13 marzo, 2021
El Jefe Diego, como le gusta ser llamado, es el capitán de la oposición frente al presidente López Obrador este 2021. Cosas de la política. Los que ahora le postulan dijeron que AMLO aplica políticas viejas. Pero Diego es octogenario. Al final su regreso a la política desnuda la hambruna de la oposición, su desesperada apuesta de encontrar alguien, quien sea, que les mantenga a flote tras las elecciones intermedias.
Alberto Nájar
@anajarnajar
Fue en 2004, cuando el entonces senador Diego Fernández de Cevallos acudió a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal a declarar como testigo en el caso de Los videoescándalos.
Al salir de la comparecencia enfrentó a un grupo de personas que le increparon.
De pronto el legislador empezó a revisarse el saco y luego dijo, enojado. “Me robaron la cartera, me sacaron el dinero”.
Uno de los policías que le abría paso le pidió que revisara bien. “No, ya me bajaron el dinero. ¡Puta madre!”.
Enseguida subió a su lujosa camioneta blindada y se marchó. Los periodistas que atestiguaron la escena preguntaron a los ayudantes del senador cuánto dinero le robaron.
“Once mil 500 pesos” respondió uno de ellos. Entonces empezaron las bromas. Fue como quitarle un pelo a la barba de Fernández de Cevallos, dijo uno.
Otro fue más directo. En realidad el senador perdió su morralla, apenas el dinero que suele gastar en sus chuchulucos.
La historia muestra una de las facetas del polémico Jefe Diego, uno de los abogados más acaudalados de México, señalado desde hace décadas de beneficiarse de sus relaciones con el poder y recibir jugosas ganancias por las operaciones políticas donde ha participado.
Ahora Diego Fernández regresa a la vida electoral. Recientemente anunció su inicio en la vida de las redes sociales, y desde hace unos días es un intenso declarante en contra de Andrés Manuel López Obrador.
Es un viejo enemigo del presidente. El político, líder moral del Partido Acción Nacional (PAN), fue por ejemplo, uno de los principales operadores de los llamados Videoescándalos, la revelación en televisión de algunos videos que mostraron a políticos como René Bejarano o Alejandro Imaz en el momento de recibir fuertes cantidades de dinero en efectivo.
Los dos eran personajes vinculados al entonces jefe de Gobierno López Obrador.
Los videos fueron grabados clandestinamente por el empresario Carlos Ahumada Kurtz, contratista del gobierno capitalino, financiero del Partido de la Revolución Democrática y amigo muy cercano a quien fuera su presidenta, Rosario Robles.
Las grabaciones fueron el inicio de una intensa embestida mediática contra AMLO que terminó con su desafuero, y posteriormente con una campaña negra en la contienda electoral de 2006.
Por esta jugada, Fernández de Cevallos estrechó su influencia en las esferas de poder, lo que derivó en jugosas ganancias.
No fue la primera vez. En 1997 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) acusó al Jefe Diego de ocultar el origen lícito del dinero con que obtuvo más de 50 mil metros cuadrados de terrenos en Punta Diamante, una de las zonas más cotizadas del país.
En ese entonces la dirigencia del tricolor aseguró que la valiosa propiedad, que se extendió con el paso de los años, fue el pago por organizar la operación en la Cámara de Diputados para quemar las boletas de la controvertida elección de 1988.
El PRI, por cierto, también aseguró que el abogado despojó a la familia de Cantinflas de un rancho, así como de negarse a contraer matrimonio por el civil.
Una gran paradoja de quien presume ser experto en leyes y defender, al menos en el discurso, el estado de derecho.
Quién sabe. Muchas veces fue acusado de tener conflictos de interés porque su despacho defendía casos que eran debatidos en el Senado, o en la Cámara de Diputados donde mantenía enorme influencia.
Pero así es Diego. Alguna vez, por esos días en que le robaron la cartera y era todopoderoso, confesó a los reporteros que cubrían las actividades del Senado su idea del tema.
“La ley es como una vara. Yo la doblo, la doblo lo más que se pueda pero sin quebrarla. Yo no rompo la ley”, dijo.
