La reconstrucción de la escuela Justo Sierra, dañada y demolida después del sismo de septiembre del 2017, debería estar lista en agosto próximo. Pero sólo existen los cimientos, y no hay señas de que se apuren las obras. Padres de familia acusan que el presidente municipal está deteniendo la construcción para utilizar el terreno a su favor
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
OCUILAN, ESTADO DE MÉXICO.- Otro ciclo escolar se cumple y en Ocuilan de Arteaga los alumnos de secundaria terminan en salones de lámina, a los que se les mete el agua y que no protegen de las inclemencias del tiempo. Se supone que tendrían una escuela reconstruida el 10 de agosto, pero los padres de familia no creen que en menos de un mes, las varillas que salen del suelo y que dibujan la estructura para los cimientos se conviertan en un plantel como el que sus hijos necesitan.
“A mí me encanta la escuela, pero las condiciones en las que estamos, no. Cuando vamos al baño las niñas, pues tenemos un poco de miedo por las condiciones en las que estamos, que vayamos a tener alguna enfermedad, por ir a los baños públicos. No podemos tomar clases de educación física, porque es en una plancha sin ninguna protección del rayo de sol. Cuando es temporada de lluvias, se mete el agua ¡estamos trabajando en charcos de agua! Son condiciones fatales”, asegura Dania Selena Reséndiz, estudiante de primer año.
Su secundaria, la 0046, Justo Sierra Méndez de Ocuilan, se dañó con los sismos de septiembre de 2017; tres meses después, la demolieron con la promesa de su pronta reconstrucción, que empezó un año y tres meses después, y que no se ve para cuándo se pueda terminar.
Ocuilan de Arteaga, en el Estado de México, está al sur de las montañas que abrazan la Ciudad de México. A 30 minutos de Cuernavaca y apenas a unos kilómetros de Tres Marías. Es la desconocida cabecera de un municipio famoso por albergar el santuario del Señor de Chalma.
Según sus pobladores, que no pasan de 2 mil, el lugar parece un pueblo fantasma entre semana, que si no fuera por sus instituciones, los centros de salud, el edificio de la presidencia municipal y el mercado, nadie sabría que existe.
A esta secundaria solían venir estudiantes de toda la región, por su alto nivel académico y por su infraestructura, que era mejor que las del resto de la zona.
Algunos padres de familia aseguran que el presidente municipal, el perredista Félix Alberto Linares Castillo, está deteniendo las obras porque quiere hacerse del terreno donde solía estar la escuela.
“En una reunión nos dijo que si aceptábamos que se construyera en un terreno a las afueras, quedaba en unos pocos, meses. La verdad es que él quiere los terrenos para poner su fundación”, cuenta casi en secreto uno de ellos, que pide no se revele su identidad.
Esta escuela quedó severamente dañada después del sismo del 19 de septiembre de 2017, pero los padres de familia no recuerdan el resultado del dictamen.
“No sabemos qué hicieron los otros directivos (que cambiaron este último año), dónde está la documentación, o los trámites que realizaron ellos para recuperar la escuela”, explica Javier Gutiérrez Vega, uno de los padres de familia.
“Las autoridades no nos han dicho nada de cómo van las obras. Dijeron que todos los planes estaban ahí pegados en el portón de la escuela, pero el portón desapareció, ni modo que se lo haya tragado la tierra. No encontramos algunos documentos que hacen falta, como el dictamen o el número de folio. Por eso yo siento que hay algo, algo que nos están escondiendo allí”, asegura Javier.
Sin conocimiento de si la escuela se podía reforzar o necesitaba ser reconstruida, un día a finales de 2018, llegaron varios hombres a demolerla. Aseguraron que pocos meses después iniciaría la reconstrucción, pero nunca empezó.
Desesperados, después de un año sin noticias de la reconstrucción de la escuela, los padres de familia se organizaron junto con el actual director para reclamar informes al presidente municipal, y la respuesta fue peor de lo que esperaban.
“Supuestamente, el recurso que se había destinado hasta la fecha nos informan que se fue en la demolición y en lo poquito que hay de construcción”, dice molesto Javier Gutiérrez.
