Constantino Martínez Guzmán, dirigente Triqui, aprovechó la necesidad de 100 familias otomíes y mazahuas que soñaban con una casa, pero los defraudó con miles de pesos. Ahora, viviendo en pésimas condiciones, solicitan el apoyo del Gobierno de la Ciudad de México para incorporarse al programa de viviendas, y por fin, tener un hogar
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Por fuera, el predio ubicado en la Viga 165, de la colonia Tránsito, parece una especie de bodega. Quizá podría ser un estacionamiento, o incluso, un espacio abandonado. Sin embargo, es el hogar de 200 personas, entre adultos e infancias, de origen mazahua y otomí.
¿Cómo llegaron ahí? Gracias a Constantino Martínez Guzmán, presidente de la organización Movimiento Indigena Artesanal Originario de México, quien se se aprovechó de la confianza y la necesidad de un centenar de familias que buscaban tener una casa propia.
Al final, Constantino los estafó, robándoles miles de pesos y dejándolos en un lugar inhóspito que ellas y ellos llaman hogar.
Esta es su historia, contada con los testimonios de las personas perjudicadas.
Entre pisos disparejos, estructuras derrumbadas, mal olor, escaleras improvisadas y agua estancada, la señora Rafaela empieza a hablar.
“Yo fui de las primeras que llegó aquí por invitación de Constantino”, dice Rafaela Rosas Aguirre, quien asegura que Constantino Martínez la invitó a entrar a un proyecto de vivienda.
Junto a ella, otras familias acudieron a una junta en el predio de la Viga. Ahí, dicen, Constantino les informó que el gobierno ya le había otorgado ese espacio para la construcción de unas supuestas viviendas. Lo único que tenían que hacer, les aseguró el dirigente triqui, era irse a vivir ahí.
“Compañeros, nos vemos a las 5 de la mañana porque vamos a entrar a este predio. Yo ya lo tengo dialogado con gobierno”, cueta Rafaela que les dijo Constantino, y ella aceptó.
Al siguiente día, ella y sus 4 hijas, junto con sus esposos, se mudaron al predio de La Viga 165.
En total, ese 13 de enero de 2022 entraron 24 personas a vivir ahí. Todos invitados, y con la promesa de que tendrían un hogar propio. Sin embargo, y sin saberlo, aquellas familias se convirtieron en la fuerza y el arma más poderosa de Martinez Guzmán.
En un inicio, cuentan, Constantino no les inspiraba desconfianza, pues su relación con ellas y ellos ya era de larga data por el comercio y por la exigencia de vivienda.
“Estuvimos con él en plantón en el Zócalo, en Santo Domingo, y lo que se peleaba era la vivienda” explica Evelyn, otra habitante de La Viga 165.
Constantino, dice Evelyn, vio la necesidad de la gente, y por eso “mucha gente jaló”.
“La necesidad fue lo que los motivó a venir, pero desgraciadamente ese señor abusó de esa necesidad”, comenta otra de las personas presentes durante la entrevista.
El tiempo pasó, y más familias llegaron al predio de La Viga. A todas ellas, Constantino Martínez les cobró una cuota de entrada que iba de los 15 mil a los 30 mil pesos, dependiendo si la gente protestaba o no.
Además, los obligaba a participar en marchas que, en vez de vivienda, tenían por objetivo pedir espacios de venta al gobierno de la Ciudad.
El primer año, todo 2022, Constantino dejó que todos vivieran ahí sin pagar un solo peso. Sin embargo, después de ese año, todos debían “cooperar” con 2 mil pesos al mes, los cuales, supuestamente, formarían parte de una caja de ahorros para las viviendas.
Todo era un engaño. Los vecinos continúan la historia:
“Él nos lavaba el coco. Dijo que, por familia, le íbamos a dar 2 mil pesos cada mes. Todo esto para que cuando llegara el momento en que nos dieran las casas, no estuviéramos presionados de dinero”.
Las familias accedieron de forma voluntaria. Pero después, por las sospechas, algunos comenzaron a expresar su inconformidad. A todos los que se quejaban Constantino los amenazó con expulsarlos del predio en ruinas.
“Fue un fraude lo que cometió con todos”, expresa Evelyn.
Después, Celestina García, otra habitante del predio, cuenta que un día Constantino les pidió que arreglaran lo que pudieran del predio. El motivo: una supuesta visita de Martí Batres, quien en ese entonces era subsecretario de Gobierno.
“Tengo fotos de cómo estaba cuando entramos. Era un baldío, nosotros limpiamos, quitamos toda la basura y medio pintamos este cuadro”, dice Celestina. Después, otra mujer en la entrevista, remata:
“Desgraciadamente nada más nos engañó, no vino nadie”.
