23 octubre, 2024
La cumbre sobre biodiversidad avanza desde el lunes 21 con representantes de 140 países en Cali, Colombia. Uno de los temas principales es el mecanismo multilateral para el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados del uso de las secuencias de recursos genéticos
Texto: Ricardo Borja / IPS
Foto: ONU Biodiversidad / Flickr
COLOMBIA. – La 16 Conferencia de las Partes (COP16) sobre el Convenio de Diversidad Biológica se presenta como una oportunidad única para negociar y aprovechar el mecanismo multilateral para la distribución de los beneficios de la información digital sobre secuencias recursos genéticos (DSI, en inglés).
La cumbre sobre biodiversidad avanza desde el lunes 21 con representantes de 140 países en la ciudad colombiana de Cali, donde las negociaciones se prolongarán hasta el 1 de noviembre.
Uno de los temas principales —y que ha causado un profundo debate entre algunas naciones— es el mecanismo multilateral para el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados del uso de la DSI.
El martes 22, el foco del debate fueron los recursos genéticos. La ministra de Ambiente de Colombia y presidenta de la COP16, Susana Muhamad, declaró en el Panel Estratégico sobre Recursos Genéticos que “estamos hablando de material genético de animales y plantas que se secuencia y se almacena en bases de datos digitales».
Sin embargo, añadió, «las empresas que utilizan estos recursos ya no saben de dónde provienen, y no están pagando los beneficios que corresponden”.
Desde la COP13, realizada en 2016 en la ciudad mexicana de Cancún, las Partes iniciaron el trabajo en relación a la DSI.
A partir de este punto, se puso en la mesa de debate las desigualdades entre las compañías y laboratorios que generan ganancias por medio de investigaciones con DSI, y los países en vías de desarrollo que poseen una gran variedad de recursos biológicos que son aprovechados por investigadores y empresas foráneas.
América Latina, junto a otras naciones que poseen megadiversidad en sus territorios, se han alineado para exigir la trazabilidad de la información digital sobre recursos genéticos y sus posibles beneficios.
Un ejemplo de las dificultades es el caso de Ecuador, donde los avances han sido mínimos en materia de secuencias genéticas.
Por ahora, el país presenta un marco legal que no referencia a la DSI en su estrategia nacional de biodiversidad, en proceso de actualización y una capacidad tecnológica limitada. A pesar de ello, varios científicos ecuatorianos están conscientes de la importancia de la información genética e intentan insertarse en la discusión.
Las secuencias digitales sobre recursos genéticos tienen un campo de aplicación muy amplio que va desde la industria farmacéutica hasta productos agrícolas.
Daniela Reyes, analista de la Dirección de Innovación del ecuatoriano Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), explica que “las secuencias son manuales de instrucciones que tenemos todos los seres vivos en nuestra células. Este está compuesto por cuatro letras que son las bases de aminoácidos».
«Cuando se organizan de una cierta manera, le dan una instrucción a la célula para saber qué hacer en nuestro cuerpo”, abundó.
Por medio del uso de esta tecnología, es posible descifrar el código genético de los seres vivos. Esta información es valiosa, porque define las características únicas de los diferentes especímenes. A partir de allí, la ciencias relacionadas con genes se han diversificado. En este marco se puede incluir a la biología sintética, la edición genética y la biotecnología.
Uno de los ejemplos más relevantes en el que se utilizó la secuenciación genética fue el desarrollo de la vacuna para el virus SARS-CoV-2, origen de la covid-19.
Durante la pandemia, miles de genomas del virus fueron secuenciados para determinar sus características y comportamiento. Aquí, uno de los puntos claves fue el compartir el código genético del coronavirus para desarrollar soluciones efectivas en diferentes partes del mundo.
Desde una perspectiva del genoma humano —y que no se incluye dentro del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB)— Paola Leone, coordinadora del Laboratorio de Genética y Genómica de Solca núcleo Quito, indica que la DSI ha permitido conocer las características de ciertos grupos étnicos y su propensión a diversas enfermedades.
Además, es esencial para determinar la compatibilidad entre pacientes para posibles trasplantes de órganos. “Tenemos una aplicación de diagnóstico, pronóstico, seguimiento y elegibilidad al tratamiento», concluye Leone.
Desde diciembre de 2022, en Montreal, la COP15 decidió establecer un mecanismo multilateral para la distribución de los beneficios de la DSI. El objetivo en la presente conferencia es poner en marcha ese mecanismo, el cual, está alineado con la meta 13 del Marco Mundial Kunming-Montreal sobre Diversidad Biológica, que se cerró en esa cumbre.
Esa meta plantea la necesidad de “incrementar la participación en los beneficios de los recursos genéticos, la información de secuencias digitales y los conocimientos tradicionales”.
El cumplimiento de los acuerdos establecidos en el Marco Mundial se pueden determinar por medio de las estrategias y planes nacionales sobre biodiversidad (NBSAP), que los países debían presentar durante esta COP16.
A pesar de ello, por ahora, solo cuatro países latinoamericanos entregaron sus NBSAP completos: Cuba, Suriname, México y Colombia. El país anfitrión de la conferencia lo hizo el 21 de octubre, en la inauguración de la cumbre, cuando presentó su Plan de Acción de Biodiversidad al 2030.
