El costo oculto de ser el ‘granero de México’

27 enero, 2024

Esta es una crónica de una visita a la última casa de Karen, la menor de 8 meses, hija de padres migrantes al interior de una cuartería en Adolfo Ruiz Cortines, Guasave

Texto: César Ernesto Hernández / Revista Espejo

Foto: Hanna Corvera

SINALOA. -A medio camino entre Los Mochis y Guasave, las dos ciudades más importantes del norte de Sinaloa, se encuentra Adolfo Ruiz Cortines, un pueblo rodeado por tierras de cultivo desde la costa hasta donde empiezan los cerros y por cuyas calles transitan decenas de camiones amarillos que llevan y traen a los jornaleros a los campos agricolas.

Cortines, como se le llama, es una sindicatura cuya vida social gira en torno a la actividad agrícola y, como sucede también en pueblos de por lo menos cinco municipios sinaloenses, cuentan con comunidades de personas migrantes que trabajan a temporadas en la cosecha de diversos cultivos.

Gloria Bolaños Casimiro, mamá de Becky y de Karen, llegó a Ruiz Cortines hace dos meses con su esposo y sus dos hijas y ha trabajado en la pizca de tomatillo. Ella es originaria de Guerrero, del Cerro El Maguey, una comunidad indígena en la que en 2020 se contaron apenas 257 personas, de las cuales 43 por ciento no hablan español.

En aquel pueblo de apenas 50 casas no todos los hogares tienen acceso a celular, televisión o incluso radio, y son menos aún aquellos que tienen computadora o laptop. Teléfono fijo, lavadora, automóviles o internet ahí son inexistentes en las estadísticas.

A diferencia del Cerro del Maguey, en Ruiz Cortines casi todos los hogares tienen televisión, refrigerador, sanitario y celular; sin embargo Gloria ya no ve a este pueblo solo como un lugar de mejores condiciones y empleo mejor remunerado, sino como el lugar en el que falleció Karen, su hija de apenas 8 meses de edad.

Las cifras del último censo de población cuentan hasta el 2020 14 mil 623 habitantes en Adolfo Ruiz Cortines y sus comisarías, de estos 21 por ciento provienen de fuera de Sinaloa, 13 por ciento son personas indígenas y el 6 por ciento habla una lengua indígena.El censo también contó a alrededor de 60 (0.4%) personas en el pueblo que no hablan español.

Casa en obra negra habilitada como cuartería en Adolfo Ruiz Cortines, Guasave. Última morada de Karen. Foto: Hanna Corvera

Con 19 años de edad, estudios de secundaria y la reciente muerte de su segunda hija, Gloria se comunica en español de manera atropellada.

-¿Es la primera vez que vienes a Sinaloa?

-Sí.

-¿Cuántos años tienes?

-19 años.

-¿Cuánto tiempo tienes acá en Sinaloa?

-Como dos meses.

-¿Y tú no vas al campo?

-Del tomatillo pues

-¿Pero ahorita no fuiste?

-Porque mi hija apenas vino al hospital, ayer vinieron por eso mismo pues.

-¿Cómo está tu niña?

-Si, ya está bien.

-¿Estaba enferma?

-Se enfermó cuando falleció su hermana, y ahí, no sé cómo lo pensó ella sí por eso se enfermó.

Todas sus respuestas son breves y volteando la mirada.

Casa en obra negra habilitada como cuartería en Adolfo Ruiz Cortines, Guasave. Última morada de Karen. FOTO: Hanna Corvera

A la entrada de la casa  en obra negra habilitada como cuartería se encuentra una suerte de patio central en el que las cuerdas de tendidos van y vienen mientras el poco sol y viento del día secan la ropa de los habitantes de los 16 cuartos o espacios disponibles. Al fondo están los lavaderos, y al costado izquierdo de la edificación, planta baja y primer piso forman hileras de cuartos disponibles para renta a 800 pesos el mes.

En el segundo piso de está casa, un frío y atiborrado rincón de no más de dos metros de fondo por cuatro de largo, separado del espacio común por apenas una buena porción de plástico negro, fue la última morada de Karen en su corto paso por la vida; y es también el sitio donde por lo menos por dos meses más seguirán descansando Gloria, su esposo y su pequeña Becky.

Sobre el fallecimiento de Karen, Gloria cuenta que fue atendida por un médico luego de complicaciones por dificultades respiratorias tras dos días de tener tos y flemas, pero al regresar a la cuartería la niña ya no presentaba signos vitales.

Luego de darse a conocer el caso y exponerse en la conferencia semanera del Gobernador Rubén Rocha Moya, administradores públicos de distintas oficinas acudieron al pueblo para hacer una revisión de las condiciones de vida y atender situaciones de urgencia; Rocha Moya se comprometió a entablar un convenio con los productores que contratan a los trabajadores para dignificar estos espacios.

A Gloria la ayudaron con un lote en el panteón y una caja para Karen.

Pero situaciones similares a estas se viven a lo largo de todo el año. Tan solo en las últimas semanas, diversos medios de comunicación reportan sucesos como casos de dengue en cuarterías, mujeres que dan a luz al interior de estos sitios, personas heridas en riñas, el hallazgo de un menor con graves quemaduras por pirotecnia sin atender e incluso el hallazgo en la vía pública de dos jornaleros migrantes sin vida este mismo martes 23 de enero.

En marzo del 2023 otra situación atroz ocurrió en cuarterías pero de la sindicatura de Juan José Ríos, también en Guasave. El 19 de aquel mes se dio a conocer el fallecimiento de cuatro niñas y niños por neumonía y desnutrición, así como la detección de otros 80 menores con problemas de salud que requirieron atención hospitalaria.

Según reportes de Revista ESPEJO referentes a aquel suceso, una pieza clave en este esquema [que permite que personas vulnerables como Gloria sean explotadas y sufran múltiples violaciones a sus derechos humanos con el fin de subsidiar la producción agrícola estatal], es la actividad irregular conocida como el fleteo, UN ESQUEMA DE SUBCONTRATACIÓN NO REGULADO que abarata costos a costa de contribuir a la desintegración del tejido social, con indignantes consecuencias que, en última instancia, pasan a ser responsabilidad del estado.

Al final del día, Gloria y miles de los jornaleros que vienen a trabajar a Sinaloa se encuentran en una situación de total abandono patronal e institucional, pues muchos de ellos no cuentan con un solo esquema de seguridad social.

Pero si en realidad no hay soluciones posibles que no provengan del libre mercado, cabe preguntarse ¿Qué pensarían los consumidores de las hortalizas y granos de Sinaloa al conocer las condiciones en las que se producen los ingredientes de los platos que sirven a sus familias? 

Esta nota fue publicada originalmente en REVISTA ESPEJO, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.

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