Cuando el gobierno de la Ciudad anunció el nuevo proyecto de vivienda, Constantino les pidió documentos a los habitantes del predio de La Viga. Les prometió incluirlos en el censo, para poder acceder al reparto de casas.
Para presionar al gobierno, según Constantino, convocó a los habitantes de La Viga a que instalaran un plantón en Santo Domingo el 15 de septiembre de 2023.
Con el paso de los meses, la gente de la comunidad otomí y mazahua trasladó el plantón al Zócalo de la República, el cual mantuvieron hasta el 15 de marzo de 2024, cuando Constantino les pidió levantar la protesta.
Antes de que ordenara desmontar el campamento del zócalo, cuentan los habitantes de La Viga, Constantino subió a dialogar con autoridades del gobierno.
“El gobierno le ofreció un terreno por Iztapalapa para construir 15 departamentos”, asegura Celestina.
La condición, añade, era que “levantara a su gente” porque ya iban a empezar las obras para convertir el Zócalo en un espacio peatonal.
“Él nos dijo: ‘Nos levantamos compañeros, ya nos dieron un terreno, pero va a seguir el proyecto del predio de la Viga, eso sigue. Ya nos dieron prórroga y vamos a seguir trabajando’”, explica la señora Francisca Romero, otra de las afectadas.
La prórroga, les dijo Constantino, era una estrategia para evitar un desalojo en el predio de La Viga 165 que, según el dirigente triqui, ya tenía una orden de desalojo.
En realidad, cuentan las personas afectadas: “Él ya había llegado a un convenio con el Gobierno de entregarle departamentos a él”.
José Sánchez García, habitante de La Viga, comenzó a tener problemas con Constantino al darse cuenta de algunas irregularidades mientras permanecían en el campamento del Zócalo.
Su testimonio es importante, pues en aquellos días José era una de las personas más cercanas al dirigente triqui. De hecho, dice, «me ofreció salirme ya del predio a cambio de un departamento”.
José no aceptó la oferta porque no se extendió para sus hermanos, y las otras personas que vivían en La Viga 165. En ese momento, comenzaron los conflictos.
“Nos dijo que estábamos fuera de su proyecto porqué él lo había ganado solo”, recuerda.
15 días antes de que el gobierno de la Ciudad de México le entregara 15 departamentos, Constantino dejó de vivir junto a los habitantes del predio de La Viga. Se llevó el dinero de las «cooperaciones» que les pidió durante todo 2023.
“Se nos hizo sospechoso porque después de que nos hizo levantar el plantón de Santo Domingo, se desapareció”, dice José.
Ante la desaparición repentina de Constantino, los habitantes de La Viga le realizaron videollamadas para buscar explicaciones. El dirigente triqui les respondía lo mismo que le dijo a José: que el proyecto había sido gestionado y ganado por él, aunque en realidad siempre tuvo el respaldo de la gente que hacía lo que él pedía.
Al quedar en el desamparo, sin dinero, sin casas y sin representante, los hermanos Sánchez organizaron a sus vecinos de La Viga para marchar hacia la sede del gobierno capitalino. Protestaron, cerraron calles, todo, para que el gobierno de la Ciudad de México los escuchara.
Hasta el momento, por su lucha, los afectados han sostenido 3 mesas de diálogo con autoridades del gobierno local. Sin embargo, no han obtenido apoyo, pues los funcionarios les dicen que no pueden hacer nada ante un fraude.
Al contrario, según Rafaela, el gobierno planea darle más departamentos a Constantino. Todos, relacionados con la lucha del predio de La Viga 165.
«¿Cómo es posible que a él le vuelvan a entregar más viviendas, si el gobierno ya sabe lo que está haciendo ese señor?”, cuestiona Rafaela.
Adán, otro afectado, reclama:
“El subsecretario nos dijo: ‘Vayan a reclamar, que les de un departamento’. Pero ya que nos iba a dar si ya había vendido todo. Nosotros nos enteramos como veinte días después de que se los entregó el gobierno, que los vendió por 150 mil pesos y metió a pura gente triqui”.
Constantino se enteró de la protesta, y para intimidar, demandó a los hermanos José y Adan Sánchez, así como a Jesús, Pancho y a la señora Rafaela. Los acusó de robarle una carpa y un equipo de sonido con el que trabajaban todos en ferias culturales. Todas esas cosas, en realidad, las compraron entre todos los vecinos de la Viga.
“No nos ha llegado notificación, pero el mismo subsecretario de Gobierno nos dijo que Constantino nos había ido a demandar. A ellos les llega toda la información de Fiscalía”, explica José.
