14 septiembre, 2025
El concierto de Residente en el Zócalo de la Ciudad de México se convirtió en un potente acto político de apoyo a Palestina. El evento, ignorado en la cobertura oficial, demostró que la voz del pueblo exige solidaridad real, no neutralidad cómplice, y sirvió como crítica a aquellos artistas que, teniendo mayor alcance, eligen el silencio o la comodidad ante el genocidio
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Edgar Negrete Lira / Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – El pasado 6 de septiembre se realizó en el Zócalo de la Ciudad de México un concierto gratuito de Residente, rapero conocido por sus décadas de trayectoria en la lucha social a través de la música. Durante todo el evento, entre canto y baile, gobernaron mensajes de resistencia, enfocándose principalmente en la exigencia de la liberación palestina. El posicionamiento fue directo y así nos abrió la puerta para discutir un tema del que se ha venido hablando cada vez más conforme se agrava la situación en Oriente: el papel de los artistas famosos ante un genocidio.
El concierto fue abierto por Niña Dioz, Arianna Puello, Ximbo, Azuky, Mena y Prania Esponda, seis raperas mexicanas que con sus voces remarcaron el espíritu combatiente del pueblo, principalmente de las mujeres. Así, dieron entrada al rapero puertorriqueño.
Fueron 180 mil asistentes los que llenaron la explanada, la cual estaba rodeada de luces tricolores y decoraciones conmemorativas al mes patrio. La bandera mexicana ondeaba en la cima del asta al son de las canciones; sin embargo, esta no era la que portaba el pueblo; la que sostenía la gente con sus manos era la bandera palestina.
Residente ha dejado clara su postura, cancelando públicamente su participación en festivales sionistas y utilizando sus plataformas para recordar que lo que ocurre no es una guerra, sino un genocidio. Es por ello que, sin que él lo pidiera, el evento fue un llamado a la protesta y, desde su anuncio, la población comenzó a organizarse, desde llevar banderas hasta actividades culturales previas al concierto. Muchos asistimos no solo por el gusto por sus canciones, sino también como acto político, porque simpatizamos con la causa que el cantante ha externado en su trabajo y asistir a un concierto implica un apoyo al artista.
Al ver la organización, sabíamos que sería un espacio de posicionamiento; lo que tal vez no dimensionamos fue la magnitud con la que esto sucedería.
Se inició el concierto con un canto que terminó con el grito «¡Viva Palestina!», para dar entrada al cantante, que portaba una sudadera que decía lo mismo, recitando «El baile de los pobres». Desde el primer momento, las banderas se movían al ritmo del baile de la gente.
Entre canciones, Residente no paró de hablar sobre la resistencia de los pueblos, así como la importancia de la lucha estudiantil, haciendo mención incluso de las familias de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Pero lo que para muchos fue el momento más conmovedor fue cuando subió al escenario la familia Abed, la primera familia refugiada palestina que logró llegar a México.
El micrófono se le dio a Alma, una niña gritando por un alto al genocidio junto a sus padres y sus cuatro hermanos. Luego, el menor de todos, de aproximadamente dos años, se mostró ansioso por tomar el micrófono y, cuando se le otorgó, ya no quiso soltarlo, pataleando y gritando cuando se lo quitaron; tal vez él no lo supo, pero su pequeño berrinche fue un símbolo muy esperanzador, pues nos recordó que la esencia de las infancias no se pierde, sino resiste; que hay risas que nunca podrán matar y que debemos proteger. Los niños deben enojarse y alegrarse con esa rapidez, llorar por cosas así de sencillas, no por pasar hambre ni ser testigos de la masacre.
Se mostró una posición clara no solo por parte del cantante, sino también del pueblo. Sin que el rapero lo pidiera, comenzó a corearse el nombre de Palestina en la explanada. Luego, tomó la iniciativa para que todos repitieran «Palestina libre», pidiendo que se encendieran las luces para que se vieran las banderas. Mientras se despedía de la familia, el público exclamaba que los niños en Gaza no son una amenaza.
Residente comprendió su situación; lo que hizo fue utilizar su posición social para apoyar una causa acorde a sus ideales. Entendió que el silencio es cómplice y la indiferencia no es solo un privilegio, sino que también forma parte del problema. Es consciente del impacto que tienen sus actos y decide hacer algo de provecho con ello. Desde sus posibilidades, que son muchas, logra que el mensaje se visibilice, generando mayor concientización. Así, quien no está familiarizado con la situación se entera; quienes ya se posicionaron tienen un refugio para la manifestación política, mientras que los sionistas saben que en ese espacio no son bienvenidos.
