El sueño de María era conocer Vancouver con sus amigas de Baja California. Hoy permanece en la ciudad para exigir un castigo contra su abusador sexual, quien tras un año, sigue libre en la ciudad de British Columbia, Canadá
Texto: Nayeli Martín del Campo / @NinjeliSaya
Ilustraciones: Ideogram.ai
JALISCO. – “El novio de mi roomie me abusó sexualmente”, dice María, nombre que usaremos para hablar de la persona entrevistada.
Originaria de Baja California, María decidió mudarse junto con dos de sus amigas a Vancouver, British Columbia para trabajar indocumentada durante algunos meses; para muchos mexicanos, antes de 2024 era una oportunidad para obtener ingresos extras en un corto plazo.
Sin embargo, la vida de María cambió completamente al ser abusada sexualmente por Alex, el novio de una de sus amigas, a quien conocieron en Vancouver y con quien se mudaron para aminorar los costos de vivienda.
“Nos movimos a una casa para nosotras tres eran dos habitaciones, este chico no era una persona que me diera buena espina, él le dijo que quería vivir con ella y nosotras con la idea de no dejarla sola con este chico, pues le dijimos que sí, en lugar de que ella se vaya con él, pues mejor que él se venga y entonces nosotras podemos cuidar a nuestra amiga. Así nos cuidamos todas”.
El día de su cumpleaños, María y sus amigas decidieron beber. María perdió el sentido por el alcohol que había ingerido. Ella no sabía que el día siguiente su vida cambiaría completamente.
“En mi cumpleaños yo me puse muy borracha y en ese estado, el novio de mi roommate, me abusó sexualmente. Al día siguiente yo desperté porque sentí que me estaba moviendo, al abrir los ojos vi al novio de mi amiga, sobre mí, tocándome, haciéndome cosas. Para mí fue un shock”.
María es una de las víctimas de abuso sexual, un delito creciente en ese país. Tan solo en 2021, fueron denunciados 34 mil 242 casos en Canadá, según el Reporte de Violencia Familiar en Canadá, esto representó un incremento del 18 por ciento en comparación de 2020, una de las cifras más altas desde 1996.
En la provincia de Columbia Británica durante el mismo año se contabilizaron 6 mil 65 víctimas, según el reporte de Ministerio de Seguridad Pública y Subdivisión de Policía y Seguridad del Procurador General, un incremento del 14.1 por ciento.
Tras varias horas de shock y al percatarse de marcas en sus pechos y cuello, María decidió realizar la denuncia a las autoridades a través del 911 donde personal de la policía acudió a su domicilio para trasladarla al Hospital de B.C. Woman donde realizarían su revisión para canalizarla al área de abuso sexual.
“Ahí tomaron muestras, crearon una ficha sobre mí y me revisaron. Salimos de ahí como a las 3 o 4 de la mañana, no lo recuerdo. Una vez que hice la declaración formal, me tomaron fotos de los chupetones en el cuello y en los pechos”.
El reporte de la Estimación del Impacto Económico de Victimización Violenta en Canadá en 2009 informó que el tratamiento de mujeres víctimas de abusos sexuales y ofensas sexuales es de más de tres billones de dólares. En el caso de la atención a los hombres, el monto total es de un poco más de un billón de dólares.
Tras la declaración, la policía de Vancouver resguardó ropa y sábanas del departamento donde ocurrieron los hechos para hacer las pruebas pertinentes y ofreció apoyo psicológico para María.
Con la ayuda de la Clínica Legal de Inmigración y Refugiados, María obtuvo de forma gratuita asesoría para obtener una Visa y así permanecer legalmente en el país y continuar con la denuncia en contra de Alex, ellos mismos realizaron una solicitud de ayuda psicológica al Programa de Asistencia a Víctimas del Crimen (CVAP) por sus siglas en inglés.
“Tardó un año en aprobarse (mi aplicación), me dieron 48 sesiones psicológicas. En esa misma fundación me dieron 10 sesiones de ayuda psicológica. Fue el pasado mes de junio (2024) que tuve tiempo de agendar mis citas. Yo no voy a pagar nada, ellos se van a hacer cargo de todo el proceso”.
Como resultado del evento traumático María siente miedo al ver hombres en la calle, y desarrolló problemas emocionales y de comunicación. El Departamento de Justicia de Canadá muestra que las personas pueden verse fuertemente afectadas neurológicamente en el circuito de defensa y la memoria tras sufrir violencia sexual.
A un año de los hechos, María comienza hacer su vida normal y a darse la oportunidad de conocer nuevas amigas y poder salir a la calle sin el acompañamiento de su novio quien la apoyó en todo momento. Ella dice que gracias a sus convicciones tuvo la fuerza de denunciar a su agresor ante las autoridades.
“Espero que él pague lo que hizo, porque lo tiene que hacer, eso es lo que yo quiero. Yo sabía que no se podía quedar así, no quería ser una más de las estadísticas de mujeres violadas que no alzaron la voz”.
Y aunque ella ha buscado los medios para salir adelante, dice esperar el día en el que pueda sentirse libre y poder alzar la voz públicamente sin miedo a ser recriminada por la sociedad y eliminar la impotencia de mantener en secreto lo que ella vivió.
“Yo sé que voy a sanar el día que pueda gritarlo a los cuatro vientos. Quiera sacarlo de mi pecho, de mi cabeza porque me siento impotente, tengo mucha rabia porque nadie sabe nada, eso te consume. Han pasado muchas ideas horribles en mi mente como la muerte, pero yo me agarro de lo que sea y aquí sigo, luchando contra viento y marea”.
Con el apoyo psicológico, María tiene fe de poder eliminar los miedos que vive y tener una vida en calma.
Esta nota fue publicada originalmente en ZONA DOCS, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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