18 noviembre, 2022
La nueva línea de transporte en la zona oriente de la capital tiene tres mujeres conductoras. En Pie de Página realizamos un recorrido con una de ellas
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Ana María Sánchez de 47 años cambió el escritorio por el volante. La mujer que conduce una de las unidades eléctricas Zhongtong dedicó varios años de su vida a labores administrativas y contables con contratos eventuales pero al enterarse de que estaban aceptando mujeres para el puesto de chofer, en la nueva línea de trolebús elevado decidió aplicar a la vacante.
Aunque a ella le gusta mucho conducir, es la primera vez que tiene un empleo y una responsabilidad de ese tipo.
Yo fui a meter mi solicitud con poca esperanza, pensé que no me iban a llamar porque eran puros hombres”.
Ana María
Una vez que Ana María fue aceptada para el proceso de capacitación cuenta que tuvo la fortuna de tener un profesor muy bueno que compartió con ella los treinta años que tiene de experiencia. Juan Antonio Pereira la animaba y le decía: “Échales ganas, Anita, porque tienes que quedarte, si llegaste hasta este punto, tienes que pasar las evaluaciones para que seas una de las primeras mujeres en la historia del trolebús”, le animaba su instructor.
“Pasaremos a la historia, porque somos las primeras en trolebús que estamos operando”, dice Anita, como es conocida por sus compañeros.
El transporte público que recién se estrenó hace dos semanas en una de las zonas más alejadas al centro de la Ciudad de México busca destacar por su incursión en la igualdad de género. Tres de sus conductoras son mujeres.
Unas 76 mil personas son transportadas de forma rápida y segura diariamente por Ana María Barrera Sánchez, una de las primeras tres mujeres conductoras en la historia del Trolebús. El transporte es considerado como único en el mundo porque corre a lo largo de un segundo piso de 8 kilómetros con 11 estaciones; además tiene conexión con la línea 8 de metro y la línea 2 del cablebús.
La mujer de cabello rizado y pelirrojo accede a conversar con Pie de Página mientras realizamos el recorrido entre Constitución de 1917 y Acahualtepec una y otra vez, pues los 20 minutos que se hacen ahora en ese trayecto son insuficientes para conversar con la conductora que permanece atenta al volante.
Para Anita es un orgullo ser conductora ya que es un empleo mayormente desempeñado por hombres y eso se observa en la terminal provisional de Acahualtepec, son puros varones los que esperan su turno para salir de la base. Es un compañero el que con señas le da indicaciones a Anita para estacionarse. “Pégate más a tu derecha, un poco más, y síguete, otro poquito”, le indica con la mano levantada.
Precisamente, al principio, el acoplamiento fue lo que más le costó trabajo a la conductora. Se trata de estacionar la unidad a 20 centímetros de la estación, pero dice que sus compañeros la han apoyado desde que estaba en la capacitación, “sí me cargaban la mano porque decían que si estaba ahí era para demostrar que podía”, indica Anita mientras mira el retrovisor y aprieta un par de botones que tiene frente a ella.
Al principio se sentía nerviosa y dice que fue un poco complicado cuando ya empezó a conducir con gente a bordo. Se puso muy nerviosa los tres primeros días pero ya se siente tranquila, platica mientras se estira un poco y es que el cansancio después de 8 horas de trabajo se hace presente.
Ella y sus compañeros no tienen un horario fijo. Los turnos se rolan pero deben cumplir con 8 horas al día y máximo pueden hacer 2 horas de tiempo extra. Regularmente entra a las 4 de la mañana y sale a medio día, pero esta semana cubre el horario de 7 a 3. Descansa un día por semana pero una de las ventajas que ve en su nuevo empleo es que vive en eje 6 y Ermita.
“Llego caminado y también soy usuaria estoy a 5 minutos, me subo a la estación para irme a la base”, dice Ana María quien antes llegó a trabajar por 6 años en la zona de Santa Fe y tardaba en trasladarse hasta dos horas.
Ella era usuaria de los microbuses que tenían concesionada esa ruta de Ermita Iztapalapa y señala que el servicio era inseguro, ruidoso y hasta extravagante. “Es cierto que en un inicio, sobre todo en las horas pico, se vio rebasado el servicio porque arrancó con 26 unidades pero recientemente se incorporaron más vehículos y vamos una tras otra», señala Barrera.
De acuerdo con el testimonio de la conductora, el servicio ahora es de calidad, de buen trato, confiable y seguro. “No avanzamos si la puerta está abierta, cuenta con un sistema de bloqueo. He oído que a los usuarios les ha gustado por la rapidez aunque en las horas pico vayan apretaditos pero llegan rápido”.
Al ser totalmente eléctrico es cómodo para el usuario y para los conductores. Ana María dice que incluso para ellas como mujeres ahora es más fácil conducir esas unidades porque antes la conexión a la electricidad era manual y ahora lo hacen con botones. También indica que aunque es cansado estar tantas horas sentada, el sistema es cómodo y hasta masaje les proporciona el asiento, además de que no se estresan porque no lidian con el tráfico. “Nunca imaginé manejar una unidad de este tipo”.
En la estación Deportivo Santa Cruz Meyehualco dirección Acahualtepec del trolebús elevado, hacen falta semáforos para que puedan pasar los peatones, ya que se puede pasar hasta que algún automovilista cede el paso, así lo dice el señor David López que vive por la zona.
“En las horas pico, tenemos que hacer filotas pero ya avanza más rápido y la verdad sí nos ahorramos tiempo”, comenta Lupita González, quien vive cerca de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla y viaja diariamente hasta Constitución para ir a la universidad.
La señora Carmen trae una bolsa grande de mandado, su cabello ya es cano y se ayuda de un bastón metálico para subir las escaleras que le representan un desafío. Al fin vence el obstáculo y con una risa penosa dice: “lo logré, si hacen falta los elevadores para las viejitas como yo”.
Aún hay pendientes por entregar en la obra que se inauguró tal como estaba para cumplir con la fecha de entrega. Elevadores, semáforos en los pasos peatonales e incluso más conductoras que sigan contribuyendo a la mejora del transporte en aquella zona periférica.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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