Cuotas gubernamentales ponen en riesgo cultura emergente en Pachuca

14 junio, 2022

Foto: Elizabeth Cruz (Artemisa)


La ciudad de Pachuca está cambiando, una nueva generación comienza a alimentar la cultura de la ciudad desde espacios emergentes pero un cobro de cuotas municipales, sin regulación ni base en la ley, está provocando que la cultura prenda de un hilo


Texto: María Ruiz

Fotos: Elizabeth Cruz (Artemisa) y cortesía Helado Oculto 

CIUDAD DE MÉXICO.- En la ciudad de Pachuca la semilla de la cultura está germinando con diversos centros culturales emergieron después de la pandemia pero el gobierno de la ciudad está imponiendo cuotas injustificadas que comienzan a asfixiarles.

Así lo señalan Pamela Rivera y Andrés Acosta, gestores del centro cultural Helado Oculto:

“Como empezaron a haber muchísimos bazares en la ciudad, la Dirección de Reglamentos y Espectáculos del municipio de Pachuca empezó a cobrarles cuotas. Antes (los bazares) no eran tema para ellos y nunca lo han regulado. A veces te cobran 400, a veces 800 pero no saben bien en qué se basan. A nosotros nos echan al mismo saco que a un bazar de segunda mano cuando somos un bazar cultural que se pone todos los sábados en su predio”, cuenta Pamela.

Esta política, señalan, pone en riesgo a su centro cultural ya que gran parte de su mantenimiento lo obtienen de los bazares. Hace un mes las autoridades comenzaron a cobrarles por día 800 pesos del permiso sin ninguna explicación basada en la ley de por qué el aumentó a la cuota.

“Eso empieza a ser insostenible, nosotros lo rentamos a emprendedores locales, chicas y señoras que hacen sus jabones, sahumerios, pasteles… a editoriales, para venta de vinilos, a artesanos. Nos empezamos a juntar con otros centros culturales y la punta de lanza son los bazares pero por ejemplo en Pachuca por evento el 10 por ciento de las entradas y el 10 por ciento de la venta de alcohol se va a presidencia y si saco mi licencia como Centro Cultural todavía tendría que pagar ese impuesto. No distinguen de un concierto de Nodal en el palenque a un concierto de un cantautor folk punk. No somos una productora de conciertos que va a traer a Gloria Trevi o a Siddharta, somos un espacio donde nos importan más las propuestas culturales que nos gustan a nosotros”, explica Andrés, conocido por su proyecto musical como Andy Mountains.

Ambos gestores observan que Pachuca está cambiando, que tras la pandemia la gente está buscando otras propuestas y que el arte está jugando un papel fundamental en estos cambios. 

“En algún momento las autoridades se vieron muy receptivas pero al seguir subiendo las cuotas preferimos no hacer lo más sencillo, que es subir los precios, preferimos la movilización, buscamos que nos escuchen porque así escuchamos a otros proyectos y a los que siguen. Es más incertidumbre, es incómodo pero al final somos de la tripa y esto es en lo que creemos” cuentan.

De heladería a semillero cultural 

El Helado Oculto comenzó reinventando un espacio ocupado con anterioridad por helados, alguna vez funcionó como un almacén de paletas de hielo, de ahí su nombre. Hoy Pamela y Andrés lo reinventaron desde la cultura. Comenzaron haciendo fiestas, las llamadas ‘Fiestas con corazón’, conciertos con intervenciones artísticas como pintar murales o funciones de danza.

Un día Ninfa Sánchez, gestora pachuqueña y amiga de Pamela, se le ocurrió la idea de no soltar ese espacio y volverlo un centro cultural. La idea de contar con un espacio así en la zona central de la ciudad les encantó y lanzaron una convocatoria a la que aplicaron 13 proyectos, de los cuales se quedaron 7 y entre todos comenzaron a pagar la renta.

En febrero del 2020 comenzaron a funcionar, llegó la pandemia y recurrieron a la virtualidad consiguiendo talleristas de todo el país. La misma pandemia hizo que varios de los proyectos dejaran el espacio pero el Helado Oculto continuó y sigue creciendo, al grado que recientemente LNG/SHT incluyó el espacio dentro de su gira ‘Buenos Adultos’ y próximamente Belafonte Sensacional tocará en su foro.
Para sobrevivir a la pandemia y mantener el lugar comenzaron a hacer bazar.
“No es un bazar fresas, somos un bazar cultural parecido al Chopo, somos más punks.

Hay música en vivo, viniles y va la gente con sus outfits locos, van niños, familias… empezamos a ser un boom”, cuenta Pamela. 

El limbo de la regulación de centros culturales

En Pachuca no existe una regulación justa para espacios como los que están comenzando a construir gestores jóvenes. Hay un vacío legal que, por ejemplo, al Helado Oculto le ha impedido regularizarse:
“Nosotros no tenemos licencia de funcionamiento todavía, ha sido un proceso muy complejo, en Pachuca no existe un giro que sea centro cultural y que incluya lo que nosotros hacemos, que puedas ser bazar, cafetería, foro de conciertos, que englobe todo”, comentan los gestores.

No son los únicos en esta situación, otros espacios emergentes como Casa Fontana o Casa Paadi están pasando por problemáticas similares.

