29 enero, 2023
Investigadores de la han observado repudio y cansancio de la sociedad hacia grupos delictivos después del «culiacanazo»
Texto: Alexandra Figueroa / Revista Espejo
Foto: Revista Espejo
SINALOA. – El Cártel de Sinaloa y sus miembros ahora son menos populares en Sinaloa, pues los ‘Culiacanazos’ provocaron un resentimiento profundo en la sociedad, de acuerdo con académicos especialistas en estudios de la violencia.
El filósofo, investigador y catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Juan Carlos Ayala Barrón, comentó que debido a la magnitud de los acontecimientos ocurridos el 17 de octubre del 2019 y el 5 de enero del 2023, conocidos como el primer y segundo “Culiacanazo”, la población se sumergió en un resentimiento profundo dirigido al crimen organizado.
“Para mí, más que el del 2019, este del jueves 5 de enero sí representa más un quiebre que el anterior. Esto porque le he dado seguimiento a muchos comentarios de chats, de videos, de noticias del 2019 donde la aceptación a estos grupos criminales era muy fuerte, pero hoy veo en la sociedad mucho repudio, mucho resentimiento y creo que esto marca una diferencia”.
El 5 de enero de 2023, autoridades federales realizaron un operativo para capturar a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en la sindicatura Jesús María, en Culiacán. Contrario al operativo ejecutado el 17 de octubre del 2019, el del 5 de enero tuvo resultados positivos, lo que desencadenó una respuesta violenta por parte de grupos armados que amenazaron civiles, robaron autos y bloquearon vialidades, desatando así el terror de la ciudadanía.
Antes de que sucediera el segundo Culiacanazo, el 54 por ciento de los culiacanenses consideraba que la ciudad estaba protegida por el narcotráfico. Esto, de acuerdo con un estudio presentado por el Consejo Estatal de Seguridad Pública (CESP).
Este es un aspecto peculiar, pues la percepción puede ayudar a comprender la convivencia diaria que existe entre habitantes y personas dedicadas al crimen, cuyo nexo es implícito únicamente por formar parte del mismo territorio geográfico, más no por tener tratos en común.
Miguel Calderón, coordinador del CESP, comentó que, debido a los hechos del 5 de enero del 2023, si esa encuesta se realizara actualmente es muy probable que los resultados fueran diferentes debido que la población resultó dañada durante ese día.
“Seguramente ese porcentaje hubiera cambiado debido al promedio de víctimas y la generalización del caos que se presentó, pues todavía tiene impacto en la emoción, en la ansiedad, en la zozobra, en el caos, tan es así que muchas familias deciden resguardarse en espacios públicos y no sacar sus vehículos nuevos porque se sienten amenazados”, dijo.
En ese mismo sentido, Ricardo Jenny del Rincón, titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública (SESESP), concordó con lo mencionado por Calderón, pues señaló que debido a lo ocurrido el 5 de enero del 2023, bajó la percepción de seguridad que siente la ciudadanía con respecto a estos grupos delictivos.
“Después del Culiacanazo del primer evento, la percepción de la sociedad hacia estos grupos disminuyó significativamente y yo esperaría que en este caso también eso suceda”, dijo.
Culiacán es una ciudad de aproximadamente un millón de habitantes, con problemas similares a las de cualquier otra ciudad, pero con un extra que se destaca: la narcocultura.
Esa narcocultura se puede observar en el diseño de viviendas, panteones con construcciones que tienen instalaciones de internet, aire acondicionado y estacionamientos particulares para visitantes. También puede observarse en la gran cantidad de vehículos de lujo que son comprados en efectivo, o en aquellas plazas comerciales con alquileres caros que sobreviven pese a no tener quién les rente sus espacios.
César Burgos, psicólogo y académico de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), comentó que debido a estos acontecimientos conocidos como “Culiacanazos”, el narcotráfico y los narcotraficantes pierden la aceptación de la ciudadanía.
Esto como consecuencia de una exhibición y uso de violencia que afecta directamente a una población civil indefensa.
“Será muy difícil sostener ese saber cotidiano de que “el narco nos protege”, “que el narco no te afecta si no te metes a eso”, “que uno se puede cuidar evitando ciertos lugares”, “que el narco es distinto en Sinaloa a otras regiones de México”, lo que encontramos ahora es una afectación directa, que genera miedo, inseguridad, tristeza, preocupación, desesperación, incertidumbre y una referencia constante a vivencias de una “violencia crónica” que vivimos en nuestra ciudad”, dijo.
Por ello, mencionó, es posible que comiencen a generarse cuestionamiento, descontento, desconfianza, escepticismo y rechazo hacia el narco.
De acuerdo con el investigador Juan Carlos Ayala Barrón, después de lo ocurrido el 5 de enero del 2023, se ha percibido en los comentarios y expresiones de la sociedad un cansancio y un descontento hacia estos grupos criminales.
Comentarios que se hicieron leer y escuchar hacia el poblado de la sindicatura Jesús María cuando se manifestó en Palacio de Gobierno de Sinaloa para exigir la salida de militares de la sindicatura.
“Me impresionó bastante porque no nada más se llegó a la frivolidad de los comentarios agresivos contra los pobladores que se manifestaron en palacio de gobierno, sino que también hubo muchas expresiones de molestia frente a estos grupos”, dijo Ayala.
Añadió que si bien hay comunidades que aceptan a los grupos del narco y adoptan estos estilos de vida, también hay una parte de la sociedad que está en contra del crimen organizado.
Por lo tanto, dijo, aunque es un tema que se debe investigar a profundidad, es probable que se vean cambios en las percepciones sociales y en la industria cultural.
“Vamos a ver cómo la industria cultural se maneja con el tema de los narcocorridos, vamos a ver cómo la industria cultural se comporta con el tema de las modas que están vendiendo con las cachuchas, los afiches de los sombreros, las pizzas”.
Miguel Calderón comentó que es necesario aprovechar este quiebre que tiene la ciudadanía con las figuras del narcotráfico, para generar estrategias de promoción de paz, ya que si bien se observa un descontento, lo mismo sucedió las semanas siguientes del primer Culiacanazo, y luego volvió a la normalidad.
“Mi impresión del primer Culiacanazo del 17 de octubre es que había una especie de traición, un sentimiento colectivo del ciudadano de (…) que había roto el pacto con la sociedad de Culiacán, pero a las pocas semanas se olvidó y tan se olvidó que en la encuesta de septiembre pasado aparece más del 50% de la población de Culiacán pensando que el narco sí protege a los culiacanenses”, dijo.
Por lo tanto, concluyó, este es el momento para aprovechar este sentimiento y trabajar por un Culiacán más pacífico.
Este trabajo fue publicado originalmente por Revista Espejo. Pie de Página lo reproduce gracias a la Alianza de Medios, de la cual forma parte. Aquí puedes consultar la publicación original.
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