Ésta es una de las más de 4 mil 900 escuelas que resultaron dañadas en el Estado de México por el sismo, donde, según su gobernador Alfredo del Mazo, ya se tiene un avance de 85 por ciento de las escuelas reconstruidas, entre las que, obviamente, no se encuentra la de Ocuilan.
A pesar de que las obras no muestran resultados, y de que el presidente asegura que ya no hay recursos, el sitio Reconstrucción Escolar, una iniciativa a nivel nacional del Instituto Mexicano de la Competitividad, que registró en un mapa cuántas escuelas se debían reconstruir a partir del sismo y con qué recursos contaban, la secundaria Justo Sierra recibiría 3 millones 639 mil pesos por parte del Fondo Nacional de Recursos Naturales y del gobierno local, sin embargo, los padres de familia no tienen idea de qué ha pasado con esos recursos.
De acuerdo con la asociación de padres de familia, el presidente municipal dice que el recurso que se había destinado para la reconstrucción se terminó con la demolición y en lo poquito que existe de construcción.
“Incluso nos acercamos a preguntar, y nos dijeron que la demolición había salido de dinero propio de la empresa, que no es la misma que va a construir. La que va a construir se supone que se llama Arc Lema, pero no nos han dicho nada”, dice sin tener mucha claridad del proyecto.
Actualmente, como el terreno que solía ocupar la escuela está en obras, los alumnos se tienen que contentar con un par de predios adaptados con salones provisionales de lámina y carpas para tomar clases. Uno de ellos es el predio de lo que solía ser la escuela primaria, que está a punto de reconstruirse a las afueras de la ciudad.
Los padres de familia aseguran que, una vez que la secundaria deje de ocuparlo, el presidente municipal planea convertirlo en un local más de su fundación, una organización que brinda servicios de salud a bajo costo para la población pobre de la región. No obstante, esa teoría es más bien un secreto a voces, pues el discurso oficial es otro.
“Aquí ya no se va a construir, por el mismo crecimiento que está teniendo la comunidad, es cabecera municipal, y tiene mayor crecimiento. Ya no la quisieron hacer aquí, porque no habría espacio suficiente, pero en verdad no sabemos por qué no la quieren construir, o no la han construido”, asegura Javier Gutiérrez, uno de los padres de familia.
La secundaria de Ocuilan era una de las escuelas más grandes y mejor equipadas de la región. Tenían un laboratorio con computadoras para cada alumno, laboratorios de ciencias y una biblioteca. Sin embargo, en el proyecto que les presentaron a los alumnos y a los padres de familia la nueva escuela va a contar con 9 aulas, pero ninguna con la infraestructura que tenía la anterior.
Hoy, en el terreno donde se reconstruye la secundaria hay tres trabajadores que no parecen estar haciendo mucho. Unos revisan su celular, mientras otros están sentados, casi como si tomaran el sol.
No es normal que estén ahí, dicen los padres de familia. “Vinieron porque supieron que nos íbamos a reunir y que iba a venir un periodista a vernos”, asegura una de las madres de familia.
Tácticas como ésa son usadas frecuentemente por el presidente municipal. En una ocasión anterior, los padres de familia habían intentado llevar su inconformidad en una protesta a la Ciudad de México, a Palacio Nacional, a oídos del presidente de la nación. Cuando la presidencia municipal se enteró, los convocó, el mismo día, a una junta.
“Citaron a los papás, a los directivos, vinieron jefes míos de la dirección regional de la SEP en Ixtapan, y bueno, ahí fue donde nos dijeron que se comprometían ya a iniciar las obras”, asegura el director de la escuela.
Ese día, en el sitio de construcción habían cinco trabajadores, pero semanas después, la obra volvió a quedar desierta.
La situación es tan grave que tanto los lo maestros, como los padres de familia y los alumnos aceptan que el rendimiento escolar ha bajado. El tiempo de clases se reduce. Todos los días tienen que destinar 15 minutos a sacar el agua que se acumula dentro de los salones. En la mañana el frío les cala los huesos y por las tardes el calor se encierra en las aulas de lámina.
“No es que seamos chismosos. No. Sólo exigimos bienestar. Si tuviéramos la solvencia, nosotros mismos pagamos la reconstrucción, pero no es el caso, por eso estamos luchando”, asegura otros de los padres de familia.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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