Para Pamela y Andrés no se trata de tomar caminos fáciles, como sería el pagar cuotas y subir precios, están buscando sentar bases justas para proyectos emergentes del futuro y del ahora:

“En marzo se inauguraron entre cuatro y seis centros culturales nuevos, empezaron a crecer estos espacios y este tipo de ausencia legales (les causan problemas). Estamos buscando ser tomados en serio por una generación anterior con otros tipos de creencias culturales. Nosotros somos de otra generación que venimos con otro chip, que apoya a la comunidad a partir del trueque, que busca crear cultura local,  porque el cambio de estafeta no solo es de partido también es de generación y de cultura, se está diversificando Pachuca en muchas cosas y es lo que estamos buscando” explica Acosta.

“Queremos tener todo en orden pero siempre desde lo justo, desde la consideración de que somos espacios autogestivos, que no tenemos apoyo de nadie. Si a nosotros nos cobran una cuota de mil 600 a la semana aparte de la licencia, de la cédula, de los impuestos normales, de todo lo que implica… y que esos impuestos no los vemos reflejados en ningún tipo de apoyo cultural… estas cuotas pueden afectarnos muy duro”, añade Pamela.

Ambos gestores cuentan que al ser diferentes se han enfrentado a distintos prejuicios como que se piense que un espacio donde hay música y es punk es de consumo de drogas. Lo cual no es cierto, en tres años de funcionamiento no han generado ningún tipo de violencia, al contrario, están construyendo comunidad intergeneracional y diversa.

“Estamos al filo del abismo por este tipo de impuesto y por la falta de marco legal específico que necesitamos para que nosotros podamos no solo sobrevivir sino florecer. Creo que el Estado tiene que dar la cara y respetar los derechos culturales a los que está inscrito en tratados por ejemplo con la UNESCO” denuncian.

Dentro del centro cultural Helado Oculto existe Pupa, un proyecto de pedagogías para infancias donde dan diversos talleres artísticos. / Foto: Helado Oculto.


La escuela del Alicia

El Helado Oculto busca ser un espacio transgresor. Su filosofía se basa en dos grandes referentes: el zapatismo y la escuela del Multiforo Cultural Alicia de la Ciudad de México. Andrés Acosta cuenta que cada que se enfrentan a un nuevo bache piensa “¿Qué haría Nacho Alicia en esta situación?”.
La historia del Alicia comienza en 1995, desde entonces ha sido escena de la música independiente y de la contracultura mexicana. Conciertos épicos han ocurrido ahí, como el de Manu Chao, Panteón Rococó, León Chávez Teixeiro, Ska-P, Las Ultrasónicas… y sigue siendo escena de bandas emergentes. 

El Alicia no sólo ha sido foro, también es símbolo de lucha de abusos de poder enfrentándose a  hostigamientos, clausuras y multas por varias de las administraciones del gobierno de la Ciudad de México y por la industria de bares y antros. Hoy Pamela y Andrés se enfrentan a los mismos retos pero a 30 kms de distancia.
“Yo vengo de la ciudad y en Pachuca siento un propósito. En Pachuca vivir del arte es una broma , los jóvenes creativos quieren huir de aquí y el Helado Oculto buscar ser un oasis.

Tomamos este espacio y empezamos a inventar una ciudad, el arte inventa las formas de vida, inventa los rituales, lo que haces los domingos es tu cultura. El arte es lo más cercano a lo sagrado, lo que da sentido a la vida. Y se empieza a ver en chinga como empieza a afectar el tejido social de manera positiva, cómo cambian hábitos de consumo, empezamos a tener nuestros propios rituales y referentes. Mi sueño es generar una escena local musical y ahí va, con su propio sonido, sus propios héroes. En el Helado Oculto nos estamos inventando nuestros propios bailes y cuando uno inventa sus propios bailes no necesitas bailar al ritmo de los poderes” comparte Andrés.

Ambos llegan a una conclusión: el arte puede ser amenazante para el poder pero están dispuestos a jugar con el fútbol, no quieren pelea, quieren que les dejen respirar, crecer e inventar sus nuevas formas de visión, de ser diferentes, de puntos de encuentro en un lugar donde crear cultura enciende sus corazones:
“Nos podríamos ir pero aquí tiene más sentido luchar por la cultura, ver a la cantidad de jóvenes disfrutar de un baile, de no ser juzgados y eso es lo que nos hace quedarnos, es lo que me habría gustado tener a los quince años”.comparte Pamela. 

Postal de bazares culturales en el Helado Oculto

Los proyectos

Dentro del Helado Oculto existen cinco proyectos: Panza Alegre, un comedor vegano fusión Hare Krishna a cargo de Hari y Gaby; Pupa, un espacio de talleres para infancias enfocados en actividades artísticas fundado por las hermanas Citlali y Anahí; Awen, una tienda de Barbara y del artista visual Avec pintada de una selva que el mismo artista se inventó y que distribuye productos de comunidades locales como Huasca, Mineral del Chico y Tulancingo, además de dar talleres para que la gente sepa qué consume, de dónde viene y cómo fueron elaborados los productos; Love and Hate, un estudio de tatuaje y elaboración de prendas recicladas por el artista punk Miguel Neg.

A estos proyectos se suman Pam y Andy con su bazar cultural de los sábados, además de gestionar los talleres, conciertos y ceremonias holísticas. Para ellos es importante mencionar a Dulcísimo Ovario, un proyecto de cine feminista de Ninfa y Arely que ha sido fundamental para la creación del espacio.

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.

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