Educación secundaria, cuna de violencias (parte I)

19 marzo, 2023

En los medios hace falta que se aplique una perspectiva de género transincluyente para el caso de Pao. Ésta es, evidentemente, una situación de discriminación por razón de género que segrega y limita la educación de Pao.

Por: Évolet Aceves Twitter: @EvoletAceves

Del 23 de enero al 6 de marzo, en la telesecundaria José Vasconcelos, ubicada en la comunidad de San José Manialtepec, Villa de Tututepec de Melchor Ocampo, Oaxaca, a le estudiante Pao, de 12 años, le fue negada la entrada por las autoridades educativas debido a que llevaba el “uniforme escolar que usan los niños”, afirma Pao en la carta escrita a la diputada local.

Le restringieron estudiar con pantalones, por lo que le menor, con todo el apoyo de su madre, se movilizó para obtener la orden de un juez para permitir el acceso a la institución educativa. Sin embargo, cuatro días después, el 10 de marzo, nuevamente las autoridades educativas, municipales, y padres y madres de familia, le impidieron el acceso a la telesecundaria, con jalones y arrebatos que ninguna adolescencia de 12 años merece recibir.

“Tuve la fortuna de ser madre de ella, de luchar por ella, de defenderla. Y voy a seguir con esto. Si ya llegamos a este punto, no pienso retroceder”, afirma con la dureza de un roble la madre de Pao, quien se aferra a la plenitud y la realización de le adolescente. En el video que circula en redes, también se escucha a la madre alentar a su hije: “No llores Pao, no llores. Acércate. Que te empujen, si quieren. Acércate.”, haciendo referencia a que se acerque a la entrada de la escuela, amurallada por las madres y padres de familia transfóbicos. “¡Es que son reglas!”, grita, harta, una de las mujeres que impide el paso a Pao. Su profesora le da permiso de entrar, pero, aún así, un hombre y una mujer se oponen al grado de empujarle con intenciones de expulsar su cuerpo de la escuela, pero Pao lograr entrar pese a los empujones de los dos y el argüende del resto. ¿Qué habrá pensado Pao al sentir todas las miradas de sus compañeros al haber entrado a su salón de clases aquella mañana?

Como si fuera poco, ese día en que logró entrar, las clases de toda la escuela se suspendieron, en un intento de venganza para suscitar el oprobio de los estudiantes hacia Pao.

En los medios hace falta que se aplique una perspectiva de género transincluyente para el caso de Pao. Ésta es, evidentemente, una situación de discriminación por razón de género que segrega y limita la educación de Pao.

El artículo 3 de la constitución afirma que “La educación inicial es un derecho de la niñez y será responsabilidad del Estado concientizar sobre su importancia. Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica.” Asimismo, el artículo 61 de la Ley General de Educación, afirma que “La educación inclusiva se refiere al conjunto de acciones orientadas a identificar, prevenir y reducir las barreras que limitan el acceso, permanencia, participación y aprendizaje de todos los educandos, al eliminar prácticas de discriminación, exclusión y segregación.”

A toda costa, las acciones discriminatorias a las que aluden las instituciones involucradas y los padres de familia, atentan directa y explícitamente no sólo contra ambos artículos, sino contra la libertad de vestimenta, expresión, personalidad e identidad de género de Pao.

Es por esta razón que son necesarias, en el currículo de educación básica y media superior, asignaturas con bases bien cimentadas y transincluyentes que aborden la equidad de género, además, por supuesto, de un entrenamiento serio a profesores y directivos, esto también traería cambios en los números de feminicidios y en toda la gama de expresiones de violencia de género.

El cambio curricular ya está sucediendo en el Estado de México —quizá lo único benéfico que ha hecho el actual gobernador, Alfredo del Mazo Maza—, titulada Estrategia Curricular en Igualdad de Género. Esta estrategia debiera ser aplicada en toda la república mexicana, y debiera ser aplicada urgentemente.

La vestimenta no tiene por qué ser razón de discriminación, tampoco la identidad de género; aunque absurdas ultraderechistas como las diputadas panistas Teresa Castell (Toluca) y América Rangel (CDMX) —ambas guiadas por el catolicismo radicalizado, llevado ilícitamente a los palcos del Congreso de nuestro Estado laico— luchen arduamente para ultrajar los derechos de la comunidad trans. Los discursos de figuras políticas, como ellas, se esparcen e influyen en la opinión de gente fácilmente influenciable.

De ahí la necesidad de erradicar la transfobia institucional, que de la religión se lleva a los palcos del Congreso, y desde ahí se esparce hasta llegar a las aulas de las instituciones educativas. Es una cadena de transfobia.

Cierro con una cita de Pao, extraída de la carta que escribió a la diputada, que me parece sumamente importante mencionar: “…me jalaron para que yo no pasara. Ahí estaba la directora de la escuela, los maestros, algunas autoridades del municipio el agente municipal de mi comunidad y nadie hizo nada para protegerme, sólo mi mamá lo hizo como pudo. Yo empecé a llorar, pero mi mamá me dijo que no llorara, pero la verdad es que me espanté mucho y no entiendo por qué esas personas hacen eso para dañarme porque yo no me he portado mal […] Les pido que me ayuden porque me siento muy triste de que me estén tratando así sólo porque yo no quiero usar el uniforme que usan las niñas, yo me siento más cómoda y más segura con el uniforme que usan los niños, y no me gusta que les hayan dicho a todos los padres de mi escuela mis cosas intimas. No quiero que hagan una reunión del pueblo para que todos se enteren de mi situación y que esas personas decidan cómo debo vestirme.”

Twitter: @EvoletAceves

Instagram: @evolet.aceves

Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.