«Del caso de Paola aprendimos a vivir»

1 octubre, 2020

A cuatro años del transfeminicidio de Paola Buenrostro su asesino sigue libre. Desde entonces la activista Kenya Cuevas lucha por conseguir justicia para su amiga y para todas las mujeres trans que históricamente han sido violentadas y criminalizadas

Texto y fotos: María Ruiz

Cuatro años se cumplieron desde que Paola Buenrostro fue asesinada en la esquina de Juan Aldama y Puente de Alvarado, en la delegación Cuauhtémoc de Ciudad de México.

Paola se encontraba con tres de sus compañeras de trabajo cuando un hombre pidió sus servicios. Era un exmilitar que en cuanto subió a su coche y avanzaron le disparó.

Esa noche estaba con ella su compañera y amiga Kenya Cuevas:

«Esa noche nos jugamos la ruleta de la muerte entre cuatro personas y le tocó a Paola. Ella dio su vida para dar un giro en la historia de las mujeres trans asesinadas en México y hacer un cambio de paradigma. Desde aquel momento no paré de luchar contra las autoridades que nos negaron nuestro derecho a la identidad y a acceder a la justicia cuando detuvieron y liberaron al homicida de Paola por falta de pruebas».

Para recordar su transfeminicidio este miércoles sus amigas y compañeras cerraron la circulación de Puente de Alvarado y muchas de quienes estuvieron esa noche reinterpretaron la pérdida.

Kenya cuenta que es un acto de protesta para revivir ya que después de cuatro años no ha cambiado nada y el responsable del transfeminicidio de Paola sigue libre.

Kenya Cuevas parando el metrobús durante la protesta en memoria de su amiga y compañera Paola Buenrostro

Estos cuatro años de lucha han sido arduos pero en ellos también han encontrado luz:

«El transfeminicidio de Paola vino a educarnos a todas, todos, todes. Yo misma he aprendido con ella. Ella me enseñó el camino de la lucha que hasta la fecha no le veo fin porque la Comisión de Derechos Humanos emitió la recomendación a la fiscalía, ésta la aceptó y la reparación del daño sigue congelada y el transfeminicida de Paola sigue libre» escribió la activista en su comunicado.

-¿Qué es lo que han aprendido en estos cuatro años, Kenya?

«Los aprendizajes principalmente han sido aprender a vivir. A pesar de que vivíamos y teníamos un lugar en la sociedad, aprendimos a salir de las calles, a gritar, a luchar, a visibilizar pero también a educar y a educarnos con esta sociedad para que no nos sigan agrediendo. Vamos a seguir trabajando para que esto se logre. Yo se lo prometí a Paola en su tumba y me duele mucho que nadie de las autoridades se sensibilice, pero aún así seguiré luchando».

Compañeras de Paola Buenrostro la recordaron con un altar y un performance en Puente de Alvarado.

Kenya Cuevas no solo lucha por los derechos de Paola Buenrostro, lucha por los de todas las mujeres trans. Por ello fundó en 2018 la Casa de las Muñecas Tiresias, donde acompaña y apoya a trabajadoras sexuales, usuarios de drogas, personas que viven con VIH, sin importar su identidad, orientación sexual o expresión de género. 

En diciembre de 2019 consiguió un inmueble que le fue donado para volverlo refugio de mujeres trans, el primero en Ciudad de México. Un espacio que busca ser un hogar y un lugar para que crezcan como merecen. Para Kenya Cuevas el transfeminicidio de Paola también visibilizó la soledad que genera el odio a la búsqueda de libertad sexual y de género:

«Velamos a Paola dos noches con la expectativa de localizar a su familia y darles tiempo de despedirla cuando por fin lo logramos recibimos una negativa como respuesta. Para muchos padres y madres es impensable que sus hijos varones quieran vestirse como mujeres, maquillarse y jugar con muñecas, y para nosotras, las mujeres trans, es casi inevitable renunciar a nuestra identidad, por eso debemos huir de nuestras casas y renunciar al afecto de una familias. Muchas veces optamos por desaparecer y borrar cualquier rasgo pero el dolor lo llevamos cargando en nuestras relaciones y en la falta de amor a nosotras mismas».

Ahora la Casa Hogar Paola Buenrostro funciona como un espacio de amor, crecimiento y libertad:

«Un lugar donde las mujeres que llegan pueden encontrar afecto, empatía pero sobre todo un espacio de oportunidad donde pueden decidir recuperar los derechos que les fueron arrebatados por defender su identidad, dónde pueden visualizarse más allá del trabajo sexual. Porque eso es lo que nos hace falta a las mujeres trans. La oportunidad de ser un hogar, de aprender, de recibir educación, de vivir una vida como el resto de las personas privilegiadas cuyo sexo biológico no les jugo en contra de su identidad», expreso Kenya en su comunicado oficial.

Kenya Cuevas en la esquina donde vio por última vez a su compañera y amiga Paola Buenrostro. Para Kenya la justicia por su amiga será porque será.

Actualmente el caso de Paola Buenrostro cuenta con orden de aprehensión pero no con una línea de investigación. Por lo que la detención del transfeminicida no se ve cercana. La organización Equis explica la búsqueda jurídica de justicia:

«Conseguimos una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos. Esta recomendación reconoce que Kenya y sus compañeras son discriminadas por el aparato de justicia y recomiendan un protocolo de actuación, que se tipifique el transfeminicidio, se dé capacitación al personal para casos de transfeminicidio y que se repare a Kenya como víctima de este delito y también a Paola», explica la abogada Viridiana Valgañón, de la organización Equis Justicia para las mujeres.

Este 30 de septiembre del 2020 se supone que la fiscalía daría una disculpa pública por la falta de buenas prácticas y debido proceso en el caso de Paola Buenrostro pero la pandemia de la covid-19 y la falta de voluntad política impidieron que esto pasara. 

-¿Qué es lo que obstaculiza la justicia en los casos de transfeminicidio en México? 

«Pues son muchísimos obstáculos. El contexto de las mujeres trans, al ser tan adverso, hace que las condiciones del trabajo sean muy pocas y terminen en el trabajo sexual y uno de los primeros obstáculos para encontrar justicia para los transfeminicidios en México es la estigmatización por parte del Estado para las trabajadoras sexuales. No se les toma en cuenta, si hay un delito que se comete en su contra no se investiga, no se les toma en serio y al contrario, normalmente se revierten en su contra. Por otro lado está la constante discriminación de la que son objeto. Si llegan a las fiscalías las van a nombrar como masculino, no van a reconocer su identidad. 

“En tercer lugar, en el caso de transfeminicidios, la mayor parte de las carpetas desvían la investigación, las alargan y la mayor parte de las mujeres trans no cuentan con recursos económicos para pagar acompañamiento legal y eso hace que los casos se queden estancados. Tampoco hay personal capacitado para realizar peritajes, pruebas y testimonios para la comunidad trans», explica la abogada.

Añade que el tema económico es otro obstáculo que se encuentran en esta búsqueda de justicia:

«El caso de Paola es representativo. Son cuatro años para lograr aprehender a este sujeto… ¿Quién podría pagar cuatro años de asesoría legal? Que el acceso a la justicia esté vinculado a quien tiene dinero y quien no es muy grave. Todo ese cuadro nos lleva a la impunidad eterna para las mujeres trans».

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