Día de la Cruz

1 mayo, 2019

Microfilme Postal, columna de opinión por Daliri Oropeza Alvarez

Más allá de formar parte del calendario católico, el Día de la Cruz es el inicio de los rituales de la siembra, una temporada conformada por una veintena de días dedicados a ofrendar a la tierra para pedir agua

Una postal para pedir lluvia

@Dal_air

Siempre recuerdo el momento en que entendí que el Día de la Cruz es fundamental:

Estoy en la cima de un cerro pequeño a la orilla de lo que sería el Lago de Texcoco. Desde aquí miro la volcana Iztaccíhuatl y el volcán Popocatépetl. No me queda más que documentar que esto aún se ve desde aquí. Imagino cada milímetro de lo que me han dicho en Atenco sobre cómo era el ecosistema que había.

Todavía no se veía en el horizonte la barda perimetral del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.

Buscamos señales y vestigios en las rocas, entre nopales y abrojos. Llegamos al cerro pues la intención es documentar, junto con la arqueóloga Rigel De la Portilla, que en este cerro polvoso hay señales, figuras talladas en las piedras, formaciones que indican territorios ancestrales. Hasta ahí quieren que llegue el muro divisorio del territorio de Atenco, entre el aeropuerto y el campo de siembra.

Escucho con atención lo que hablan el equipo de arqueología: en éste y en el cerro que está enfrente hay rastros de Tláloc y Chalchihuitlicue. Dios de la lluvia, Diosa del agua, de los lagos y los ríos. Un canal de agua conecta ambas figuras cuando el agua de este lugar sube. Todo por descubrir. Pero viene la construcción del aeropuerto. Hay que seguir documentando.

Vestigios en los cuales nadie se interesó, hasta que después, algún medio lo publicó.

Un lugar para pedir lluvia y para pedir agua. Para eso es el Día de la Cruz. Incluso muchos pueblos indígenas en México visibilizan que es una tradición ancestral pedir por la buena lluvia para la siembra esta fecha.

Por eso la represión fue el 3 y 4 de mayo, platican habitantes de Atenco que participan en esta expedición arqueológica. Doña Alicia narra cómo fue que esos días del 2006 la orillaron al exilio después de la persecución de quienes protestaban contra el proyecto de Enrique Peña Nieto cuando ya era temporada de comenzar a sembrar el maíz. Estos días también hay ofrendas en Atenco por la labranza de la tierra.

El Día de la Cruz tiene una relación ritual con el agua, platiqué mucho tiempo después con el antropólogo Itzam Pineda. Me explica que es un ritual de conservación en donde hay muchas relaciones entre la naturaleza, los actos de ofrenda para pedir agua y lo significativo que son los días en que las personas suben al cerro a pedir por la buena lluvia para la siembra.

Itzam insiste en un punto: no es coincidencia que el 15 de mayo sea la fecha de San Isidro Labrador, santo de los campesinos, el santo del inicio de la lluvia, que coincide con el inicio del ciclo de la agricultura. San Isidro fue impuesto por los españoles en vez de Tláloc.

Pero el sincretismo no sólo es en el modo en que se nombran las cosas.

El Día de la Cruz no se trata de una fecha, insiste Itzam: son los calendarios que eran por veintenas con la cultura mexica, entonces hablamos de 20 días de fiesta en medio de la temporada de calor intenso que viene con la primavera y estos días son para pedir buena lluvia, días de lluvia en medio de la sequía. Es pedir que no haya granizo intenso ni lluvias que inunden todo, ni poca lluvia, ni en exceso; lluvia bonita, lluvia buena para la agricultura.

No es un día. Es una temporada conformada por una veintena de días dedicados a ofrendar a la tierra para pedir agua, pues ya está la siembra hecha o por iniciar, por eso llueve en medio de tanto calor.

Entonces, más que un día más del calendario católico, es el inicio de los rituales de la siembra y por eso diversos pueblos campesinos las coincidencias entre pueblos de Mesoamérica entre quienes se empalman las fechas del inicio de la temporada de cultivo entre el día de la Santa Cruz y el de San Isidro, para preparar en una veintena de días lo que después habremos de cultivar. Queda precisa la fecha porque el ciclo agrícola cierra en la veintena de día de muertos.

Doña Alicia narra cómo ella espera recibir los maíces desde septiembre. Ella es una campesina de Acuexcomac defensora de la Tierra en donde destruyen con una construcción sobre lo que fuera un lago.

Hasta arriba del cerro en Atenco, desde donde veo el monte Tláloc frente a esos dos volcanes imponentes, pienso que cada vez llueve menos, aunque en la ciudad llueve y se desborda, que tal vez nunca me toque ver el lago. Ahí le pregunto a un colega, con quien realizo esta documentación, si desde este lugar, el tlatoani Nezahualcóyotl miraba el lago, en algo que conocen a voces como «la silla», también en este pequeño cerro del cual luego me aprendí el nombre: Huatepec. Ahora la tierra se mira amarilla y café, ocre.

Hoy, los pueblos a la orilla del lago tienen en su memoria los caminos del agua y la forma que tenían esas lagunas donde llegan lo patos, alrededor del cual realizaban sus actividades de siembra y comercio, pero ahora es una plancha de concreto de lo que fue la construcción de un aeropuerto ahora cancelado. Desde ahí parten para la propuesta de restauración del ecosistema. Celebran el Día de la Cruz y en Atenco celebran a San Isidro Labrador.

Y entonces se vuelve fundamental esta veintena de días para la Ciudad de México. Tal vez así dejaría de inundarse.

Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación