Damián Genovés Tercero murió a manos de elementos del Ejército Mexicano, en una ejecución extrajudicial, según se mira en un video que un oficial del propio Ejército entregó al padre de la víctima; a pesar de que los autores confesaron el delito, la justicia no llega a esta familia
Texto y foto: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- Desde hace ocho meses Raúl Tercero Arreola está buscando justicia para sus dos hijos, Damián Genovés Tercero, de 18 años, asesinado el 3 de julio, y Alejandro Tercero Mesa, de 16, que está desaparecido. Los dos jóvenes desaparecieron en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el 24 de junio, después de salir a buscar trabajo.
El 3 de julio en Nuevo Laredo, el Ejército persiguió a un grupo de la delincuencia organizada que viajaba en camionetas pickup. En la batea llevaban a Damián. El suceso quedó registrado en un video que circuló ampliamente en redes sociales.
“Mi hijo venía en la camioneta que se ve en el tiroteo del día 3, venía atado de pies y manos, tirado en la batea. El tiroteo fue fuerte, tardó como cuatro minutos y fracción y mi hijo estaba vivo. Él, pensando que le iban a prestar el auxilio, se ve cómo levanta la cabeza de la batea para pedir auxilio. Y le dan un balazo. En vez de darle auxilio, lo ejecutan”, cuenta el señor Raúl sobre el video.
Desde hace casi un mes, Raúl instaló una tienda de campaña casi debajo del asta bandera del Zócalo, frente a Palacio Nacional, para que lo vea el presidente. Ahí, junto a su esposa que está en huelga de hambre y su hermano que lo apoya en su búsqueda, esperan por justicia.
“Así como lo mataron los militares, les estoy pidiendo que me paguen el traslado y la exhumación a su lugar de origen. Además de la búsqueda de mi hijo Alejandro, que me lo entreguen vivo, porque así se lo llevaron. Ellos no se separaban, andaban todo el tiempo juntos y además casi nunca salían a la calle en Nuevo Laredo”.
Raúl Tercero
“Las carpetas las mandan de regreso allá y aquí no tienen competencia. ¿Qué es lo que pasa con la carpeta de mi hijo? Están jugando como si fuera balón de futbol, lo traen de un lado para otro. ¿Por qué la fiscalía está jugando así con nuestro caso?”.
Como miles de personas en México, acosados por la pobreza y el desempleo, Raúl Tercero viajó a Nuevo Laredo, Tamaulipas desde su natal de Chiapas. Mandaría dinero a su familia. En 2020, ante la crisis de empleos que generó la pandemia de covid-19, su familia lo alcanzó en Nuevo Laredo.
Raúl manejó como chofer de taxi por aplicación, pero con el encierro de la pandemia la demanda de viajes disminuyó. Tuvo que probar suerte en la construcción, como albañil. Pero aun así, sus ingresos eran muy pocos.
“Ya en julio me dijo mi hijo: ‘Papi, aunque sea de lavar carros, te voy a ayudar. Ya ves que lo poquito que ganas no alcanza en la albañilería’, y ahí lavando carros, aunque sean mil 500 más lo que ganas tú, aunque sea un poquito, ya se acompleta”.
Damián, su hijo mayor, incluso quería pertenecer a la Guardia Nacional y después ser doctor, cuenta Raúl. “Yo lo lleve a Monterrey, ahí a Apodaca, en donde está el campo militar y ahí pasó sus exámenes. Nada más que le hacía falta la carta de no antecedentes penales, pero desgraciadamente como la pandemia estaba muy fuerte, los ministerios públicos estatales no trabajaron y no se la dieron”.
Días después, el 24 de junio, Raúl aceptó la propuesta de su hijo. “Me lo llevé ahí a una avenida que se llama Mazatlán, hay un lavado de tractocamiones y sí le dieron el trabajo. Al siguiente día se iba a presentar con su credencial de elector, el número del seguro y una solicitud de empleo. Ahí lo dejé a eso de las diez de la mañana y a la una de la tarde me habla para decirme que sí había pasado la entrevista, que ya iba para la casa. Damián estaba con su hermano, Alejandro. Se regresaron caminando, porque no les alcanzaba para el pasaje. Bueno ya, váyanse rápido para la casa, les dije”.
Después de dejar a sus hijos en el lavado de tractocamiones, Raúl viajó a Apodaca, a unos 200 kilómetros al sur de Nuevo Laredo, por un trabajo. “Como a eso de las nueve de la noche me marca mi esposa y me dice que no habían llegado y fue entonces que me preocupé”.
Raúl logró regresar a Nuevo Laredo dos días después, el 26 por la noche, y desde la mañana del día siguiente, se dedicó a la búsqueda calle por calle.
El 4 de julio, Raúl iba cansado de tanto buscarlos, sin dinero, y con la preocupación, vio a unos muchachos viendo un video y se acercó. “Debajo de un puente de la calle Eva Samano, que cruza por unas vías del tren, estaban unos muchachos viendo un video, y ya me acerqué y les dije: ‘¿Qué ven, jóvenes?’ Y me dijeron: estamos viendo un video del tiroteo del día 3 y entonces me percaté y fui a verlo. ¡N’hombre, en el el video se veía a mi muchacho!”, cuenta.
“Entonces fui al Ministerio Público, para que me entregaran a mi hijo, y fue entonces que me mandaron a la Funeraria Valdez. Tardé más de 27 días para que me entregaran el cuerpo de mi hijo y todo el tiempo gastando, porque me cobraban 5 mil pesos por día y 5 mil pesos por noche de tener a mi hijo. Yo me endeudé hasta que ya no pude más. Siento la deuda en la cabeza que ya no puedo más y ni aún así se acercan los de gobierno, ni el presidente manda a un secretario para que me diga cómo van a solucionar el problema”.
Según explica Raúl, el ministerio público de Nuevo Laredo no tiene dónde resguardar estos humanos, por lo que hizo un convenio con la funeraria, que dispone de los cuerpos. Actualmente el cuerpo de Damián está en posesión de la funeraria.
La carpeta de investigación que se levantó en la Fiscalía de Nuevo León está detenida, pues la mandaron a la Ciudad de México, a la Fiscalía General de la República, pero aquí, también se declararon incompetentes y la regresaron al estado del norte.
“La carpeta que está en Nuevo Laredo está detenida. ¡La tienen detenida, no quieren hacer nada porque se trata de dos militares! ¿Porque son militares no quieren hacer justicia? ¡No! Pues están las pruebas contundentes, es para que hubieran encerrado a los militares asesinos!”, asegura con rabia Raúl. “Ya hay pruebas más claras de que los militares que asesinaron a mi hijo aceptaron su culpabilidad. ¿Qué más pruebas quieren si ya dijeron que sí? Yo espero que judicialicen, que metan a estos militares a la cárcel y que el Estado se responsabilice y me entreguen a mis hijos”.
Por si fuera poco, la funeraria amenaza con que si no liquida su deuda, exhumarán los restos de su hijo y los van a dejar a la intemperie.
Este es el reportaje que se publicó hace una semana en Rompeviento TV sobre este tema :
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