Cambio climático y fallas humanas son la mezcla que explican la sorpresa por la intensificación acelerada del huracán Otis, que devastó Acapulco y comunidades rurales en la costa de Guerrero
9:00 El Servicio Meteorológico Nacional advierte que frente a las costas de Guerrero, en el Océano Pacífico, se había formado una depresión tropical, la número 18 de la temporada.
De acuerdo con los modelos de rastreo el fenómeno podría convertirse en un ciclón, lo cual ocurrió al mediodía de ese martes 24 de octubre.
La depresión tropical cambió de nombre. Ahora se llamaba huracán Otis.
21:00 Doce horas después de la primera alerta el fenómeno se ha convertido en un poderoso ciclón categoría 5 en la escala Saffir-Simpson.
En ese momento se pronosticaba que tocaría tierra entre las 4:00 y las 6:00 del miércoles en un área poco poblada entre Acapulco y Tecpan de Galeana.
No fue así. De un momento a otro el huracán se desvió a la derecha y su centro se enfiló directamente hacia Acapulco, donde en las primeras horas del miércoles llegó a tierra con toda su fuerza.
Otis entró a la bahía con toda la fuerza de un ciclón 5, la categoría más alta que puede alcanzar un fenómeno de esa naturaleza.
El impacto fue demoledor. Por lo menos el 80% de los hoteles y negocios del puerto quedaron afectados. Más de 500 mil usuarios se quedaron sin electricidad.
La telefonía móvil colapsó, y con ello el servicio de internet. Las carreteras y autopistas quedaron cortadas. Acapulco entró en una incomunicación casi completa.
En el recuento de los daños muchos se preguntaron cómo fue posible que una depresión tropical con vientos estimados de 65 kilómetros por hora pasó a convertirse en medio día en un fenómeno con rachas superiores a 270 kilómetros.
¿Qué pasó? Una primera explicación es que el agua en la región donde se formó el huracán estaba más caliente de lo normal.
El océano Pacífico en esa zona estaban a 30 grados centígrados debido, entre otras razones, al calentamiento global por el cambio climático según explican especialistas de la UNAM.
Normalmente los ciclones tropicales que llegan a México se forman cuando el agua se encuentra a 28 grados. Una temperatura mayor, como fue el caso, aceleró la evolución del fenómeno.
Había, además, capas profundas de aguas cálidas que se alimentaron por corrientes arrastradas desde el Ecuador por el fenómeno de El Niño.
Cuando empiezan a formarse, los ciclones jalan agua caliente desde las capas superficiales lo que enfría el océano.
Pero cuando estas capas son más profundas no ocurre este proceso y por el contrario, la mayor cantidad de aguas cálidas aceleran la creación de los huracanes, como fue el caso.
A eso se suma que prácticamente no había vientos secos que en condiciones normales ayudan a desvanecer estos fenómenos. La mezcla de estos elementos aceleró el movimiento sobre el eje interno del huracán.
Ésta pudo ser una de las causas del cambio de rumbo de Otis, que inicialmente seguía una trayectoria paralela a la costa. Hasta ahora no ha logrado determinarse por completo.
Pero lo que sí está claro es por qué devastó a Acapulco. Debido a la velocidad de su formación, el huracán no alcanzó a dispersar su fuerza en bandas nubosas como ha ocurrido con otros fenómenos similares.
Así, Otis llegó al destino turístico de forma compacta, con toda la energía concentrada en relativamente poco espacio.
Por eso la madrugada del 26 de octubre se sintió en toda su magnitud la fuerza de la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson.
Es una de las razones por las que no hubo suficientes alertas para prevenir a los habitantes, pero hay otras.
Especialistas como Jorge Zavala, director del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, reconocen que los modelos de pronóstico internacionales fueron rebasados por Otis.
No es todo. Aparentemente la información con que se alimentan los modelos de análisis de los huracanes no llegó a tiempo, ni tampoco fue suficiente.
El avión que suele enviar el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos para recabar datos de estos fenómenos, llegó a la costa de Guerrero aproximadamente a las 14:00 del martes.
Para ese momento Otis ya era un huracán categoría 3. Es decir, se perdieron datos sobre el proceso que siguió desde el inicio de su formación.
Además, tampoco se recabó información suficiente sobre las condiciones oceánicas y atmosféricas, para tener claro que el huracán tenía las condiciones para intensificarse en poco tiempo.
Éstas son algunas primeras conclusiones de científicos mexicanos sobre lo ocurrido con el huracán Otis.
La mayoría coincide en que, por las condiciones de evolución del fenómeno difícilmente pudo haberse previsto la devastación que causó en las costas de Guerrero, especialmente en Acapulco.
De hecho, Otis ha pasado a ser un objeto de estudio de la comunidad académica, sobre todo para determinar por qué los modelos internacionales tuvieron una enorme falla en el proceso conocido entre los meteorólogos como “intensificación rápida”.
El resultado final del análisis se conocerá en algunas semanas. La lógica indica que sería hasta ese momento cuando se emitan juicios y deslinden responsabilidades.
Pero en el océano de odio donde chapotean los opositores a la 4T, las explicaciones científicas son lo menos relevante.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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