La cumbre climática arrancó este domingo con pocas esperanzas de resultados contundentes y opacada por la reunión del G20 en Roma. Mientras tanto, inició también la COP Colaborativa, una “contracumbre” de activistas que abordará la agenda invisible de la conferencia oficial
Texto: José Ignacio de Alba y Arturo Contreras
Fotos: Arturo Contreras Camero
GLASGOW, ESCOCIA.- El ambiente político dilucida un futuro gris para el gran evento sobre el clima que comenzó este domingo. Aunque Alok Sharma, presidente de la COP26 (la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), esta cumbre es “última gran esperanza” para el planeta, la propia ONU reconoció que el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados Celsius se vuelve cada vez más difícil.
De hecho, la inauguración de la COP26 quedó en un segundo plano frente a la reunión del G20 que se llevó a cabo en Roma. Ahí, los líderes de las 20 economías más grandes del mundo —entre ellas, las más contaminantes— se reunieron para discutir diversos temas, entre ellos el del calentamiento global.
Según un comunicado de esa reunión, los líderes se comprometieron a aplicar medidas para lograr el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius. Pero en diversas declaraciones, los asistentes aseguraron que la COP26 podría fallar.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, dijo que difícilmente se lograran los objetivos. “Tenemos que ser honestos con nosotros mismos”, resumió.
António Guterres, secretario General de Naciones Unidas, declaró por su parte: “Seamos claros, existe un grave riesgo de que la COP26 no cumpla su propósito”.
En Roma, la ONU anunció un nuevo Observatorio de Emisiones de Metano que se encargará de recopilar datos sobre las emisiones de metano, un gas 80 veces más contaminante que el dióxido de carbono.
Antonio Gutierres aseguró que si los compromisos de mitigación del cambio climático siguen la tendencia actual, el planeta se calentará 2.7 grados Celsius para fin del siglo, lo que sería una carrera veloz al desastre climático. Ante ese escenario, el funcionario urgió a los líderes mundiales a implementar medidas “urgentes”.
Pero las señales no son alentadoras. Dos de los líderes de los países más contaminantes del mundo — el presidente de China, Xi Jinping, y el de Rusia, Vladmír Putin — ni siquiera asistirán a la cumbre.
En la inauguración de la COP26, Alok Sharma reconoció que el panorama geopolítico de esta cumbre climática es “muy complicado”.
También dijo: «Si actuamos ahora y actuamos juntos, podemos proteger nuestro querido planeta. Así que unámonos estas dos semanas y hagamos que lo que París prometió lo consiga Glasgow».
Los expertos han definido tres grandes retos de la COP26, que son tan decisivos como complejos: 1) asegurar compromisos para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero; 2) garantizar la financiación para una efectiva lucha contra el calentamiento, y 3) definir las reglas para la implementación del Acuerdo de París (firmado por 175 países en en la COP21, en diciembre de 2015), el cual implica limitar el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y continuar los esfuerzos para limitar más el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados.
Apenas a 1.2 kilómetros de la sede oficial de la COP, en un terreno baldío, coronado con una carpa y un letrero luminoso, un centenar de personas alzan la voz en contra de esta cumbre, la más elitista desde que se han llevado a cabo. Debido a las restricciones de viaje por la pandemia que implementó el gobierno del Reino Unido muchos activistas y organizaciones populares e indígenas no pudieron asistir al evento. Están aquí para alzar la voz y reclamar justicia climática, es decir, que los ricos y poderosos que han llegado a sus hogares y a sus tierras para extraer sus riquezas se hagan responsables de la catástrofe que ahora pesa no solo sobre estos pueblos, sino sobre toda la humanidad.
La COP Colaborativa, un esfuerzo de decenas de organizaciones climáticas y activistas, busca señalar la agenda que no se tocará en la conferencia oficial. Esta cumbre alternativa dista mucho de la organizada por las Naciones Unidas. No solo por la infraestructura y los recursos disponibles, sino por los discursos y las metas que proponen.
