¿Quién dijo que para hacer una película de terror tenemos que narrar sucesos extraordinarios o paranormales? La película de Patrick Brice, a diferencia de otras del género, nos regala un suspenso que incomoda por sus problemáticas tan sencillas de encontrar hoy en día
Texto: Andi Pastrana
Foto: Tomada del trailer
CIUDAD DE MÉXICO. – Este es un filme estadounidense dirigido por Patrick Brice y escrito en conjunto con Mark Duplass, siendo ellos dos los protagonistas y únicos personajes en pantalla.
Creep es la historia de Aaron, un cineasta que es contratado por Josef para filmar su vida cotidiana, bajo el argumento de que este tiene cáncer y le quedan pocos meses de vida; además, está en espera de su primer hijo, por lo que busca dejarle un legado por si es que no llega a conocerlo. El trabajo consiste únicamente en seguir a Josef durante todo un día en su casa de vacaciones, ubicada en medio de una colina en un bosque.
Es una producción que parece casera, dado que todo es narrado en primera persona a través de la cámara de Aaron. Esto mismo es lo que genera suspenso y evoca una clase de terror psicológico, pues nos mete en la historia como si nosotros fuéramos el personaje principal; presenciamos los hechos de la misma forma en que lo hace Aaron, sabemos lo mismo que él y eso nos permite empatizar fuertemente con él, desarrollando sus mismos miedos e incertidumbres.
Además, otro factor que nos puede provocar escalofríos es el hecho de que no es una película de terror paranormal, al contrario, nos plantea una situación que hoy en día se ha convertido en lo común: conocer gente en línea.
Con el avance de las redes sociales, las maneras que tenemos de conocer a las personas se ha modificado convirtiéndose en un arma de doble filo; por un lado, se han convertido en una herramienta muy útil para expandir nuestro horizonte social como laboral, pero por otro, también han dado pie a nuevas técnicas de secuestro y extorsión. Igualmente, esta facilidad para contactar con la gente genera que logremos conexiones o vínculos distintos a lo que se acostumbraba antes de la expansión del internet; se ha modificado la accesibilidad para buscar trabajo, vivienda o establecer relaciones tanto amistosas como amorosas.
Esto puede ser tan favorable como perjudicial. Por más que tomemos nuestras precauciones, siempre existe un riesgo al establecer tratos con desconocidos, pero es algo que inevitablemente tenemos que afrontar. Incluso con nuestros conocidos o personas que se nos presentan en ambientes cercanos siempre hay posibilidad de una traición, pues nunca podemos estar por completo seguros de conocer netamente a alguien; por más que alguien nos sea de suma confianza, es innegable el hecho de que no conocemos lo que hace con cada minuto exacto de su vida ni tampoco somos conscientes de absolutamente todo lo que pasa por su mente que no externa.
Pero si bien esto es algo que siempre ha ocurrido, las redes sociales lo han incrementado, dado que es muy sencillo hacerse de una vida en internet distinta a la vida real. Aaron llegó a la casa de Josef sí con cierta incertidumbre, pero confiando en que solo iba a realizar un trabajo más sin considerar la gravedad de los sucesos que se desencadenarían.
A pesar de ello, lo que mantuvo a Aaron con Josef fue, en parte, su profesionalismo como documentalista. Logró diferenciar sus opiniones personales de lo que estaba filmando y tuvo la empatía de no juzgar a quien lo estaba incomodando; no obstante, fue eso mismo lo que le impidió escapar de la situación cuando ya fue demasiado tarde, no dimensionó la profundidad de los hechos hasta que la situación se puso por completo turbia.
A su vez, se quedó por el particular vínculo que se formó entre los dos. Josef logró que hiciera lo que hiciera, Aaron sintiera pena por él.
Se escudó bajo una técnica con la que muchas personas actúan en la realidad, aunque no necesariamente se llegue a estos extremos, es una conducta común la de justificar las agresiones apelando a las emociones como excusa. Es una forma de manipulación en la cual se aprovecha la sensibilidad del otro para que este perdone las violencias.
Hay que ser precavidos con esta clase de discursos ya que es una manipulación complicada de ver; el problema no está en la expresión de las emociones ni en la empatía que tiene uno hacia el otro, el tema está cuando con esta sensibilidad se justifican conductas haciendo ver al agresor como una víctima. Compartir las emociones es una comunicación necesaria, pero externarlo no quiere decir que la responsabilidad de nuestros actos está saldada y lo mismo es para la otra parte, una cosa es entender a alguien y otra es justificarlo, cosa que para Aaron fue difícil comprender.
Ese es el tipo de terror que plantea la cinta, uno en el que no son necesarios sucesos extraordinarios o paranormales para generarnos el mismo miedo que tiene Aaron hacia Josef, combinándolo con cierto repudio y desagrado. Es un suspenso que incomoda, fundamentalmente, por sus problemáticas tan sencillas de encontrar hoy en día.
Creep está disponible en Netflix.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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