18 febrero, 2025
Desde la noche del viernes, el caso se ha mantenido como tema central de la conversación pública en Argentina. Javier Milei enfrenta su peor momento como presidente de Argentina. Por primera vez en 14 meses de Gobierno no tiene capacidad de reacción y nada amaina la tormenta que él mismo provocó hace cuatro días
Texto: Cecilia González
Foto: Redes sociales de Javier Milei
BUENOS AIRES, ARGENTINA. – Javier Milei enfrenta su peor momento como presidente de Argentina. Por primera vez en 14 meses de Gobierno no tiene capacidad de reacción y nada amaina la tormenta que él mismo provocó hace cuatro días. Por el contrario, a cada rato, a cada hora, hay novedades que resquebrajan la credibilidad de un personaje que, en tiempo récord, se erigió como líder de la ultraderecha a escala global.
La crisis comenzó el viernes pasado, a las siete de la noche, cuando escribió un tuit que bastó para minar su base de apoyo, perder el respaldo de sus propios seguidores, evaporar su autopercepción de ser «el mejor presidente en la historia de la humanidad» y «genio de la economía» que ameritaba ganar un Nobel, alimentar sospechas de corrupción e iniciar causas judiciales en su contra en Argentina y en Estados Unidos.
«La Argentina Liberal crece!!! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina», señalaba el mensaje presidencial que incluía un enlace directo a una web en la que sus 3.8 millones de seguidores en X podían comprar directamente la nueva y desconocida criptomoneda $Libra.
Milei, además, fijó el tuit para que no se perdiera entre la catarata de posteos que publica a diario y que, a veces, en una sola jornada, pueden sumar cientos. En ese momento, $Libra valía cero dólares pero, en cuestión de minutos, y gracias a la publicidad del presidente se apreció de manera significativa. El furor cripto estalló. Decenas de miles de inversores de diferentes países se sumaron a la oleada.
Las voces de alerta comenzaron a aparecer. En las redes sociales, especialistas en este tipo de inversiones manifestaron su desconfianza. Tenían razón. Con la misma rapidez con la que el valor de $Libra se disparó, se desplomó. La burbuja permitió que en unas cuantas horas una decena de especuladores (que se sospecha tenían información privilegiada) obtuvieran ganancias de alrededor de 100 milllones de dólares y que miles más perdieran lo que habían invertido. El mecanismo es equiparable al de las estafas piramidales.
Cuatro horas después de haber publicado el tuit de promoción, cuando las denuncias de fraude ya inundaban las redes sociales, Milei, el presidente que nunca reculaba, por primera vez eliminó un posteo. «No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y, luego de haberme interiorizado, decidí no seguir dándole difusión», se justificó, pero ya era demasiado tarde.
El escándalo era imparable. Mientras el oficialismo se recluía en el silencio ante el desconcierto, los opositores sostuvieron una actividad frenética. Acusaron a Milei de fraude, estafa, negocios incompatibles con la función pública, manejo de información privilegiada, tráfico de influencia y violaciones a la ley de ética pública. Hasta ahora, ya hay más de 100 causas penales en contra del presidente, pedidos de juicio político y una denuncia ante el FBI por presuntos delitos financieros.
Desde la noche del viernes, el caso se ha mantenido como tema central de la conversación pública en Argentina incluso en las madrugadas porque, sin importar la hora, las novedades no cesan.
El sábado en la mañana, por ejemplo, Hayden Mark Davis, fundador de $Libra, reveló que era asesor de Milei y que éste le había garantizado apoyo a su criptomoneda. Periodistas argentinos también develaron que el presidente tenía relación con cuestionados criptoempresarios desde el año pasado y que varios de ellos incluso lo habían visitado en múltiples ocasiones en la Casa Rosada.
Su argumento de que «no estaba interiorizado» sobre el negocio de la nueva criptomoneda se debilitaba. Milei tampoco supo explicar por qué mantuvo el tuit fijado durante cuatro horas, si desde los primeros minutos especialistas financieros advirtieron que se trataba de una estafa.
Una de las mayores pruebas de que, de manera inédita, el escándalo estaba impactando de lleno en el Gobierno, fue que Milei abandonó las redes sociales durante casi un día. Nunca había ocurrido. Otra secuela sorpresiva fue la reacción extendida de la prensa corporativa de Argentina que, por primera vez desde que comenzó esta administración, asumió una posición crítica casi de manera unánime en sus portadas del domingo. La prensa extranjera también se hizo eco, al igual que influencers financieros estadounidenses y europeos.
