Dos mujeres, desde dos trincheras distintas, luchan contra el cáncer. A una la sorprendió el cáncer de mama, a la otra, el mar donde encontró en las competencias de natación en aguas abiertas una motivación para apoyar a otras mujeres contra esta enfermedad.
Texto: Patricia González Mijares
Fotos: Cortesía Por Ellas
Leticia Flores siempre estuvo pendiente de su salud; ahora tiene 63 años. Quince años antes había producido en sus senos quistes benignos por lo que se supervisaba con una oncóloga. A los 57 años, la especialista la dio de alta… le dijo que se hiciera la mastografía dentro de dos años porque los quistes habían desaparecido. Esto fue en el 2015, se saltó el 2016 porque se confió. En febrero del 2017 le recomendaron hacerse estudios, pero no fue hasta agosto cuando fue hacerse la mastografía; entonces el estudio reveló la presencia de un tumor.
Según las estadísticas del Instituto Nacional de Cancerología, en México se detectan 191 mil casos de cáncer al año, de los cuales fallecen 84 mil. Estas cifras colocan la enfermedad como la tercera causa de muerte en nuestro país.
El cáncer de mama es el que tiene mayor incidencia, con un número de 27 mil casos por año. Esta cantidad es superior al cáncer de próstata con 25 mil; colon 15 mil, tiroides 12 mil, cervicouterino 4 mil, y pulmón 6 mil 500.
El doctor Elmer Huerta, oncólogo de Instituto del MedStar Hospital en Washington, y director del Preventorio de esta institución, afirma en una plática que difundió por medio de la plataforma Youtube respecto al tema:
“El cáncer de mama no tiene una causa y no se puede prevenir. El truco es encontrarlo lo más temprano posible. Cuando el cáncer crece dentro de la mama no da síntomas. La única detección precoz puede obtenerse por la mastografía. Muchas mujeres se dan cuenta cuando la enfermedad ya está muy avanzada; sin embargo es importante aclarar que el cáncer de mama no es sinónimo de muerte, se puede tratar”. En muchos casos, la detección temprana es descubierta por las mismas parejas y también por las mujeres cuando se bañan, comenta.
A pesar de las campañas de sensibilización y prevención contra el cáncer de mama, este sigue al alza en México. En el 2018 se reportaron 44 mil 164 casos respecto al 2010 en el que hubo 35 mil 823. La presencia de covid tampoco favorece la situación porque en el caso de muchas mujeres, sus diagnósticos se han retrasado debido a que temen asistir a los hospitales por miedo a infectarse. Si a esto agregamos el estigma que todavía prevalece respecto a las recomendaciones de prevención, todavía existe un tabú para la autoexploración en mujeres jóvenes (20 a 39 años); así como el miedo a realizarse las mastografías en mujeres maduras (40 a 75 años).
Las mujeres somos las únicas que podemos evitar que esta enfermedad silenciosa avance. Cuando las mujeres son madres están enfocadas en su trabajo, además del trabajo doméstico. La preocupación más grande son los hijos, la familia y tienden a descuidarse por cuidar a los demás. Aun las mujeres profesionistas e informadas son presas de la enfermedad. Las féminas que tienen entre 38 y 40 años, comenta el doctor Huerta, el especialista del Instituto de Prevención del Cáncer, “es esta edad el umbral en el que se debe tener especial cuidado porque pueden darse los cambios genéticos, y es el momento preciso de tener conciencia y realizarse los estudios de mama”.
Leticia Flores profesionista y maestra universitaria comparte a Pie de Página su historia.
“Hacía quince años que mi cuerpo producía quistes benignos. Así que para mí fue confuso porque estaba acostumbrada, eran molestos pero estaba controlada. Fue muy angustiante la noticia de que tenía un quiste “raro” que había que quitar porque no les gustaba a los doctores. A la semana me lo quitaron pero vieron que mi seno estaba invadido de más puntitos cancerosos que también debían retirar. La noche en que ya me habían hecho esa primera operación me dijeron que tenía que quitar esos puntitos y que tenía un 30% de posibilidades de que la enfermedad se pasara al otro seno.
«Lo pensé bien. Fui tajante, si los doctores ya sabían que era malo y que había que quitar la enfermedad pues lo único importante en ese momento para mí era conservar la vida. Decidí quitarme los dos senos.
–¿ Cómo lidiaste con el tema de tu feminidad?
Estaba muy asustada. Agradezco al doctor que me haya sugerido que me hicieran los implantes el día de la mastectomía pues estaba tan aterrada que no pensaba en mi imagen. Por el tamaño de mis senos me dijeron que me los podía hacer inmediatamente después. Y eso hice. Me quitaron los dos senos y me pusieron las dos prótesis. Cuando te reconstruyen ponen la prótesis sobre un corte artesanal y no queda perfecta la forma. Me recomendaron a un cirujano plástico, nunca fui muy abundante en senos por lo que fue más fácil la reconstrucción. Recuperaron mis pezones y rehicieron todo. Todo fue muy rápido, no hubiera aguantado la incertidumbre ni la angustia de que volviera el demonio, como yo le digo, porque lo único que quería era que me lo quitaran y conservar la vida. Además sin las prótesis no podría estar, ni nadar, me encanta este deporte y me muevo con fluidez en los vestidores, no se ve que sea notorio el cambio en mi cuerpo. Me siento bien, claro que ya pasaron tres años.
–¿ Cómo compartiste esta experiencia con tu familia?
Estoy divorciada, tengo un hijo y una hija. Se sacaron de onda terriblemente. pensaron que estaba loca de tomar una decisión tan tajante. Soy una persona muy nerviosa, y yo no quería arriesgarme a seguir enferma. Durante ese tiempo y en la recuperación no hablábamos tanto, respetaron mi decisión. Más bien nos hemos acompañado y eso ha sido muy importante. Me apoyé en ellos para estar lo mejor posible.
