Consentimiento para un genocidio

17 octubre, 2023

Nuevamente, y de la manera más deliberada, los grandes medios de comunicación están haciendo un daño inmenso a la humanidad, creando ahora el consentimiento para el genocidio del pueblo palestino

Por Étienne von Bertrab / @etiennista

“La propaganda es a la democracia lo que la violencia a la dictadura” Noam Chomsky

Como tantas otras alrededor del mundo, la marcha de este sábado en Londres, por la libertad de Palestina, fue multitudinaria. Para iniciarla, arriba de cien mil personas nos reunimos alrededor de la British Broadcasting Corporation (BBC) —otrora referente, para algunos, del periodismo riguroso e imparcial. Una BBC que desde los atroces ataques de Hamas a poblaciones de Israel el sábado 7 de octubre no deja de referirse a las víctimas israelíes como personas asesinadas mientras que los palestinos simplemente mueren. Así, inexplicablemente, como las moscas. Para la corporación pública no importa que sean ya miles las personas inocentes asesinadas por el bombardeo indiscriminado de Israel en la Franja de Gaza, incluyendo más de mil niños, así como cientos de mujeres, ancianos, enfermos, y hasta doctores y trabajadores humanitarios. Y es que la deshumanización del pueblo palestino frente a uno de los estados más poderosos, armados y violentos del mundo es sistemática y cada vez más acentuada, gracias, en buena medida, a los grandes medios de comunicación.

From the river to the sea, Palestine will be free!

One, two, three, four, occupation no more!

Five, six, seven, eight, Israel is a terrorist state!

Free, free, Palestine!

Free, free, Palestine!

Free, free, Palestine!

Free, free, Palestine!

En el Reino Unido, una de las potencias claves en el respaldo militar y político a Netanyahu, otros medios hicieron lo suyo esparciendo en primeras planas la supuesta noticia de decenas de bebés decapitados por Hamas en el kibutz Kfar Aza. Lo hicieron los tabloides como Metro, Daily Mail y Daily Express, pero también medios que se creen de otra estatura moral como The Times. En el programa radiofónico insigne de la BBC, Today, la conductora fue incapaz de cuestionar al ministro de defensa británico que volvió a mencionar ‘los bebés decapitados’ pese a que para entonces ya lo habían desmentido las mismas Fuerzas de Defensa Israelí. Del otro lado del Atlántico lo hicieron también, sistemáticamente, otros tantos grandes medios. Sara Sidner, periodista de CNN tuvo que disculparse “por no ser más cuidadosa con mis palabras” luego de haber replicado al aire, sin confirmar, la ‘noticia’ primero emitida por el canal israelí i24News. La vergüenza (¿tendrá?) obligó al mismo presidente Biden a desistirse de haber afirmado que él personalmente había visto las horrendas imágenes de los bebés decapitados.

Así van ya once días. Once días en que las grandes potencias occidentales brindan a Netanyahu un cheque en blanco para el castigo colectivo a toda la población palestina, tanto en Gaza como en los asentamientos ocupados de Cisjordania. Los medios hacen parte de esta tarea. Mientras que Israel dirige misiles para asesinar a periodistas que reportan desde la Franja de Gaza, en la que más de dos millones viven aterrorizados mientras ven, cuando lo logran, a sus seres queridos muertos, a veces desmembrados, las cadenas de noticias hacen ajustes para lograr el absoluto sesgo mediático. La cadena norteamericana NSNBC, por ejemplo, suspendió los programas de tres presentadores musulmanes. El pretendido progresista The Guardian, por su parte, corrió a su cartonista Steve Bell luego de cuarenta años de labores para el diario. Esto por una caricatura de Netanyahu, quien ha cometido múltiples crímenes de guerra y es repudiado por cada vez más ciudadanos de su propio país, que algunos de arriba consideraron antisemita.

