9 agosto, 2021
A 142 años del natalicio de Emiliano Zapata, los pobladores de Juan C. Bonilla, en Puebla, tomaron la planta de Bonafont que clausuraron hace 4 meses. Buscan convertir la planta embotelladora en una Casa de los pueblos, un espacio de resistencia y formación
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
JUAN C. BONILLA, PUEBLA.- Primero, los pueblos de la región enjuiciaron al mal gobierno que permitió (y ha permitido) la instalación de proyectos industriales en la zona. Lo encontraron culpable junto con las empresas que llegaron. El crimen: extraer y contaminar sin medida el agua, los ríos y pozos de los pueblos de la región. Después, entraron a la planta de embotellamiento de Bonafont en el municipio de Juan C. Bonilla, se dirigieron directo al pozo de agua que explotaba y lo clausuraron.
“¡Como castigo, vivirán con la humillación de que los pueblos recuperaron lo que merecen! Decretamos la reapropiación del territorio que la empresa Bonafont había secuestrado por 29 años. Las instalaciones y todos los bienes que en ella se encuentran serán ocupados por todos los pueblos. ¡Todos los derechos para los pueblos! Salud, educación, techo, tierra, trabajo, independencia, información, igualdad, libertad, democracia, justicia y paz. Los pueblos unidos somos guardianes de la Madre Tierra. Quien atente contra ella ¡recibirá el castigo de los pueblos!” se escucha desde el micrófono mientras la gente entra por la reja de entrada a la planta.
Hace poco más de cuatro meses, el 17 de marzo, estas mismas personas clausuraron la planta embotelladora, de la que salían garrafones día y noche. Ya no soportaban la explotación desmedida que hacían del líquido. Algunos de los más viejos del pueblo, cuyo nombre se omite por el miedo a represalias en su contra, recuerdan cuando en estas tierras habían ameyales, manantiales y jagüeyes, pero hoy, todos están secos.
Según una estimación de La Jornada de Oriente, en la región se embotellan 20 garrafones de estos cada minuto, lo que equivaldría a más de 1.7 millones de litros de agua al día. Desde hace tres décadas, cuando inició el negocio de embotellar agua en la región, los pobladores de la zona empezaron a ver cómo el nivel de los pozos de agua disminuía y cómo los caudales de riego aminoraban.
Esta fue una toma muy esperada, al menos desde 2008, cuando la gente de la misma región clausuró de manera simbólica la planta embotelladora. Hoy, la toma no es simbólica, en el espacio de unos 9 mil metros cuadrados, equipado con salones, se planea hacer un espacio comunitario, una especie de casa de la cultura llamada Casa de los pueblos.
Por eso, este domingo 8 de agosto, cumpleaños del general Zapata como recuerdan con gusto por acá, los 19 pueblos afectados por esta planta y otras se dieron cita para mandar el mensaje más duro y fuerte que pueden contra empresas como ésta.
En el lugar estaban representantes de los pueblos de San Juan Tlautla. San Gabriel Ometoztla, San Mateo Conalá, San Lucas Nextetelco, Santa María Zacatepec, Colonia José Ángeles, San Diego Cuachayotla, San Lucas Atzala, Santa María Coronango, Santa Bárbara Almoloya, San Sebastián Tepalcatepec, San Miguel Xoxtla, San Juan Cuautlancingo, San Martín Texmelucan, San Martín Zoquiapan, San Francisco Ocotlán, Santa María Acuexcomac, San Buenaventura Nealtican, San Francisco Coapa, todos ellos en Puebla. También contaron con el apoyo de miembros del plantón Mexicali Resiste, que opera en contra de una cervecera al norte del país y de la comunidad otomí de Ciudad de México en resistencia.
Una de las mujeres otomíes que asistieron recordó los lazos que hermanan la lucha de la gente de puebla con la de estos indígenas de Ciudad de México:
“Hoy vemos el vital líquido que muchas hermanas y muchos estados carecen. Hace años podíamos tomar agua cristalina y jugar en los ríos pero no más, por sus políticas de engaño. Hoy cómo van a tener cara para decirnos que aquí iba a haber trabajo, hoy les decimos que eso es mentira, que el dinero de la empresa es extranjera y que las ganancias se las llevan a otros países, mientras que a nosotras nos dejan sin recursos, sin agua, sin vida”.
Por su parte, el resto de los pobladores de la región se encargaron de señalar los efectos no solo de esta planta, sino de muchas otras industrias que se apropian de los recursos hídricos de la región. Como la gente de Tlaxcalancingo, que denunció que en ese lugar la empresa Junghans hace lo mismo, extraen 800 garrafones diarios, calculan quienes denuncian. En Ocotepec, la Coca-Cola extrae y despilfarra millones de litros de agua, así como las granjas porcícolas Caro o los campos de la empresa Driscolls, que también operan en la zona.
O como pasó en Cuautlancingo, que después de años de haber gozado de agua hoy solo le llega una vez a la semana, pues la voracidad de la planta de Volkswagen, que dicen produce 30 vehículos por minuto y en los que gasta hasta 400 millones de litros por unidad, secó las tierras cercanas.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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