Al cumplirse 30 años del alzamiento zapatista, una nueva etapa surge para hacer frente a la violencia que incrementa día a día en el país. Una propuesta desde los pueblos originarios que protegen la tierra y la vida.
Texto y fotos: Isabel Mateos
UN NUEVO HORIZONTE, CHIAPAS.- “Nosotros vamos a seguir ese camino y nos vamos a defender. No necesitamos matar a los soldados y a los malos gobiernos, pero si vienen nos vamos a defender, y por eso nosotros hemos hecho a un lado a ellos a lo largo de 30 años” dijo el Subcomandante Insurgente Moisés del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en las semanas antes del inicio del aniversario del levantamiento zapatista de 1994.
Desde el fin de octubre se publicaron comunicados anunciando un cambio a la estructura de este histórico grupo en resistencia. Se citó a sus miembros en el caracol Resistencia y rebeldia: Un nuevo horizonte, inaugurado hace tres años en las puertas de la Selva Lacandona. Como bien señalaba la invitación general, los y las firmantes de la llamada Declaración por la vida, quienes estaban a favor de defender sus territorios, serían bienvenidos; también se abrieron las puertas a muchos otros aliados.
De acuerdo esos los comunicados, ahora ya no hay Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MARZ), se llamarán en adelante Gobiernos Autónomos Locales Zapatistas (GALZ). Si antes había cientos de MARZ ahora habrá miles de GALZ, que serán responsables de sus clínicas, de sus escuelas autónomas y de la organización con sus vecinos no zapatistas. Esta reorganización aumentará la defensa y seguridad de los pueblos. Como se dijo en la veinteava parte de los comunicados: «si preguntan de quién es ese terreno o quien es el propietario, se va a responder: ‘de nadie’, es decir ‘del común».
Una primera caravana partió de la Ciudad de México en autobuses colectivos. La segunda días después, integrada ya por el Concejo Indígena de Gobierno y las diferentes luchas afines en contra de megaproyectos en todo el territorio. Esperaban escuchar la palabra colectiva de los y las compañeras zapatistas, también el baile, la música y el convivio que forman parte del espíritu de festejo y rebeldía.
Ya en el territorio zapatista con todas y todos alrededor de un campo verde rodeado de montañas, sobre un piso enlodado por la lluvia que cayó días anteriores, dieron inicio las actividades culturales. Las y los compañeros de los diferentes caracoles montaron obras de teatro para explicar, recordar, concientizar y analizar el contexto histórico y actual del territorio mexicano y del EZLN.
Nueve jóvenes entran a escena cargando unas mochilas grandes con sleepings amarrados a los costados, y unos maletines negros con el símbolo de pesos. Por los parlantes inician los diálogos de la obra.
– Wow, que bonito es aquí.
– Compañeros y compañeras, bienvenidos a nuestro territorio
– Aquí venimos a dejarles este apoyo…
Y así continuaba la obra, ejemplificando el apoyo internacional que el EZLN ha recibido a través de los años y cómo esto a su vez ha traído conflicto, pero de forma colectiva se ha solucionado para afianzar alianzas y luchas entre diferentes territorios. Como lo fue la Gira por la Vida, cuando por primera vez una representación de zapatistas visitó las luchas en Europa, al otro lado del océano pacifico.
En otra de las obras, una niña preguntaba y preguntaba sobre cómo los gobiernos engañan a los y las campesinas para quitarles su tierra, después de ofrecerles la legalización de los territorios. Preguntaba de los partidos políticos actuando sin importar el nombre o colores que usan, de formas muy similares acabando con las comunidades y la naturaleza misma.
Las obras de teatro respondieron a la necesidad de explicar hacia afuera la nueva organizacione del EZLN, como por ejemplo que el pueblo podrá defenderse si un megaproyecto intenta quitarle su tierra, podrán defenderse si grupos armados intentan extorcionarlos o usar sus tierras, la necesidad del cambio responde al intento por sobrevivir de los pueblos.
Después de las propuestas culturales zapatistas, la noche se dedico a las y los desaparecidos, a quienes buscan, a quienes han sido asesinados, a las madres, a los padres que lloran y no dejan de buscar. Frente a la comandancia, arriba en un templete de madera, una fila principal de sillas marcaba quienes no estaban. Los Ausentes. Niños asesinado, jóvenes asesinados, los desaparecidos, presos políticos. Los caídos en los más de 500 años de lucha.
El subcomandante Moisés tomo el micrófono. Primero en tseltal se dirigió a todos los y las asistentes zapatistas, después en español, habló sobre los gobiernos ajenos a su territorio: “Ellos creen que saben todo. Deciden por los maestros, deciden por los doctores, deciden por todos los sectores de trabajadores. Como quien dice que son sabelotodo, son sabelotodo porque ahí ganan dinero sin trabajar, sin sudar. por eso afirmo: La propiedad debe ser del pueblo y el común y el pueblo tiene que gobernarse en sí mismo”.
El subcomadante aseguró que las violencias que se vivián hace 30 años, no solo persisten, si no que han mutado. Ahora las noticias en el territorio que rodea los zapatistas no solo son sobre los grupos paramilitares sino también sobre los carteles, dedicados al tráfico de armas, personas, drogas, también son sobre el despliegue del Ejercito mexicano y Guardia Nacional en todo Chiapas, desde la frontera con Guatemala hasta Tabasco.
Al terminar el discurso, la música empezó a retumbar en el piso, los milicianos, milicianas, las compañeras otomíes, los del Itsmo, las de Ginebra, las francesas, los alemanes, el protector de la montaña en Michoacán, y todos aquellos firmantes por la declaración por la vida, aquellos, aquellas que mantienen la esperanza en que otros mundos son posibles movieron los pies al ritmo de «La del Moño Colorado».
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