Es verdad. Hasta ahora las acusaciones contra el polémico abogado son políticas, la carga de un enorme desprestigio para un personaje clave en la historia de ignominias y la desigualdad que vive el país.
Hasta ahí. Quizá por eso alguien, tal vez el mismo Diego, pensó que este 2021 es su momento, el de la batalla final, el Día D contra el proyecto del presidente López Obrador.
Diego reaparece después de años de ausencia, su voz apenas escuchada en entrevistas o comentarios en medios tradicionales.
Hoy vuelve por sus fueros. En sus primeros comentarios en esta etapa del Diego Reloaded fue prolijo en adjetivos e insultos al presidente.
Es su cancha. Bravucón, pendenciero, altivo, altisonante. Los rasgos que le permitieron ganar el primer debate presidencial en la historia de México, cuando sus contendientes eran Ernesto Zedillo y Cuahtémoc Cárdenas.
En esas dos horas de discusión en cadena nacional Fernández de Cevallos se convirtió en casi un héroe. Lo dijeron las encuestas internas de la presidencia, en ese entonces a cargo de Carlos Salinas de Gortari.
Su camino era ganar las elecciones. Pero algo pasó. El abogado valentón, el hombre echado para adelante, el Diego sin miedo desapareció.
El tiempo suficiente para que se olvidara su victoria en el debate. Y claro, Zedillo fue elegido presidente.
Este personaje reaparece ahora como el principal contrincante, en el terreno electoral, al presidente López Obrador.
Lo hizo con un mensaje en redes sociales de internet con un mensaje a los jóvenes. Les invitó a seguirlo, a escucharle mientras hablaba con un puro en la mano, la barba canosa, el pecho lleno de pelos blancos y las manos con piel arrugada como centro de la imagen.
Un mensaje por lo menos contradictorio. Nada hay de malo, al contrario, en que una persona de edad avanzada pretenda convencer a personas decenas de años menor.
Lo criticable es el autor del mensaje. Diego Fernández de Cevallos es, en el argot de la política, un cartucho quemado.
Pero en el lenguaje de los millones de votantes jóvenes que representan la mayor parte del padrón electoral, el Jefe Diego es apenas cenizas.
Y sin embargo, la coalición bizarra de partidos, empresarios, intelectuales, periodistas, empresarios y disconformes con la 4T, lo eligieron como su Odiseo en la guerra electoral de este 2021.
Cosas de la política. O tal vez de la hipocresía, no sé. Hasta hace unos meses una de las críticas más repetidas al presidente López Obrador era su idea de país, las decisiones en política económica por ejemplo.
Le acusaban de viejito, de aplicar decisiones ancladas en los años 70 por lo menos.
Y hoy su capitán en la contienda cumple 80 años este 16 de marzo. AMLO recién cumplió 67.
Al final del día el fichaje de Diego Fernández de Cevallos desnuda la desesperación, el hambre de los opositores al presidente López Obrador para encontrar alguien, quien sea, capaz de hacer un papel digno en la batalla electoral.
Quién sabe si El Jefe Diego se encuentre a la altura de tamaña responsabilidad. Algunos, pocos, creen que sí.
Pero todas las expectativas, campañas, esperanzas de ese grupo se confrontan con una cruda realidad:
Fernández de Cevallos es un desconocido para millones de electores jóvenes, y quienes le recuerdan lo ubican en los días de corrupción, influyentismo, violencia, la desigualdad que heredaron él y los suyos.
Las personas a quienes pretende convencer la oposición, al elegir como su bandera a un personaje como El Jefe Diego, no suelen traer once mil 500 pesos en su cartera para comprar chicles, como en el día del robo presumieron los ayudantes del senador.
En fin. Han sido años de metamorfosis política, de mapaches electorales convertidos en demócratas. De los promotores del odio, los antiderechos, los vividores de la pobreza y desigualdad de millones se convierten en defensores de las mejores causas.
Ojalá que en la noche de las elecciones, cuando se cuenten los votos y se compruebe el resultado de las encuestas, ésas que ubican al presidente con un 60 por ciento de respaldo, a los perdedores no se les ocurra gritar:
“Me robaron. ¡Puta madre!”.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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