Un problema con las semillas transgénicas es que son conocidas como terminator, porque se siembran una sola vez y al ser alteradas genéticamente por las corporaciones transnacionales ya no se reproducen y en la próxima temporada, se obliga a los campesinos a comprar la semilla a las mismas empresas
Texto: Itzel Urieta / Amapola Periodismo
Fotos: Oscar Guerrero y Salvador Cisneros / Archivo
GUERRERO. – Productores de maíz en Guerrero apoyan la posición del gobierno federal de no dejar que Estados Unidos y Canadá importen maíz transgénico, lo que generó una controversia entre México y sus socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En medio de las negociaciones del TLCAN, en octubre del 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió una sentencia donde prohibió el ingreso de maíz transgénico, bajo el argumento de que los organismos genéticamente modificados (OGM) dañan permanentemente la biodiversidad.
Por este hecho, Estados Unidos argumentó que México violó el TLCAN, también llamado Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés). Su argumento fue la perdida de exportaciones y aseguraron que el decreto de la SCJN era proteccionista y emocional.
México se mantiene en la postura de no permitir el ingreso de maíz transgénico, por lo que se abrió un panel para discutir una salida al tema que, de acuerdo con el calendario, deberá resolverse este 5 de enero.
“Mi opinión es que el gobierno de México tiene razón, aunque todavía no está muy definido que tanto daño hace el maíz transgénico, meter el maíz transgénico en México causaría un ecocidio por el tema de que somos país de origen”, afirmó Ventura Reyes Urióstegui, líder estatal de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA).
Con la posible llegada masiva del maíz transgénico, la cultura milenaria de sembrar maíz orgánico, de escoger la mejor semilla para el tipo de suelo, temporada y altitud, está en riesgo de desaparecer.
“La introducción del maíz transgénico lleva también a que se monopolice la venta de las semillas y a la desaparición de las variedades de maíz que alimenta a la población de México», agregó el líder de la UNTA.
La disputa entre México contra Estados Unidos y Canadá por el maíz transgénico genera incertidumbre en el campo guerrerense, sumado a eso, la sequía y la falta de apoyos a los productores afecta la producción del principal alimento de los mexicanos.
Aunque el narcotráfico y la migración ocupan el centro mediático de las negociaciones del TLCAN, durante meses están detenidos en otro tipo de conflicto: una pelea por alimentos.
Para Reyes Urióstegui el tema va de la mano con la producción de maíz en México, la cual asegura deber ser una producción que garantice la autosuficiencia alimentaria.
La mayoría de los productos derivados del maíz son importado de Estados Unidos y aunque oficialmente no hay confirmación de que se utilice maíz transgénico, nada les impide a las empresas del país vecino hacerlo.
Es decir, en México no se puede sembrar este tipo de maíz transgénico, tampoco se debería importar, pero Estados Unidos es el mayor importador de este grano y sus normas no son claras sobre el producto que llega a México.
El maíz amarillo de Estados Unidos que se sospecha es transgénico se ocupa para la producción de alimento para animales, alimentos procesados y algunas harinas para hacer tortillas, por lo que el mexicano a pesar de no producir maíz transgénico, está expuesto a ese producto en su vida cotidiana.
Al pollo de granja se le alimenta con este tipo de maíz importado de Estados Unidos y las frituras procesadas también se hacen de este maíz, de acuerdo con lo relatado por Reyes Urióstegui en entrevista telefónica.
“La cultura del mexicano en el campo es siempre tener una parcela de maíz y eso nos lleva que siembra bastante maíz para autoconsumo, de distintas variedades que el campesino selecciones depende del clima, el suelo y la altitud”, dijo Reyes Urióstegui.
La opción que tiene México contra el maíz transgénico es el maíz hibrido; un tipo de maíz que naturalmente, de manos de campesinos y académicos, combina especies de maíz nativo para mejorar la semilla.
En el caso del transgénico “el asunto es que las empresas semilleras transnacionales de Estados Unidos le han introducido genes que hacen resistente al maíz, sobre todo del glifosato, lo que genera que puedan aplicar herbicidas indiscriminadamente y al maíz no le afecta”.
“Esa alteración genética que hacen del maíz transgénico ayuda a los maíces para que no se lo coman las plagas, pero siendo para consumo humano esa alteración genética puede afectar al consumo”, agregó Reyes Urióstegui.
Para el biólogo Epifanio Blancas Calva, especialista en aves polinizadoras, la introducción de especies genéticamente modificadas pone en riesgo la reproducción natural de las especies de plantas y aves.
El maíz es una planta que realiza sola su propia reproducción; las espigas sueltan su polen y lo recogen los cabellos del elote, lo que genera su reproducción.
“Los paquetes tecnológicos con lo que alteran las semillas son un problema porque son sumamente agresivos para el ecosistema y acaban con todo, con los polinizadores, insectos, hierbas y hasta la especie humana”, explicó Blancas Calva.
Otro problema con las semillas transgénicas, de acuerdo con el académico, es que son conocidas como terminator, porque se siembran una sola vez y al ser alteradas genéticamente por las corporaciones transnacionales ya no se reproducen y en la próxima temporada, se obliga a los campesinos a comprar la semilla a las mismas empresas.
“El proceso de la selección del maíz se dio en Mesoamérica y consiste en seleccionar una por una la semilla, de decir cuál siembro, cuál guardo y de esa manera hoy tenemos una gran diversidad de semillas y maíces que están adaptadas a las condiciones locales de cada punto del país”, agregó Blancas Calva.
“El proceso histórico de selección de semillas se está truncando, lo cual es gravísimo y muchas veces en la ciudad no nos damos cuenta del problema que representa eso», consideró el académico.
De acuerdo con Reyes Urióstegui la falta de lluvias este año y la falta de apoyos para los productores también ponen en riesgo la cosecha y los precios del maíz.
Los datos de la UNTA indican que puede haber una merma del 50 por ciento en la producción del maíz este año, a consecuencia de la mala temporada de lluvias.
Para Reyes Urióstegui, en Guerrero, no hay datos precisos sobre la producción el maíz. Los datos varían porque las instituciones “siempre quieren dar la impresión de que hay buena producción y no aceptan que se disminuye la producción”.
El dato oficial de la Secretaría de Desarrollo Rural indica que se produce un millón y medio de toneladas anuales; la cifra del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) es de un millón 300 mil toneladas, dato que coincide con otras dependencias.
Esta nota fue publicada originalmente en AMAPOLA, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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