–¿ Cómo se sintió tu hija al respecto?
Ella tenía 21 años cuando pasó la operación, y está consciente de que en nuestra genética hay una historia; y que me tocó a mí. Se cuida, se autoexplora. Ahora tiene 24 años, es muy joven y sabe que en el futuro tendrá que hacer sus mastografías y supervisarse constantemente.
–¿Estuviste en algún tipo de terapia, o algún grupo de autoayuda?
Estuve un año en terapia individual. El cáncer fue un golpe que le dio a mi narcisismo, y aprendí a entender que no soy inmortal.
–¿Qué fue lo que más trabajo te costó en este proceso?
Por un lado la imagen corporal, pero de manera secundaria. En realidad lo más difícil es no saber qué noticia te van a dar o cómo va a cambiar tu vida. La vulnerabilidad, la posibilidad de dejar esta vida me tenía mal. También me costó la recuperación y la dependencia con los demás. Tuve la suerte de que la enfermedad no se esparció por mi cuerpo. Las cosas van bien y no me arrepiento de la decisión que tomé. Lo único que extraño mucho es nadar porque en mi alberca no dejan pasar a personas mayores de 60 años, ya habrá tiempo para eso.
Edna Llórens tenía 28 años, un hijo pequeño y una mala relación con su esposo. En medio de una fuerte crisis personal comenzó a nadar, alentada por su mamá, quien comenzó a practicar este deporte a los 50 años. Encontró en la natación un propósito de vida y se metió a fondo. A los 32 años se transformó en nadadora profesional, llegó a ser campeona nacional e internacional. Un día quiso cruzar las bahías de Huatulco pero pensó que no tenía ningún sentido hacerlo sola: “Buscando un motivo sólido para nadar, investigué cuál era el problema social más fuerte en Oaxaca y descubrí que era la mortandad por cáncer de mamá y cáncer cervicouterino”. La idea original de nadar en aguas abiertas seguía en su mente. Buscó a las autoridades de salud, médicos y armó la primera carrera de nado abierto en el 2006. “Fue una prueba de relevos de 21 kilómetros en la que invité a nadadoras y mujeres que habían superado el cáncer de mama. No sabíamos qué nombre ponerle al evento y le pusimos: Por ellas, brazadas en pro de la prevención del cáncer´. Continuamos haciendo competencias y ferias de la salud y de la prevención del cáncer en varias partes de la república”.
Mientras estas mujeres nadan se lleva a cabo la feria de salud en la que se invita a otras mujeres a hacerse mastografía y papanicolau en las unidades móviles. La última vez que nadaron las ocho mujeres fue en el mar de Cortés, y en aquella ocasión Edna, directora de la asociación Oleadas de luz, extendió la invitación a todos los nadadores del país. Actualmente el evento ha crecido mucho y las recaudaciones también. En un principio se apoyó a mujeres con cáncer de mama y posteriormente se extendió a niños con cáncer. Con el dinero se hizo una donación importante para aparatos e insumos de la clínica Hemato- Oncológica pediátrica del Hospital Juan María de Salvatierra de la Paz Baja California. La unidad se acreditó a través del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos del Seguro Popular en el 2014 con la cobertura para la atención de menores de 18 años. La incorporación del Seguro Popular al INSABI en este año tendría que apoyar y abastecer los medicamentos a las personas que se quedaron sin el Seguro Popular, pero el desabasto de medicinas a los menores es una realidad que ha tenido afectaciones en todo el país. El gobierno del estado de Baja California y diferentes asociaciones civiles, entre ellas la de Edna, ha logrado cubrir las necesidades de medicamentos e insumos que no han llegado en tiempo y forma a la institución.
En el evento de este año, Edna fue muy criticada por hacer la convocatoria. Ella siempre pensó que el evento no podía detenerse por la pandemia. Nos comenta: “el cáncer no se iba a detener por otro virus”. Logró echar a andar la competencia el 10 de octubre, arriesgándose a que las autoridades no aprobaran la competencia. Fue una semana antes del evento cuando tuvieron la certeza de que se llevaría a cabo.
El año pasado la Asociación Oleadas de Luz contó con 34 equipos y 630 nadadores, recaudaron 1 millón 480 mil pesos. Éste año la participación fue de 78 nadadores, y las recaudación de 180 mil pesos que la fundadora agradece profundamente, también hubo gente que hizo su donación a pesar de no haber ido a nadar.
Como organizadora ya no le da tiempo de nadar, lo cual lamenta. Pero es más importante la dirección del evento y sus resultados, pues un porcentaje de las recaudaciones se va para cáncer de mama y otra es para los niños con cáncer, aunque está ampliando el rango de edad para que jóvenes entre 18 y 23 años puedan recibir el tratamiento y que también haya aparatos que puedan usar las mujeres en ese hospital. “Si cuidamos la prevención del cáncer de mama muchos niños no se van a quedar huérfanos”. Otra cosa que le emociona es que con estos eventos se ha logrado hacer una conciencia deportiva y de filantropía entre familias de nadadores. “El que haya podido sensibilizar y lograr el apoyo de tantas familias por un deporte que adoro me llena de satisfacción. Sientes que ya no estás sola, todo lo que implica: los relevos, el trabajo en equipo, el respeto mutuo, cuando lo ves a través de los años es una satisfacción, y más en este año tan difícil significa mucho”.
https://youtu.be/Fo-yWVedTXA conferencia Dr. Elmer Huerta.
Estudió Comunicación. Le gusta escuchar historias, contarlas y hacer fotos. Realizó el corto documental “Llaneras” en el 2007. Ha colaborado en revistas de turismo, cultura y derechos humanos.
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