Cuartel militar o centro cultural. ¿Cuál será el destino de El Parián, en Coyoacán?

17 febrero, 2024

Desde hace casi dos décadas grupos de vecinos del barrio de San Lucas, en el centro de Coyoacán, protegen un predio de más de 10 mil metros cuadrados. Autoridades han querido convertir el espacio en cuartel de la Guardia Nacional u oficinas, pero los vecinos quieren que sea un centro cultural y de cuidado ambiental

Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Cortesía de los vecinos

CIUDAD DE MÉXICO.- En el 128 de la avenida Hidalgo del Barrio San Lucas, en el centro de Coyoacán, se levanta una mole de concreto naranja; un edificio abandonado alrededor del cual flotan tenebrosos mitos y millonarios intereses, como si lo envolvieran en un hechizo. Un puñado de vecinos está seguro de una cosa, la única forma de “exorcizar” El Parián, como conocen el inmueble, es a través de la cultura y la comunidad. 

“Queremos que sea un centro cultural comunitario, tipo las utopías de Iztapalapa o un Pilares”, comentan tres de los vecinos que forman parte de los grupos más activos de defensa de este espacio urbano que ha estado bajo el olvido por 20 años. “Aunque estos son programas sociales y a nosotros nos gustaría que el proyecto durara muchos años”. 

Por fuera de El Parián se alcanzan a ver sus paredes grafiteadas; las puertas de maderas finas saqueadas, reemplazadas por tapiales. El interior, destartalado, aún tiene algunos muebles abandonados que le dan un aspecto postapocalíptico, en el que podrían, de seguro habitar fantasmas o personas en situación de calle. En las puertas y ventanas visibles, los vecinos del barrio de San Lucas colgaron mantas en las que plasman su deseo de hacer del espacio un centro para la comunidad

Desde 2018 un grupo de vecinos empezó a hacer reuniones, talleres, cineclubes, cuentacuentos, representaciones del leyendas del barrio y diferentes actos de apropiación en los límites exteriores del inmueble que quedó abandonado en 2003, tras la quiebra del banco del Atlántico, de quien era el inmueble. La legítima propiedad del espacio de 10 mil metros cuadrados con cuatro niveles de construcción, quedó en vilo, pero según investigaciones de los vecinos, después de quedar abandonado fue adquirido por el entonces Gobierno del Distrito Federal por medio de la Dirección General de Patrimonio Inmobiliario.

Cultura sí, militares no

En 2021 el gobierno de la ciudad anunció que, en voluntad conjunta con la Alcaldía de Coyoacán, usarían el espacio para abrir oficinas del gobierno de Coyoacán así como una sucursal del Banco del Bienestar así como un cuartel de la Guardia Nacional.

“Inmediatamente reaccionamos”, cuenta Manuel Santos, uno de los vecinos del barrio. “Tuvieron una reunión en la mañana y por la tarde ya estábamos haciendo una manifestación diciendo que no queríamos un cuartel de la Guardia”. 

“Es una zona muy conflictiva, hay 15 escuelas alrededor. Bajo esas condiciones, no nos imaginamos el barrio con un destacamento del ejército a espaldas de la Prepa 6, con tantos jóvenes alrededor. De nuevo empezamos a hacer reuniones abiertas, vecinales, para generar esa sinergia con la comunidad. Decidimos que queríamos eso”. 

Según un cálculo de los mismos vecinos, a esta zona de Coyoacán llegan, diariamente cerca de 15 mil jóvenes que podrían ser atraídos a un centro cultural y deportivo en funciones, lo que podría detonar dinámicas comunitarias muy interesantes en conjunto con la población local y los adultos mayores que en Coyoacán no cuentan con espacios públicos donde relajarse y pasar un rato agradable. 

¿Un edificio embrujado?

Algunos de los vecinos de la zona aseguran que se sienten inseguros al pasar por las calles que rodean al Parián. Sobre todo de noche. Entre los alumnos que cruzan por la zona los rumores de fiestas clandestinas al interior del inmueble cobran vida; hay quienes aseguran haber asistido a “raves”, fiestas de música electrónica que duran días.