Es que esa es la salida fácil: etiquetar de partidarios del terrorismo de Hamas a todo aquél que critique el proyecto sionista de Israel y sus más recientes maquinaciones para terminar de apropiarse del territorio palestino de preferencia sin ellos ahí y mejor aún sin ellos vivos. Aquí, nuevamente, los medios hacen lo propio. Maryam Moshiri, presentadora en jefe de noticias de BBC, se refirió a protestas en apoyo al pueblo palestino dejando la idea de que la gente expresaba su apoyo a Hamas. Pero mucha gente que participó en las marchas le hizo saber a la BBC que mentía, y seguramente por presión del público se vio obligada la presentadora a reconocer que las palabras fueron “pobremente elegidas” y que fue una descripción engañosa de las protestas. Cuántos ‘errores’.

En estas movilizaciones que tienen lugar en cientos de ciudades alrededor del mundo, parece ocurrir exactamente lo contrario a la narrativa de los grandes medios que, vale aclarar, con ayuda de Chomsky, son esos que dictan la agenda, en este caso, de los asuntos internacionales. En la marcha de Londres, numerosas personas y organizaciones judías y marchaban demandando lo mismo: que pare el genocidio, que no usen su dolor para castigar colectivamente a un pueblo, y que termine el apartheid al que lo tienen sometido. No en su nombre. Nadie molestó a estas personas, todo lo contrario, recibían sonrisas y mucho agradecimiento. Del otro lado del Atlántico, más de mil activistas judíos de la organización If Not Now se manifiestan frente a la Casa Blanca pidiendo un alto al fuego en Gaza. “Decimos no al genocidio en Gaza”, piden la puesta en libertad de los rehenes “y el fin del apartheid israelí”, reporta Olga Rodríguez Francisco, escritora, periodista e investigadora especialista en Medio Oriente, a quien por cierto recomiendo enormemente para entender el contexto histórico del conflicto (su texto Ni un intento para la paz en Palestina es imperdible). Más y más personas judías en el mundo demandan que pare el genocidio y las injusticias que padece el pueblo palestino. 

Pero este comportamiento de los medios no es ni nuevo ni casual. Noam Chomsky y su colega Edward Herman estudiaron concienzudamente cómo medios como el New York Times cubrían las atrocidades de los gobiernos y movimientos comunistas, contrastando las coberturas con las de las atrocidades cometidas por las potencias occidentales, Estados Unidos en primer lugar, o por sus aliados, como fue la invasión de Timor Este por Indonesia. Su trabajo quedó plasmado en el influyente libro Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media, publicado en 1988. Su análisis derivó en el llamado propaganda model (modelo de propaganda), que plantea la existencia de cinco filtros (acá una explicación didáctica y poderosa) a través de los cuales, en una democracia representativa, la propaganda mediática es esencial:

“Cuando no se puede controlar a la gente por la fuerza y ​​cuando se puede escuchar la voz del pueblo, se tiene este problema: puede hacer que la gente sea tan curiosa y arrogante que no tenga la humildad de someterse al gobierno civil, y por lo tanto necesitas controlar lo que la gente piensa”

Así, con el silencio y la complicidad de muchos gobiernos y el silencio de muchos, Israel busca ahora que todo ocurra en silencio, sin observadores. Por eso los reporteros en Gaza son blanco y han asesinado a muchos de ellos. Cuentan con nuestro consentimiento gracias a los medios, que siguen haciendo perversamente su parte. La BBC recién sacó del aire a seis reporteros árabes y están siendo investigados por manifestarse a favor de la liberación de Palestina en redes sociales.

Mis pensamientos y solidaridad con el pueblo palestino, ese que es admirado y respaldado por todos los pueblos del mundo, mientras que la mayoría de los gobiernos, sobre todo occidentales, están con el opresor. Ojalá llegue el día en que judíos, musulmanes, cristianos, y personas de cualquier religión, credo o sin él, tengan vidas prósperas en paz. Pero ahora, frente a un genocidio anunciado y múltiples crímenes de guerra avalados por los poderes en turno, se está sentando un precedente muy peligroso. Son tiempos muy oscuros para la humanidad.

Profesor de ecología política en University College London. Estudia la producción de la (in)justicia ambiental en América Latina. Cofundador y director de Albora: Geografía de la Esperanza en México.