El fraude operado por Constantino no sólo se limita a las viviendas. Por ejemplo, en una de las mesas, el gobierno capitalino les informó a los habitantes de La Viga 165 que Constantino recibió diversos apoyos para ellos: tinacos, recursos para la instalación de cañería, pintura y baños. Nadie recibió nada.
Inclusive, se enteraron que durante la pandemia el gobierno le dio despensas a Constantino para que las repartiera entre los habitantes de La Viga, pero el dirigente triqui se las vendió.
“Todos esos recursos él se los llevó. Sabrá Dios que habrá hecho con esos recursos, pero aquí no hay nada”, dice Elizabeth Martínez, afectada, y dirigente de la organización Mazahuas indígenas de la Alameda Central AC.
Constantino, además de robarse los recursos, les cobraba a los comerciantes los espacios para la venta. Esto, aunque esos espacios los habían conseguido con protestas.
Por ejemplo, para vender en Santo Domingo, Reforma, el Monumento a la Revolución y en el Zócalo, Constantino les cobraba 100 pesos diarios por cada espacio.
“Yo si le dije hasta de su mamá, cómo es posible que se atreviera a pedir tanto dinero”, dice Rafaela.
Desde la primera mesa de trabajo que sostuvieron los habitantes de la Viga con funcionarios de gobierno, el subsecretario Erasto Ensástiga Santiago les indicó que tenían que demandar a Constantino por fraude, y también, levantar un censo de la gente con firmas de cada habitante.
Ya lo hicieron, e inclusive, redactaron un escrito donde expresan que Constantino ya no los representa.
“Ahora el gobierno está haciendo caso omiso, dicen que ya se dio solución al predio de la Viga, pero la gente, los que hemos vivido aquí, no hemos recibido nada”, dice Elizabeth.
Ahora, después del fraude, los habitantes de La Viga 165 se enfrentan a un nuevo obstáculo: el desalojo.
De acuerdo con Evelyn, el subsecretario de gobierno, Ensástiga Santiago, amenazó con esto.
“Gobierno nos lo dijo: ‘no les va a llegar orden de desalojo, no van a llegar notificaciones, no va a llegar nada, simplemente te voy a aventar cuerpo negro [granaderos], no sé cuándo ni a qué hora, pero te los voy a aventar para que los saquen de aquí’”.
A pesar de que el gobierno está al tanto de las malas prácticas de Constantino Martínez, la realidad demuestra que siguen negociando con él.
Evelyn lo atribuye a su organización triqui y a la coalición de la que forma parte, lo que le da cierta inmunidad al defraudador.
Inclusive, cuenta que Constantino ya había estado en la cárcel acusado de fraude. Esto, después de revender despensas otorgadas por el gobierno a otra representante de la Alcaldía Gustavo A. Madero. Lo detuvieron afuera de las oficinas de gobierno en el año 2019.
Ese año, inclusive, Constantino le pidió a la gente que se fuera a manifestar a Reforma para que lo dejaran salir.
Estos antecedentes, el gobierno no los toma en cuenta.
Ante esto, los afectados exigen “ que el gobierno no se olvide de que el problema del predio en la Viga 165 no se resuelto”.
Además de sacarlo de la cárcel, los habitantes de La Viga 165 apoyaron en todo lo que Constantino les pedía.
Un ejemplo, es cuando llegaron los desplazados de Tierra Blanca Copala, Oaxaca, a quienes los habitantes de la Viga les brindaron su apoyo, obligados por Constantino.
“De nuestro bolsillo les compramos las tortillas, las aguas, el arroz. Nosotros les dábamos de comer, nos poníamos a vender para apoyar a su gente desplazada de Tierra Blanca Copala. Le poníamos 16 kilos de frijoles, 40 garrafones de agua y 70 kilos de tortillas diarios (…). Él decía: ¿quieres tu casa?, pues chíngale aquí, cocina aquí para que les des de comer a todos mis compañeros”, detalla Evelyn.
Y se cuestiona:
“Si dimos tanta lucha por él, ¿por qué nos traicionó de esa manera? Todo lo que él decía, todo se hacía. No vemos en qué se le falló, o por qué gobierno lo cubre tanto».
Sin embargo, Constantino olvidó todo esto. Ahora, esas 100 familias otomíes y mazahuas piden el apoyo del gobierno capitalino para ser censados y registrados en el INVI como solicitantes de vivienda. También piden que ya no le entreguen más apoyos a su exrepresentante.
Y además, lo dejan claro: quieren que toda la gente se entere de que Constantino Martínez Guzmán es un defraudador que lucra con la necesidad de la gente indígena.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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