Mientras en una hay cientos de policías, guardias de seguridad, cercos sanitarios y arcos detectores de metales, en la otra, solo dos personas registran a los asistentes. Mientras una se hace en un centro de convenciones con todos los servicios y el jet set de la diplomacia internacional, la otra de organizó bajo una carpa con la organización remota de cientos de voluntarios alrededor del mundo.
El discurso también es profundamente diferente. Mientras en una se buscan acuerdos gubernamentales en los que se toma en cuenta a las empresas y a los actores que lideran el desarrollo, en la otra los protagonistas son quienes más sufren los embates del cambio climático, como los pueblos indígenas y las comunidades más pobres de todos los rincones del mundo.
“Tenemos que decir que esta era industrial y de desarrollo no es otra cosa más que una era de injusticia y pobreza, en la que aún hay millones de personas sin comida, sin acceso a servicios de salud”, señaló Asad Rehman.
Rehman es cofundador de la Coalición COP26, el concierto de redes detrás de esta contra-conferencia y que antes mantuvo una fuerte agenda desde la sociedad civil contra la pobreza y la desigualdad.
“Detrás de toda la lógica neoliberal hay una idea atroz en la que se cree que que las vidas de algunas personas se pueden sacrificar porque son menos valiosas que otras, como la de las trabajadoras esclavizadas a plantas de producción o los niños forzados a trabajar alrededor del mundo»,
dijo Rehman
«La realidad es que este llamado de justicia no se ha hecho desde los líderes del sistema. Un sistema bajo el que nos rehusamos a vivir», insitió.
«Hubo un día en que la palabra justicia ambiental era dicha por algunos de nosotros, pero ahora parece adornar los discursos de muchos políticos que se olvidan que fuimos nosotros quienes promovimos esa discusión».
La justicia ambiental a la que se refiere es la misma a la que los acuerdos de las Naciones Unidas llaman medidas de adaptación dentro del sistema de pérdidas y responsabilidades. Es decir, que los países más ricos y desarrollados se han beneficiado de la explotación (algunos dirían colonial) de los recursos y la población de los países menos desarrollados.
También bajo este sistema los países más desarrollados deberían diseñar un sistema de compensaciones para los países más afectados en el que financien el desarrollo y la implementación de sistemas de adaptación para que las poblaciones más vulnerables ante el cambio climático tengan herramientas para seguir habitando en sus territorios de origen y no se vean forzados a migrar.
Al respecto, la demanda durante la cumbre, tanto en la oficial como en la alterna, es que se destinen 100 mil millones de dólares para un fondo para tratar las pérdidas y los daños del cambio climático en países en desarrollo, sin embargo, es probable que la implementación de este fondo se aplace hasta el 2023.
Otra de las grandes expectativas es que se firmen tratados para limitar el calentamiento del planeta a los 1.5 grados, sin embargo por la poca representatividad que hay en esta COP (por las altas restricciones), es probable que tampoco se logre.
«Son esos países los que se niegan a aceptar las medidas de pérdidas y daños y a aceptar sus responsabilidades globales. Esa es la discusión incómoda que se niegan a tener los gobiernos que van a estar ahí (en la COP). Tanto ellos como nosotros sabemos qué debe hacerse. Tenemos las políticas y las rutas, solo no tenemos a los políticos con la voluntad necesaria para actuar».
Rehman.
El canciller mexicano Marcelo Ebrard llamó, a nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, a que se destinen 100 mil millones de dólares cada año para que países en desarrollo puedan cumplir metas de adaptación y mitigación del cambio climático.
Ebrard destacó la dificultad para lograr las metas de mitigación de cambio climático en la región latinoamericana debido a la crisis económica provocada por la pandemia de covid-19.
Como estandarte, Ebrard dijo que uno de los programas principales de la administración federal en México ayudará a la emisión de metano al ambiente.
“Tenemos el programa de reforestación más grande del continente. Ahora están trabajando en esa reforestación 400 mil personas”, dijo.
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