En publicaciones de internet se pueden encontrar rumores sobre el lugar en las que se cuenta que a los sótanos de sus estacionamientos acudían agentes judiciales con personas detenidas para torturarlos. Incluso, algunos testimonios aseguran que en sus jardineras hay cuerpos de personas cuya tortura se “salió de las manos”. 

Originalmente, el terreno sobre el que se edificaron las oficinas del banco era de los padres de la congregación de La Salle. Justo enfrente del edificio está el colegio privado Mier y Pesado, manejado por esa congregación. Antes de venderlo, el terreno era ocupado por una casa donde vivían los sacerdotes.

Alrededor de la década de los 50 del siglo XX los religiosos lo vendieron para que se construyera ahí El Parián, una de las primeras propuestas de plazas comerciales en la ciudad, años antes que Plaza Universidad, la primera plaza comercial moderna del país. El Parián de Coyoacán no tuvo el éxito esperado, por lo que un par de años después, el terreno se vendió al Banco del Atlántico, que solía tener sus oficinas en el centro de la ciudad.

Desde su abandono en 2003 el inmueble empezó a deteriorarse y a tener usos extraoficiales al cobijo de las sombras que guarda. En 2018 inició una campaña mediática para afectar a la entonces delegada, María Rojo. Primero apareció el predio a la venta en una página de inmuebles, en el que se cotizaba en cerca de 48 millones de pesos. Al poco tiempo surgieron noticias falsas que aseguraban que la delegada lo había vendido por casi 100 millones, un supuesto sobrecosto del doble, para hacer uso personal de los 50 millones restantes. Historia falsa, pues el inmueble no es propiedad de la alcaldía Coyoacán, sino del gobierno de la ciudad. 

“La verdad es que antes de empezar a organizarnos, esta era una zona que evitabas”, cuenta sobre el espacio Laura Frey, vecina del barrio. “Si daba miedo, tienen una vibra muy pesada. Le hemos hecho ofrendas de día de muertos; en las jardineras de afuera se plantaron sábilas y maíces, porque lo que queremos es que el edificio esté libre de delincuencia y de asuntos de poder. Que sea para la comunidad”. 

¿Un hospital de la Asistencia Privada?

Hace un mes aproximadamente, a finales de enero de 2024, después de las protestas por el uso que planeaba el gobierno (oficinas y cuarteles), el jefe de Gobierno, Martí Batres, citó a los vecinos de San Lucas a una reunión. En ella les explicó que se tenían pláticas con el Hospital de la Ceguera, una Institución de Asistencia Privada (un privado que brinda un servicio altruístico), para que en El Parián pudieran ampliar sus operaciones. Sin embargo el espacio podría ser compartido con los vecinos para que realizaran actividades culturales.

El problema, comentan los vecinos, es que el Hospital de la Ceguera ya tuvo por un periodo el goce del espacio, sin que lo supieran aprovechar. 

“Estábamos antes del periodo de la elección de 2018, Mancera (entonces jefe de Gobierno) ya había pedido licencia del cargo y en su lugar estaba José Ramón Amieva”, agrega Manuel Santos. “Ya estábamos en pláticas con ellos, andábamos buscando caminos, y en eso estábamos cuando de sorpresa, nos viene un periodicazo. Se lo habían cedido al Hospital de la Ceguera por 10 años con un total desconocimiento de las peticiones del barrio”. 

La decisión se llevó a cabo a través de un PATR, un Permiso Administrativo Temporal Revocable, en el que el gobierno de la ciudad entregaba el predio al hospital por 5 años, prorrogables a 10. “Solo usaron un pedacito para meter unas sillas, era una sala de espera para sus pacientes, pero ni siquiera repararon el espacio, el techo tenía hoyos, estaba lleno de humedad y olía muy mal”, cuentan los vecinos.

El trato no resultó conveniente para el hospital que tenía que pagar 300 mil pesos en servicios cada mes, por lo que al pasar 5 años, regresaron la administración al gobierno de la ciudad. La nueva propuesta, a pesar de que resta espacio al uso que podrían hacer los vecinos del lugar, les suena plausible y les emociona poder ser parte del rescate de un inmueble icónico para la zona. 

Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.

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