoria o palo: “Para que arreglaran cosas en la colonia tenía que ser buena onda con los panistas, no tenía que exhibirlos en redes y tenía que alabar el mínimo trabajo que hacían”.
A ella la amedrentaron en redes por reclamar el trabajo de los servidores públicos, especialmente del director de Desarrollo Urbano, Alberto Islas. Las agresiones aumentaron cuando decidió proponerse como integrante de la Copaco
“Usaban trolls y cuentas falsas, que decían vas a perder, me amenazaban, para no ser parte del comité ciudadano, incluso al mismo Luis Mendoza le pregunté que si me iba a apoyar, y me dijo que no, porque le he llamado corrupto, que mejor apoyaría a alguien de su confianza”, cuenta la vecina.
“Es una violencia pasiva de que si no agradeces o no estás con ellos y eres su enemigo,te atacan, pero te muestran sus forma de agradecimiento si eres leal, si no criticas, si callas”.
Como cereza del pastel, en abril pasado Taboada anunció una alianza con el sindicato Libertad, señalado por su férreo y violento control de obras, predios y otro tipo de giros como los gremios de taxistas y mototaxistas. El líder de este sindicato, Hugo Bello Valenzo, fue vinculado a proceso por extorsión, amenazas y robo en 2020. Estuvo preso en la cárcel de Barrientos, acusado de secuestro exprés, pero obtuvo una sentencia absolutoria. De acuerdo con el diario La Jornada eso fue posible porque la víctima fue amenazada para no ratificar la denuncia.
La tarea de cuidarnos es de todos.
La frase, pintada en una pared de la Utopía Meyehualco resume el proyecto político de Clara Brugada.
Comidas corridas a 11 pesos, lavadora de 7 kilos a 1 peso, que usa un sistema ecológico para el cuidado del agua en una zona donde escasea, mientas los más pequeños son cuidados por una joven licenciada en pedagogía; talleres de memoria para las personas mayores, rehabilitación física personalizada, dentista, ginecóloga, asesoría jurídica para mujeres agredidas, masajes, talleres de masculinidades. Instalaciones deportivas, alberca olímpica, gimnasio de boxeo profesional, bibliotecas, salas de música, centros de atención para adicciones, espacios de esparcimiento con Dinosaurios y con explicaciones de un paleontólogo joven y muy simpático, museos con salas de inmersión marina, huertos ecológicos, murales por todos lados. ¿En qué no pensaron?
Periodistas y académicos hacemos el recorrido que organiza la alcaldía para conocer las utopías, la propuesta de movilidad y de recuperación urbana. Después de tres horas, nadie sale del asombro, ni quienes ya habíamos hecho recorridos por proyecto similares en otros países, como las comunas de Medellín, en Colombia.
Es el otro lado de la moneda de lo que nos cuentan los vecinos amenazados por funcionarios de la alcaldía Benito Juárez. Hablamos de una de las alcaldías más viejas de la ciudad, de las cuatro demarcaciones centrales, que tiene los servicios cubiertos y el Indice de Desarrollo Humano más alto de todo el país desde hace medio siglo. Y que, sin embargo, está en decadencia, amenazada por los procesos acelerados de especulación inmobiliaria y desplazamiento de sus poblaciones locales.
En contraste, Iztapalapa: una de las alcaldías que creció desordenadamente con las migraciones de la segunda mitad del siglo pasado, la más poblada de la ciudad, con 1.8 millones de habitantes que cuatriplican la población de la Benito Juárez. La que conserva tradiciones viejísimas como la representación de La Pasión de Cristo en la Semana Santa, o los múltiples altares a la Virgen de Guadalupe que se instalan en los 8 barrios más antiguos.
Subimos a la la línea 2 del Cablebús. Desde las alturas cruzamos la zona más densamente poblada de la ciudad, miramos las azoteas coloridas, con los 300 murales que fueron pintados por los propios habitantes con el apoyo de la alcaldía. Cada quien eligió su dibujo. Unos pusieron a sus gatitos y a sus perritos. Hay muchos de Los Ángeles Azules, orgullo iztapalapense. Daniel, nuestro guía, nos cuenta que son 10.6 kilómetros de longitud, siete estaciones, 330 góndolas que avanzan a 8 kilómetros por hora y 7 mil personas que cada día reducen más de una hora sus tiempos de traslado.
