Después de 19 meses a la venta sin éxito, el lujoso avión presidencial volvió a territorio mexicano. López Obrador aprovechó su llegada para recordar lo fastuoso de la aeronave, cuyo costo de 7 mil millones de pesos equivale al presupuesto requerido para la gratuidad de institutos nacionales de salud y los hospitales de tercer nivel
Texto: Reyna Haydeé Ramírez
Fotos: Daniel Lobato
El avión presidencial de México es un “Dreamliner”, es un Boeing 787-8, y en su nombre comercial lleva el confort, la fama y… el exceso.
Es una aeronave de ensueño, equipada a máximo confort, hecho a medida de dos políticos, expresidentes mexicanos. Y hoy está a la venta.
Todo lujo, el Transporte Presidencial 01 (TP01). En su interior tiene una suave cama «Queen size», con edredón blanco y closet en el dormitorio junto a la oficina con un amplio sillón de piel, teléfono satelital, un sofá y una caminadora. Justo en la parte central del avión de 56 metros de largo.
También, un baño completo de aproximadamente 2 por 2.5 metros, vestido de mármol y lujo.
Frente a la cama, la caminadora, los asientos individuales y en cada una de las tres salas en las que se distribuyen sillones de piel para los 80 pasajeros, hay pantallas planas de diferentes tamaños, para el entretenimiento.
Escritorios y pasillos tienen acabados color caoba pulida, de tan brillante que parecen espejos. Los sillones están cubiertos en piel negra, y posee una alfombra tan acolchada que fácilmente una se imagina que camina entre nubes.
El avión se divide en tres salas. La primera, junto a la cabina de pilotos para invitados; una segunda, acondicionada con mesas para secretarios de Estado y el presidente. Ahí resalta la capucha verde con el escudo nacional que se colocaba en el asiento elegido por el mandatario mexicano, en este caso Enrique Peña Nieto. El único que lo uso como tal.
Y en una tercera sala, sillones para 42 pasajeros, con tres baños y seis cabinas con colchones de descanso para la tripulación. En esta parte viajaron prensa y personal de seguridad de Peña Nieto.
Este lunes, Andrés Manuel López Obrador presentó el avión en la conferencia matutina, realizada expresamente para la ocasión en el Hangar presidencial. Después permitió que reporteros, fotógrafos y camarógrafos dieran un recorrido por su interior.
Y en un lapso de cuatro horas, de 10 en 10, pasaron los reporteros. La cabina de mando fue la primera parada. Ahí los dos pilotos explicaron que este avión Boeing 787-8 está diseñado para viajes largos, entre continentes, sin escalas.
El “Dreamliner” fue diseñado por la empresa Boeing Inc. para ofrecer a las aerolíneas del mundo un avión más liviano, que gastara menos combustible y con mucho más confort. Y sobre todo, poder volar sin escalas.
Entró en servicio en 2011. Por ejemplo, la Royal Dutch Airlines, en su página de Internet, menciona que posee 6 de estos aviones, cada uno con capacidad para 294 pasajeros.
Aeromexico promociona este tipo de aeronaves con la siguiente leyenda:
“Experimenta volar en el avión en el que todo viaje es extraordinario. Con un fuselaje más rígido que reduce la turbulencia. Menos jetlag. Iluminación dinámica. Más rápido, más seguro. Así es el Dreamliner”.
Pero el TP01 se diseñó sólo para tres salas con una capacidad máxima de 80 pasajeros. Y el resto del espacio es para la oficina, el dormitorio y el baño presidencial.
A una parte de la tripulación que guió a los reporteros en el recorrido le tocó traer el avión desde California, donde permaneció 19 meses al resguardo de la empresa Boeing con un gasto de 1.7 millones de dólares.
“Este avión, por sus características y tamaño, está diseñado para efectuar vuelos intercontinentales. De alcance muy largo para llevar gente a Europa por ejemplo; es la principal función de este avión. Puede efectuar vuelos más cortos, pero requiere mucha infraestructura en tierra.
“Puede volar a toda Europa sin escalas, toda América y la costa oeste de Asia, sin ninguna escala”, precisó uno de los pilotos.
En este avión, Enrique Peña Nieto realizó 36 viajes internacionales, entre ellos a destinos de Grand Turismo como Bali, y 122 viajes nacionales, desde la Ciudad de México a distintas ciudades, como Acapulco y Veracruz. Esto representó un gasto al erario de 408.5 millones de pesos, entre 2016 y 2018.
