20 agosto, 2020
Sin afán de romantizar la vida escolarizada, quienes hemos transitado este sistema, sabemos que aún con sus sinsabores, asistir a la escuela nos dio la posibilidad ampliar nuestro mundo.
A Emiliano con el corazón
“Nadie educa a nadie —nadie se educa a sí mismo, las personas se educan entre sí con la mediación del mundo”.
Paulo Freire
@tuyteresa
Emiliano anhela volver al mundo que dejó inconcluso hace cinco meses. A su corta edad -5 años y medio – tiene claros los efectos del encierro. Ha probado la tersa felicidad de la amistad y del contacto físico: jugar, saltar, cantar, abrazar, reír y aprender a amar a personas que, como él, tienen recuerdos, añoranzas y tristezas por el mundo perdido.
Este 24 de agosto, 25.4 millones de niñas, niños y adolescentes volverán a clases de manera virtual desde nivel preescolar, primaria y secundaria. Sin afán de romantizar la vida escolarizada, quienes hemos transitado este sistema, sabemos que aún con sus sinsabores, asistir a la escuela nos dio la posibilidad ampliar nuestro mundo.
En el kínder, una de mis mejores amigas amaba a las abejas, quizá por eso les perdí el miedo desde los 3 años. En este lugar, organizaban “excursiones” a la casa de algún compañero para que conociéramos su entorno. Aún recuerdo el enorme patio central en un viejo edificio en Tacubaya. Nos recibieron los abuelos de una de mis compañeras, en el comedor había pan dulce, olor a café recién hecho, leche y galletas.
Me parecía toda una aventura conocer una casa con paredes pintadas de amarillo claro y cuadros viejos de naturalezas muertas. En el centro de la sala descansaba plácidamente un perro color miel con música clásica de fondo. En este kínder, también teníamos una alberca de lodo y otra con agua para enjuagarnos. Era una escuela pública, con un sistema -supongo- Montessori donde compartíamos juegos y actividades en un salón amplio, sencillo y diáfano. De esa época tengo recuerdos luminosos y gratos.
Además de la gramática, el plano cartesiano y la ubicación de Groenlandia en el mapamundi, la escuela nos dio la oportunidad de embebernos en el mundo de los otros, y esta interacción nos regaló la posibilidad de extender nuestra vida más allá de los confines de la familia sanguínea.
¿Cómo se relatará el mundo pandémico en los libros? Las crónicas de los besos perdidos, de los juegos añorados en los patios escolares, del bullicio en el salón el primer día de clases que hoy no será. Este vacío inédito, este mundo en pausa, los salones silenciosos aguardando el encuentro.
Emerge el tema de salud pública como principio: no hay condiciones para el regreso presencial a clases. El retorno será, cuando el semáforo esté en verde. Por ahora, lo más importante es proteger la vida e integridad de millones de alumnas/os. Quizá sea un momento clave para repensar la educación.
En este punto no podemos olvidar el papel de las mujeres como cuidadoras primarias y educadoras durante estos meses críticos. Además de las tareas del hogar y las labores de trabajo remunerado, millones de ellas seguirán acompañando los procesos de aprendizaje de sus hijas e hijos, incluso en contextos de violencia al interior de sus hogares. El registro periodístico e histórico de estos relatos, será importante.
Acá surge una de las grandes interrogantes: ¿Cómo se construirá el conocimiento en esta nueva realidad?
Algo que nos ha legado la educación popular, -y aquí un sentido reconocimiento a Paulo Freire- es la certeza de que el conocimiento va más allá del aprendizaje académico. Pasa también por reconocer los procesos que nos hacen humanos: dialogar, respetar los límites de la otra persona, construir conocimiento en colectivo, abrazar la diferencia, compartir y a veces también, caer y rasparse las rodillas.
Uno de los mayores campos del conocimiento humano es la riqueza que nos da el contacto físico y emocional, construir lazos más allá de la familia consanguínea, socializar con los riesgos, roces, conflictos e incertidumbres que esto implica.
Esta será probablemente una generación de infantes y adolescentes que vieron cortados estos lazos a causa de la pandemia. Quienes nunca lo han vivido; quizá no lo añoren.
Emiliano, a corta edad, tiene recuerdos, tristezas y añoranzas de su mundo, uno que fue tejiendo con otros, esos que también aguardan el reencuentro.
Este lunes retomará su aprendizaje, ahora en un aula virtual. Ingresará a primer grado de primaria. Está inscrito a unas cuadras de su casa, pero no podrá asistir, se sumará a los millones de niños y niñas que verán pasar la vida a través de la pantalla.
En el ensayo: Cambiar la Educación para Cambiar el Mundo, Claudio Naranjo escribe:
“El contacto con el patrimonio literario y artístico del mundo entero, hecho con la guía apropiada, constituye un legado recibido de corazón a corazón, así como la ciencia y la filosofía son una herencia que se transmite de mente a mente. Lo más importante que tengo que decir, sin embargo, en lo que respecta a la educación en el campo afectivo, podría ser la necesidad que tenemos de reconocer que su objetivo central, es el desarrollo de la capacidad de amar”.
Aprender a amar, más allá de los confines de nuestros lazos sanguíneos, amar el conocimiento, amar nuestro patio escolar y los primeros recuerdos de la amistad.
Gracias al gran trabajo de su mamá, Emiliano se alista para su primer día de clases. Ella ha preparado un lugar especial donde podrán inaugurar este primer momento, uno importante en sus primeros recuerdos. Será interesante preguntarle cómo lo vivió, dentro de 15 o 20 años.
Mientras tanto, aún aguarda para despedirse de sus compañer@s de preescolar, en particular de su amigo Oliver y de su maestra Naza.
Quizá sea tiempo de recuperar el legado de María Montessori, Paulo Freire, Claudio Naranjo y de las pedagogías feministas, replantearnos un mundo distinto donde la ternura, el tequio, aprender a sembrar, cocinar y las matemáticas puedan coexistir.
Mientras tanto, miles de escuelas aguardarán silenciosas el regreso de sus alumn@s, pero aún no saben cuándo…
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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