Por otro lado, el evento funcionó como respuesta a las evasiones gubernamentales en torno al genocidio. Se demostró que las declaraciones de las autoridades no representan el sentir del pueblo. Si comparamos ambas narrativas, vemos que hay una que se dice neutral a la vez que utiliza fuerzas de espionaje y armamento israelí para entrenar los cuerpos que reprimen las manifestaciones pro Palestina; la otra parte, ondea la bandera y corea el nombre de Palestina por convicción genuina.
Cabe mencionar que, a pesar de que la liberación palestina fue un foco central durante las dos horas de concierto, en la cobertura oficial registrada por el gobierno de la ciudad no se hace la más mínima mención. Sin embargo, no pudieron evitar al propio artista, que con su misma vestimenta ya mandaba el mensaje; de esta forma, a pesar de ignorar lo sucedido y cortar las imágenes de las banderas en el público, la frase «Palestina libre» sobrevivió a la censura, ya que evitar mostrarla implica no mostrar al artista. Lo mismo pasó con Silvana Estrada, cantante mexicana invitada, que portaba un hiyab.
Eso es lo que muchas personas del gremio artístico no han asimilado: que su voz y sus acciones son visibles y tienen cierta repercusión social. Si bien no tienen el poder por sí solos de cambiar el problema de raíz, sí tienen posibilidades de accionar a niveles distintos de la población común.
A medida que la desgracia ha aumentado, se ha discutido cada vez más sobre las posturas de las celebridades en el mundo del arte. Se viralizó el caso de Miguel Adrover, diseñador que públicamente rechazó trabajar con la cantante española Rosalía debido a su silencio sobre el tema. Tras las críticas, la artista reconoció su apoyo al pueblo palestino, pero mencionando que la presión debería dirigirse a las autoridades. A raíz de ello, múltiples artistas salieron a externar su postura en favor de Gaza.
Pero a estas alturas eso ya no es suficiente. Siempre es favorable todo tipo de reconocimiento a Palestina; no obstante, considero que muchos de los artistas no han dimensionado la situación. Comienzan a politizarse cuando comienzan a perder oportunidades, cuando la opinión pública se pone en su contra y, aunque asuman una buena postura, pareciera que es más por interés. Sí, quienes realmente pueden intervenir son los gobiernos, pero es que ya existe una presión hacia ellos y la voz de las celebridades con mayor alcance es una suma valiosa a las exigencias.
Los artistas deben reconocer que no están en las mismas circunstancias que el pueblo común que se manifiesta. Tienen una capacidad económica para hacer un apoyo mucho mayor y cuentan con un exuberante alcance mediático para visibilizar, pero deciden no hacerlo. No es que sea su obligación, pero es cuestionable que estén al tanto de lo que ocurre y no actúen al respecto. Cada quien hace lo que puede con lo que tiene; ellos pueden y tienen mucho para hacer.
Por más que se posicionen en redes sociales, siguen trabajando con empresas y marcas cómplices del genocidio, porque su postura se les olvida cuando esta les hace perder contratos y sus ingresos disminuyen, como si no contaran ya con un gran capital acumulado.
A pesar de ser una minoría, han sido varias las celebridades que han perdido oportunidades y han quedado en el olvido mediático desde que externaron su postura, pero a pesar de ello se mantienen firmes, ya que entienden que ningún contrato puede disminuir el peso de un genocidio.
La situación de hoy en día para Palestina es crítica e ignorarla habla mucho de nosotros como humanidad. La presión hacia la clase alta no es únicamente para que estén a favor o en contra de alguna situación, sino para que aporten a la lucha utilizando sus privilegios.
Residente en el Zócalo demostró que los artistas tienen un innegable papel político ante la situación global. Que el privilegio puede ser usado de manera provechosa para la gente que le da la fama. Existen personajes de alcance aún mayor que podrían estar haciendo esto y más, pero están decidiendo evitarlo y eso los convierte en una parte del problema.
Es necesario que seamos críticos con lo que escuchamos. La música siempre ha sido una herramienta política y la forma en que se ejerce nos dice mucho del tipo de persona que es cada cantante. Cuando esta se utiliza como cortina de humo o como una simple distracción ante las catástrofes humanitarias, entonces pierde la esencia disruptiva que tiene el arte y se convierte más en un mecanismo de invisibilización, cómplice de la opresión.
El concierto se puede ver de manera gratuita en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=kCQdQpEVWaE
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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