Políticos y periodistas oficialistas se quedaron aislados en la tímida defensa que intentaron hacer del presidente. Primero usaron el clásico «fue hackeado» para exculparlo de la publicación del tuit que promocionaba la criptomoneda; luego aseguraron que Milei no sabía que era un fraude, que lo habían engañado, que el estafado era él. Una diputada afirmó que Milei no había escrito el tuit «en ejercicio de sus funciones» porque los presidentes tienen horario laboral. Otra senadora advirtió que la crisis se debía a motivos astrológicos. «Plutón entró en Acuario», dijo a modo de explicación. Por supuesto, nada de ello ayudó al presidente.
Entonces el Gobierno echó mano de un recurso que ha sido exitoso en este país desde hace más de una década: involucrar de alguna manera a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La tesis central era que no importaba lo que había hecho Milei, porque el kirchnerismo siempre sería peor. Pero ahora el intento de polarización no tuvo efecto alguno, lo que demostró la magnitud de un escándalo en el que los principales damnificados son libertarios argentinos y extranjeros que lo siguen, que confiaron en la criptomoneda porque él la publicitó y que vieron cómo se evaporaba su inversión. Sin tuit presidencial, no había estafa. Y en esto, el kirchnerismo no tuvo nada que ver.
En otro afán inútil de paliar la crisis, el sábado por la noche Milei anunció que había ordenado que instituciones oficiales realizaran una investigación en la que nadie confió: equivalía a que él se investigara a sí mismo. La siguiente alternativa de control de daños fue la confirmación de que el lunes por la noche daría explicaciones en una entrevista con el comunicador oficialista Jonatan Viale en el canal TN.
Todo fue para peor. En el diálogo, Milei aseguró que no había promocionado la criptomoneda. «Solo la difundí», dijo sin reconocer el sinónimo. Insistió en que había publicado el tuit en su «cuenta personal», sin entender que el rol de presidente es permanente. Y volvió a hacer gala de su falta de empatía. «No hay 44 mil damnificados, como mucho son cinco mil (…) Si vas al casino y perdés plata, ¿cuál es el reclamo?», dijo al evadir su responsabilidad en la estafa para culpar a las víctimas. Sorprendió que un presidente que ha naturalizado los insultos y agresiones en contra de cualquier persona que ose criticar a su Gobierno, nada dijera de los criptoempresarios que supuestamente se aprovecharon de él.
La charla en sí misma fue insuficiente para terminar con la crisis, como el Gobierno anhelaba. Pero, un rato después, el caos se agravó cuando TN subió a YouTube la entrevista sin edición. Ya es sabido que Milei solo habla con periodistas que no lo incomodan ni le repreguntan, que solo asienten y le dan la razón; que funcionarios revisan de antemano las preguntas, eligen la iluminación, los ángulos de las cámaras y el maquillaje para que al presidente no se le vea la papada, que es una de sus obsesiones. Y que, sobre todo, editan los videos, porque la mayor parte de las veces las entrevistas son grabadas.
Pero una cosa es saberlo y otra, verlo. En las imágenes, que sorprendieron porque demuestran con crudeza la connivencia y subordinación de un sector del periodismo con el poder político, Viale es interrumpido bruscamente por el asesor presidencial, Santiago Caputo, quien incluso se mete a cuadro para susurrarle a Milei alguna respuesta. «Sí, sí, yo te entiendo. Te puede traer un quilombo judicial», dice el periodista cuando se le ordena cambiar la pregunta que había hecho, lo que acepta dócilmente.
El video completo de la entrevista comprobó que, contrario a lo que decía, el presidente sí está preocupado por las consecuencias judiciales de su tuit. Además, quedará inscrito como uno de los capítulos más vergonzosos de la historia del periodismo argentino.
La tarde del martes, mientras todavía se debatía el ‘affaire Viale’, el diario La Nación reveló que Hayden Mark Davis, el creador de la criptomoneda $Libra, estaba coordinando una estrategia conjunta con el Gobierno de Milei para tratar de resolver el problema en el que están metidos, lo que explicaría que el presidente no lo hubiera atacado en la fallida entrevista. Como si fuera poco, también publicó mensajes en los que el criptoempresario alardea que controla a Milei gracias a que le paga sobornos a su hermana Karina Milei, la secretaria general de la presidencia que, desde la campaña es la llave de acceso al político ultraderechista. Es otra bomba que confirma que el escándalo está lejos de terminar.
Periodista mexicana que desde hace 15 años cubre el cono sur. Autora de los libros Narco Sur y Narco Fugas.
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