Del aire bajamos al mercado de Quetzalcóatl, a Iztapasauria, al Barco. Entre una y otra utopía nos topamos con cinco kilómetros de camellón recuperado de las tierras terrosas y abandonadas, que durante años fuero usadas como campos de futbol llanero. Ahora es un largo y verde espacio deportivo.
Vemos los murales afuera de la Unidad Habitacional Vicente Guerrero, que hace medio siglo visitó el presidente chileno Salvador Allende. Nos cuentan que en las calles, todas las noches, hay luz. Que en toda la alcaldía hay más de 14 mil murales Para quienes conocimos Iztapalapa hace tres décadas, el cambio es enorme.
También el contraste con el gobierno de la Benito Juárez.
Allá, la consigna es golpear. Aquí, la palabra clave es cuidar.
Alejandro es maestro, nació en Chiapas pero está radicado en la Ciudad de México desde hace 8 años. Llega al mitin en la explanada de la Alcaldía Benito Juárez con su hija Jaidi, de 5 años, en los hombros. Le compra una muñeca de Claudia Sheinbaum de 200 pesos. Cuenta que ha seguido al presidente López Obrador “toda la vida”. Está contento del relevo.
“Estoy feliz de que los primeros años de ella (señala a su hija) serán con una mujer presidenta. Todo ha cambiado”, dice sonriente.
A unos pasos de él está Germán, un trabajador de base de Morena que trae en su mochila una pancarta para toda mención en los discursos, desde “Amlo2018” hasta la de Omar García Harfuch.
“Me falta de Clara”, dice, y muestra una pulserita, que es lo único que ha logrado conseguir de la candidata a Jefa de Gobierno. “No hay, no se si se acabaron”.
Lo mismo cuentan otros vecinos y brigadistas de Morena en Benito Juárez: que tienen paquetes de camisetas, gorras y mantas de todos los candidatos, menos de Clara Brugada. “No se si sea porque es esta alcaldía muy panista, pero está raro aquí el partido”, dice una vecina que muestra videos de una barda en Xola que tenía una pinta de Clara Brugada y la borraron para poner una de Claudia Sheinbaum.
Son los saldos de una contienda interna en la que la militancia le ganó a la burocracia partidista. La misma militancia que, en las últimas semanas, se ha echado al hombro la promoción del voto por su candidata elegida.
En el evento están juntas, Clara y Claudia, como han estado varias veces en las últimas semanas. Llegan además el popular diputado Gerardo Fernández Noroña y el exprocurador de justicia de la ciudad, Bernardo Batiz, quien antes de unirse a Morena militó en el PAN y ha sido el contendiente más fuerte que ha tenido el panismo en Benito Juárez. Ernestina Godoy, la exfiscal que investigó el Cartel Inmobiliario y que ahora compite por un lugar en el Senado, es, por mucho, la funcionaria más aplaudida en los mitines de Morena.
También llega Gabriela Cuevas, la expanista que en 2005 presentó la denuncia para desaforar a López Obrador y que ya desde 2018, estuvo en esta misma plaza, con él como candidato a la presidencia y Sheinbaum para la ciudad. El que ya no llegó fue el otro expanista presentado hace seis años, Germán Martínez.
Ahora hay nuevos aliados, como el Partido Verde, También hay mantas multicolores que dicen Tiempo de mujeres.
La alcaldía apaga sus luces cuando Clara Brugada comienza a hablar, pero poco importa a los asistentes, que están confiados en que Morena va a ganar el país y la ciudad. La alcaldía es imposible, reconocen, aunque la candidata presidencial reclame a Santiago Taboada que su campaña está colgada de acciones que hizo el gobierno central.
“Les vamos a ganar”, dice Clara Brugada.
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En la recta final de esta larga campaña, arrecia la guerra sucia y corren rumores sobre un intento del frente opositor de anular la elección. Nunca ha ocurrido a nivel nacional. Las alertas apuntan a la falta de cobertura de funcionarios de casilla.
En unos días se sabrá si esta ciudad en la que el obradorismo inició su movimiento social y que se ha mantenido en la vanguardia del progresismo durante tres décadas (a veces por márgenes cortos) mantiene la vocación que entraña el principal postulado de López Obrador: Primero los Pobres. Una apuesta a la que Clara Brugada le ha sumado otros actores: las mujeres, las infancias y los pueblos.
Las encuestas, hasta ahora, dicen que así será.
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