23 septiembre, 2022
Mientras familiares de los estudiantes de Ayotzinapa exigían respuestas al gobierno, víctimas de la guerra sucia ingresaron al Campo Militar número 1, el lugar donde se cometieron crímenes de lesa humanidad.
Texto: Kau Sirenio
Fotos: Cuartoscuro, Kau Sirenio y Alexis Rojas
CIUDAD DE MÉXICO. – La señora Joaquina García, madre de Getsemany Sánchez García uno de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, fue contundente al pedir a los militares que desencuartelen la información. Ella, como el resto de las familias de los 43, quiere llegar a la verdad sobre el paradero de sus hijos.
Sabemos que en este Campo Militar hay muchas cosas que aclarar, hay mucha información que no quieren dar. ¿Qué esconden? ¿A quién defienden?”
Por la mañana, en una conferencia de prensa, sobrevivientes y familiares de víctimas de la guerra sucia, e integrantes de la Comisión para la Verdad hablaron de lo que encontraron después de tres días de inspección en el Campo Militar numero 1-A. Aseguraron que hay indicios “creíbles” de que en las instalaciones castrenses se cometieron violaciones graves a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.
A la conferencia asistieron sobrevivientes y familiares de víctimas. Felix Santana, secretario técnico de la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico e Impulso a la Justicia de violaciones graves a derechos humanos de 1965 a 1990, destacó que el ingreso al Campo Militar fue de personas que vivieron tortura y desaparición forzada, así como familiares de desaparecidos.
Para ingresar al Campo Militar, las víctimas de la guerra tardaron más de 50 años. El balance del recorrido que presentaron fue las evidencias de cárceles clandestinas donde fueron torturados milicianos de la guerrilla, luchadores sociales y universitarios.
Nos abrieron la puerta, nos dejaron pasar pero no nos dijeron donde están los lugares que queríamos encontrar, sin embargo, esto es un avance porque podemos empezar a entender que fue lo que pasó durante de 1965 a 1990”,
David Fernández Dávalos, integrante de la comisión para el acceso a la verdad
Sin embargo, poco se sabe de lo que sucedió en el Campo Militar. De ahí la urgencia de una de las madres de los 43 normalistas desaparecidos por el Estado mexicano a que el Ejército desencuartele la verdad. Quiere saber qué pasó con las víctimas que llegaron a este lugar. Así como la información del paradero de los desparecidos por los militares.
David Fernández, exrector de la Universidad Iberoamericana e integrante del Mecanismo para el Esclarecimiento Histórico de la citada comisión, dijo: “Reconocimos dos instalaciones e indicios. Estamos hablando de reconocimientos de pisos, sótanos, ventanas, paisajes y subterráneos, que nos permiten iniciar un proceso de investigación a mayor profundidad y de mayor extensión dentro del campo militar y dentro de otras instalaciones militares”.
Fue en horas distintas y lugares separados, pero las historias y las exigencias son las mismas. “Entreguen la información para saber la verdad” se planteó de ambos lados. La primera generación que vivieron la tortura y desaparición forzadas por los militares hablan de cambiar la narrativa para desmontar la estigma que se le endilgó a los luchadores sociales y estudiantes.
La narrativa que se construyó durante años fue la de que los milicianos de la guerrilla eran roba vacas, asaltantes, violadores y gavilleros. Mientras que a las normales rurales les llamaron Kinders Bolcheviques y nido de comunistas. A los normalistas los llamaron revoltosos, vándalos, rojillos y guerrilleritos.
David Fernández Dávalos propuso cambiar la narrativa.
No fue una guerra sucia, aunque así se identifique al periodo, sino un operativo de aniquilamiento de grupos de personas organizadas que luchaban por una sociedad mejor.Lo que hubo fue terrorismo de Estado, fueron violencias sobre personas que se organizaron y qué indiscutiblemente no tenían la capacidad operativa ni mucho menos que tenía el Estado en las instituciones de represión”.
En entrevista con Pie de Página, al final de la conferencia el jesuita planteo que “para cambiar la narrativa tenemos que mostrar la verdad de lo ocurrido. Y sobre esos hechos reivindicar a quienes de distinta manera, algunos en la insurgencia político militar, otros en los grupos políticos y otros en los grupos sociales, lucharon por una patria mejor».
Y añadió que los logros de estas luchas se expresaron en distintos cambios en el país. «En el sexenio de López Portillo fue una reforma electoral, después vino la reforma política que dio paso a un sistema democrático limitado como la que tenemos ahora. Hay que ubicarlos y reconocerlos porque son forjadores de la democracia y libertades fundamentales. No son desviados sociales ni terroristas como los calificaron durante muchos tiempos”.
La protesta de las madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa empata con la caída de los maestros rurales que tomaron el Cuartel Madera, en Chihuahua. En las dos historias, marcadas por la represión, los militares ha estado involucrados. Por eso, dijo la señora Joaquina ·les pedimos que si ellos tienen pruebas del paradero de nuestros hijos que la muestren. Nosotros solo estamos pidieron que nos digan donde están nuestros hijos, qué hicieron con ellos”.
La demanda de los sobrevivientes de la guerra sucia de hace mas de cincuenta años es la misma que los padres de los 43 normalistas: verdad y justicia:
Quisiéramos que uno de ellos se pusieran en nuestro zapatos, a ocho años de la desaparición de nuestros queremos que se aclare todo lo que pasó, solo queremos eso: verdad y justicia” demandó la madre.
Después de la intervención de la señora Joaquina, habló Mario González. Él es padre de César González, uno de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Dijo que en «la desaparición de los 43 normalistas, los 43 hijos, siempre lo habíamos dicho que fueron los militares del 47 Batallón de Infantería. Ahora la investigación nos dio la razón. No sé por qué encubren a esos elementos del 27 Batallón, por que ellos sabían el momento exacto en que estaban desapareciendo a nuestros hijos”.
La narrativa de persecución se enlaza con la infiltración de los movimientos sociales. Pues así como en lo s70, en 2014 se siguió el mismo patrón.
“Ellos tenían a un infiltrado en la escuela de Ayotzinapa. Él iba en el camión de los 43 muchachos. Ellos sabían porque él iba pasando información a sus jefes y tenían el control de C4 de Iguala. Yo no sé por qué razón no entregan el disco con la información que tienen. No sé por qué desaparecieron al elemento activo, por qué no aplicaron el protocolo para proteger a sus elemento quien podría haber salvado a nuestros hijos” reclamó Mario González.
Cuando terminó el ultimo orador en la puerta 1 del Campo Militar número 1-A, los normalistas garabatearon las paredes de la unidad castrense. “Fue el Ejercito” se lee en la fachada principal. “Desencuartelen la información” escribieron a un costado de la entrada peatonal de los militares.
Después, los manifestantes arrojaron piedras y cohetones hacia el cuartel de los soldados. La respuesta no tardó en llegar. Los uniformados regresaron piedras y palos hacia los muchachos. Cuando aún no quedaba ni un normalista, ni las madres y padres de los 43, los militares rociaron agua y aventaron piedras a los periodistas y defensores de derechos humanos que estaban en la puerta 1-bis, cerca del Periférico.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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