Este año, como otros anteriormente, las mujeres trabajadoras agrícolas no estuvieron presentes en las manifestaciones, y esto se explica porque un día sin trabajar, implica un día sin paga, lo que para ellas es inconcebible. Las condiciones bajo las que están empleadas estas mujeres no les permiten conmemorar sus luchas pues los alimentos se deben seguir cosechando. Las demandas de las mujeres jornaleras agrícolas tienen que resonar en la lucha feminista para que alcancen los derechos laborales mínimos, incluso aunque ellas no puedan salir a exigirlos. Por un 8M con mujeres jornaleras
Por Arelhí Galicia*
El pasado 8 de marzo nos manifestamos en muchas ciudades de la República Mexicana para conmemorar el Día Internacional de las Mujeres. Muchas de nosotras salimos a la calle para gritar y exigir lo que nos aqueja a todas, el respeto a nuestros derechos y un alto a la violencia que vivimos de manera cotidiana; sin embargo, cuando vemos las particularidades de las mujeres que marchamos, reconocemos otras demandas y otras prioridades que urge poner al centro.
Este año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) utilizó el lema “invertir en las mujeres, acelerar el progreso” y desde la Alianza Campo Justo nos preguntamos cómo el Estado mexicano ha invertido en las mujeres jornaleras agrícolas; pero también cómo nosotras, desde el movimiento feminista, las hemos puesto en nuestras prioridades o no.
Según cifras oficiales, en la ciudad de México marcharon más de 180.000 mujeres. En Guadalajara hubo presencia de más de 70,000, mientras que en Puebla más de 30.000. Entre algunos de los contingentes se podían ver los de la diversidad sexual, indígenas, con discapacidad, adultas mayores e infancias. La inclusión se hace cada vez más presente en la colectividad de mujeres, punto nodal de las perspectivas feministas. Este año, como otros anteriormente, las mujeres trabajadoras agrícolas no estuvieron presentes en las manifestaciones, y esto se explica porque un día sin trabajar, implica un día sin paga, lo que para ellas es inconcebible. Las condiciones bajo las que están empleadas estas mujeres no les permiten conmemorar sus luchas pues los alimentos se deben seguir cosechando, además, las mujeres que acompañan a sus parejas continúan con las labores de cuidado. Esta imagen refleja que las demandas de las mujeres jornaleras agrícolas tienen que resonar en la lucha feminista para que alcancen los derechos laborales mínimos, incluso aunque ellas no puedan salir a exigirlos.
Después de más de 15 años, el INEGI realizó el Censo Nacional Agropecuario 2022, el cual mide las unidades de producción agropecuaria, que hace referencia a aquellas personas que tienen propiedad de tierra y la trabajan o que emplean trabajadoras y trabajadores para cultivarla. Por primera vez se contabilizaron los puestos de trabajo, o sea jornaleras y jornaleros, que son empleados por estas unidades de producción.
Según esos datos, las 1, 697, 972 mujeres jornaleras representan poco más del 10% del total de trabajadores agrícolas, pero sus condiciones laborales reflejan desigualdades muy evidentes. En lo que se refiere al pago que perciben, aunque trabajan el mismo número de horas que los hombres, en promedio ellas reciben el 11% menos de salario ($28 pesos menos) y en estados como Guerrero, esa diferencia es del 29% ($64 pesos menos). Si el lema de la ONU este año consiste en invertir más en ellas, las empresas deberían garantizarlo a través de asegurar que reciban el mismo monto salarial, ya que las horas invertidas en el trabajo son las mismas.
Por su parte, el Estado también debe realizar los ajustes pertinentes para que las empresas cumplan con estas obligaciones. En la última reforma laboral aprobada en diciembre del 2023, se realizaron diversas modificaciones que ampliaron el reconocimiento de las y los trabajadores del campo, como la seguridad social, el salario digno, la vivienda digna, el traslado seguro y evitar la subcontratación. Es necesario dotar a la Secretaría del Trabajo de mayor presupuesto para la realización de inspecciones y que la actualización de su Reglamento de inspecciones cumpla con estándares internacionales en materia laboral.
El panorama para las mujeres jornaleras agrícolas es complejo, pero las exigencias son claras. Desde la Alianza Campo Justo continuaremos trabajando para que se invierta más en ellas, en todos los sentidos, para que podamos marchar todas juntas y que ellas también tomen las calles y sus voces sean escuchadas.
* Fundar, Centro de Análisis e Investigación, para la Alianza Campo Justo.
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