En la actual administración el avión ha estado estacionado y a la venta. El gobierno federal ha erogado 78.5 millones de pesos entre el 3 de diciembre del 2018 y el 22 de julio de este año, según informó el titular de la Sedena, Luis Crescencio Sandoval.
El primer viaje en este avión se hizo a Sonora, el 10 de febrero del 2016. Peña Nieto viajó con gran comitiva de funcionarios, prensa y un grupo de niños destacados por sus calificaciones. El avión voló custodiado de aeronaves militares y causó gran expectativa por su enorme tamaño. Nadie entonces tuvo acceso a él, excepto los pasajeros.
La compra del TP-01 la inició Felipe Calderón, y la concluyó y disfrutó Peña Nieto. Tuvo un costo inicial de casi 3 mil millones de pesos, pero según los datos del gobierno federal se habría pagado más del doble, 7 mil millones de pesos, por el financiamiento de Banobras. Y actualmente aún se debe más de la mitad, 4 mil millones de pesos.
El costo del avión equivale al presupuesto adicional requerido para que los hospitales de tercer nivel y los institutos nacionales de salud operen de manera gratuita a toda la población, como se pretende a partir del 1 de diciembre.
A una parte de la tripulación que explicó detalles del avión le tocó viajar en los vuelos nacionales e internacionales que se realizaron en el sexenio pasado. A fuerza de pregunta y pregunta revelaron algunos detalles. Y en otros guardaban silencio.
Al final del avión están las gavetas de la cocina, a donde se subían los alimentos ya preparados.
-¿Y qué servían de comer? -se les pregunta.
-A veces nopalitos, tlayudas, chilaquiles, comida muy mexicana – responde una de las azafatas.
-¿Y el ex presidente qué comía?
-Lo mismo.
-¿Lo mismo?
-Sí, nopalitos.
-¿Y a dónde te tocó viajar?
-A varios lugares.
¿Por ejemplo?
-No estoy autorizada para decirlo -responde una aeromoza sin dejar de sonreír.
El TP-01 es ejemplo de excesos y derroche de sus antecesores, y en honor a esto, un mejor nombre habría sido Iturbide, Díaz o Salinas de Gortari, y no cometer la afrenta irracional de llamarle José María Morelos y Pavón, externó el presidente López Obrador en la conferencia matutina.
“Fíjense el nivel de irracionalidad al que se había llegado, el nivel de enajenación con el lujo, con los privilegios, que se atrevieron a ponerle a este avión: José María Morelos y Pavón.
“Morelos, que encarnaba la lucha por la igualdad, ¡Imagínense! A lo mejor si le hubiesen puesto Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Porfirio Díaz o Carlos Salinas de Gortari, tendría más apego a la realidad”, enfatizó.
La conferencia fue en el hangar que se construyó exclusivamente para guardar el TP-01 y el objetivo principal, dijo, fue justo para exhibir, evidenciar, los excesos cometidos. Como el mismo hangar que costó casi mil millones de pesos.
“Acabo de inaugurar una ampliación en este aeropuerto, costó 500 millones la ampliación en el aeropuerto y esto lo cobraron en mil millones, el hangar”, dijo.
Ahora el avión está en venta desde que inició este sexenio, el presidente dijo este lunes que ya hay dos potenciales compradores y es posible que pronto se venda. A la par están a la venta los boletos para una rifa, equivalentes a 2 mil millones de pesos.
El sorteo del avión surgió como una descabellada idea para deshacerse de la aeronave y se volvió realidad. El gobierno federal decidió que físicamente no se podía rifar, ni dar un solo premio por 2 mil millones de pesos, entonces se acordó 100 premios de 20 millones de pesos cada uno.
Al 21 de julio de este 2020, se han vendido un millón 530 mil 800 boletos, equivalentes al 25.51 por ciento del total disponible. Esto representa un ingreso de 765.4 millones de pesos.
El 15 de septiembre, a las cuatro de la tarde se hará la rifa a través de la Lotería Nacional.
El presidente se niega a usar el avión, negado como está a viajes internacionales. Y algunos de sus viajes dentro del país los hace incluso por carretera. Venderlo es la mejor opción, sin embargo, aún así representará pérdida, ha reconocido.
“Lo que estamos haciendo es que no nos cueste más, es reparar el daño que ya se hizo, porque la venta del avión con el avalúo actual de todas maneras va a significar una pérdida. Claro que si nos quedamos con el avión, la pérdida es mayor.
“Era un símbolo de fortaleza, pero no es así. El poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás, no lo da un avión lujoso”, enfatizó el presidente mexicano.
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