Por su parte, Ecuador presentó sus avances sobre la actualización de la Estrategia Nacional de Biodiversidad este miércoles 23.
Para que el mecanismo multilateral tenga un funcionamiento efectivo y, por ende, las economías de los países se puedan beneficiar, es preciso que las Partes establezcan políticas públicas y normativas alineadas al Marco Mundial.
Para Reyes, la DSI es un tema poco explorado en Ecuador y el gobierno sigue confiando en actividades extractivas.
“Si bien es cierto, en leyes, en agendas, en investigación, ya se menciona a la biodiversidad como un recurso estratégico, el día a día de los investigadores es diferente. Yo no siento que exista una inversión como tal”, indica la analista del Inabio.
Pablo Jarrín, experto de la Dirección de Innovación del Inabio, coincide con la visión de Reyes: hacen falta recursos en diferentes niveles.
“En realidad lo que estamos haciendo nosotros es, de alguna manera, ser un contrapeso a quienes desde el extranjero vienen a secuenciar”, menciona Jarrín sobre su trabajo, junto a Reyes, en el Laboratorio de Secuenciamiento de Ácidos Nucleicos.
Además, el experto asegura que existe una falencia pronunciada en cuanto a capacidad tecnológica. «Creo que eso es un contrapeso al problema que tenemos los países de la región de la falta de capacidad tecnológica, porque es esa falta de capacidad tecnológica la que nos está llevando a buscar formas políticas y legales de proteger nuestros recursos”, explica Jarrín.
La transferencia de capacidad tecnológica es uno de los temas que se están definiendo en el mecanismo para el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados del uso de la DSI.
En agosto de este año, el Grupo de Trabajo Especial de Composición Abierta sobre la Distribución de Beneficios de la Utilización de DSI se reunió por segunda vez.
Para poner en marcha el mecanismo multilateral, se debatieron varios elementos como el desembolso de fondos, la gobernanza del mecanismo, la revisión de su eficacia, las contribuciones monetarias al Fondo del DSI, bases de datos públicas y distribución de beneficios monetarios y no monetarios.
En relación a este último elemento, —y que está limitando el desarrollo de investigación genética en Ecuador y otros países— varias delegaciones estuvieron de acuerdo en la creación de capacidad y transferencia tecnológica.
Por su parte, el Grupo Africano planteó el desarrollo de una base de datos centralizada para la DSI. Entre los puntos a destacar de esta propuesta está el intercambio de información y la supervisión del acceso a los datos. La discusión sobre este punto continúa vigente en la COP16.
La distribución de beneficios monetarios fue otra de las temáticas desarrolladas por el Grupo de Trabajo. Aquí existen varias propuestas; sin embargo, el eje central giró en torno a la lista de sectores y subsectores altamente dependientes del uso de la DSI.
El documento señala, en primer lugar, al sector farmacéutico, biofarmacéutico e investigación de las ciencias de la vida.
También se incluyen cosméticos; mejoramiento animal y vegetal; biotecnología; biotecnología industrial; equipos de laboratorio asociados a la secuenciación y uso de DSI; servicios de información, científicos y técnicos relacionados con DSI.
Las propuestas que se debatieron se relacionan con el aporte económico de los usuarios y empresas que se sirven de la DSI para generar ingresos.
A pesar de los esfuerzos por establecer los beneficios monetarios, un elemento clave a destacar es que el mecanismo no será jurídicamente vinculante, lo cual limita su aplicación hacia los acuerdos mutuos entre empresas y países.
Para Ecuador, las decisiones que se tomen alrededor de las bases de datos públicas sobre DSI podrían tener implicaciones dentro de su producción científica.
Los investigadores del Inabio indican que utilizan las bases de datos abiertas, como GenBank, para comparar secuencias genéticas y determinar nuevos descubrimientos de especies que no son reconocibles a primera vista.
“Las bases de datos abiertas son un beneficio para todos. Ahí está la oportunidad para publicar, para descubrir”, menciona Jarrín.
A través de la secuenciación genética, científicos ecuatorianos han logrado describir nuevas especies de anfibios. En el 2022 se descubrieron dos nuevas especies de ranas de cristal en los Andes del Ecuador: Hyalinobatrachium mashpi y Hyalinobatrachium sustantivos.
Ambos especímenes tienen características físicas similares; por esa razón, el análisis de su ADN fue esencial para determinar sus diferencias.
Según el artículo publicado por National Geographic, Ecuador: nombran a dos nuevas especies de ranas traslúcidas, las dos especies “divergen genéticamente en casi un 5%, una gran diferencia para anfibios tan similares”.
Por ahora, en en la COP16 se negocian los posibles requisitos para los organismos que manejan bases de datos abiertas.
Entre estos se encuentra la disponibilidad de la información del país de origen de la muestra, incluir información del mecanismo multilateral y la repartición de sus beneficios derivados.
Además, se analizan las garantías para reconocer si las secuencias genéticas fueron obtenidas de manera legal.
Este artículo es parte de la Cobertura de la COP16 sobre Biodiversidad, elaborado con apoyo de Climate Tracker América Latina en colaboración con FES Transformación.
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