A más de dos años de pandemia, los efectos del confinamiento en la educación y del uso de modelos híbridos son cada vez más evidentes. Un cambio positivo es la incorporación de la tecnología. Un ejemplo es el canal Mi aula de YouTube, lanzado en México, en colaboración con la UNESCO, para que estudiantes de secundaria y media superior logren aprendizajes con el apoyo videos alineados a los planes de estudio oficiales
Por Gemma Jara * / MUxED
No sabemos a ciencia cierta si ya podemos hablar de pospandemia, o si el covid 19 seguirá obligándonos a modificar nuestras prácticas sociales en general, y las prácticas educativas en particular. Lo que sí sabemos es que, desde marzo de 2020, se reformaron estrategias y modelos de enseñar y de aprender que nos mostraron prácticas educativas aún no imaginadas. Algunos pasaron del pizarrón a la computadora, otros tuvieron que transitar a través del teléfono celular. Muchos miles se trasladaron del pupitre al televisor. Sin duda, los más desafortunados –en conectividad y acceso a tecnologías– tuvieron que estar sentados junto a una radio para “tomar clases”. Lo que es común en todos estos casos es que los alumnos dejaron de asistir a la escuela por un largo periodo.
Los teóricos coinciden en destacar dos repercusiones dentro de las circunstancias educativas que hemos vivido; una positiva y la otra alarmantemente negativa. Empecemos por la negativa, para ver si desde lo positivo que ha traído la pandemia, podemos contribuir a contrarrestarla o intentar menguar sus efectos.
La pérdida de aprendizajes es sin duda alguna la afectación más grande de dos años de confinamiento y la que tendrá repercusiones más profundas en los egresados, de todos los niveles educativos. Los estudiantes de América Latina y el Caribe han perdido entre uno y 1.8 años de aprendizaje (UNESCO).
En un estudio reciente en Argentina a finales del año pasado, en las pruebas Aprender 2021, realizadas por el Gobierno “Los resultados obtenidos luego de analizar el desempeño de aproximadamente 623 mil chicos y chicas muestran un deterioro significativo en la comprensión de textos, mientras que en Matemática hay cierta estabilidad, aunque con una leve caída”.
Como vemos en esta gráfica, la población con mayores carencias económicas es la que denota mayor caída, y así solo se amplía la brecha educativa -–que ya de por sí era muy grande en nuestra región– entre los educandos en situación vulnerable y sus pares de estratos socioeconómicos más elevados. Si se realizaran estudios similares en otros países, los resultados también serían parecidos. La literatura reciente lo está demostrando. Por ello, diversos organismos internacionales han orientado sus esfuerzos a mitigar esta pérdida de aprendizajes.
El Diálogo Interamericano y Banco Mundial recién publicaron otro estudio que sistematiza diversos esfuerzos implementados en la región para medir la pérdida de aprendizajes, con el fin último de plantear líneas de acción para su pronta recuperación. En el diagrama se aprecia la clasificación de programas remediales.
En esta clasificación, –de la que sin duda se puede aprender por las experiencias revisadas a nivel mundial–, se observa claramente que una de las posibles vías para apoyar la recuperación de aprendizajes es lo que llaman Aprendizaje por computadora, definido en el estudio como el “Uso de software especializado, con contenidos y actividades de aprendizaje adaptados”.
En realidad lo que se plantea es la incorporación de tecnologías en la educación, que aunque no es nada nuevo, la pandemia significó un parteaguas en su incorporación masiva y en su aceptación por parte de todos los actores educativos. Supimos de experiencias, donde estudiantes esperaban a sus padres para poder hacer sus tareas en los celulares y otros, más afortunados, podían tener sus propias computadoras para aprender en casa. Durante casi dos años esa fue la “normalidad”.
Así llegamos a lo positivo de la pandemia, que ha sido la incorporación de la tecnología al servicio de la educación. Los expertos coinciden en mencionar que debemos fortalecerla como una herramienta de apoyo educativo y no eliminarla de las aulas, ya que este posicionamiento fue uno de los grandes logros que se derivaron del cierre de escuelas.
La tecnología no llegó solo como medio de comunicación, sino que afortunadamente, también se plantearon propuestas educativas interesantes que redimensionan los alcances tecnológicos. En general, hasta 2020, se puede decir que se identificaba a la educación apoyada en medios como de “segunda clase”; o bien, como una alternativa para alumnos con bajos rendimientos que requerían reforzamiento, pero ahora es distinto.
Un claro ejemplo de estos nuevos alcances es el canal Mi aula de YouTube, lanzado en México, en colaboración con la UNESCO, para que estudiantes de educación secundaria y media superior logren los aprendizajes esperados, con el apoyo videos cortos y motivadores, alineados a los respectivos planes de estudio oficiales.
Este proyecto educativo, que hace unos años no hubiéramos imaginado, responde a las necesidades educativas y tecnológicas actuales para apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje, haciendo frente a las situaciones de salud pública que han tenido que enfrentar los sistemas educativos. No hace mucho era impensable la normalización de estrategias educativas apoyadas en medios digitales, usualmente vetados por diversos grupos sociales, entre ellos muchos colectivos académicos. La propia Secretaría de Educación Pública, por ejemplo, no permitía incluir en los libros de texto de secundaria referencias a videos de YouTube, aunque su contenido fuera pertinente. Lo más que aceptaba eran videos de canales oficiales, de organismos gubernamentales o multilaterales, como el subsistema de Naciones Unidas.
Sin embargo, ahora la necesidad de ofrecer educación en confinamiento o de implementar modelos híbridos ha abierto a la población escolar nuevas fronteras y ha generado gran variedad de opciones. Crear un canal con videos cortos apunta también a lo aprendido en la pandemia. Muchos estudiantes no tienen posibilidades tecnológicas óptimas y aprender con diversos medios que no requieren una conectividad permanente, sin duda apoya su aprendizaje.
El canal Mi Aula está dirigido a estudiantes y docentes. Se organiza en listas de reproducción por asignatura y grado escolar, ordenadas, a su vez, por aprendizajes esperados. En los casos en que el currículo demanda mayor tiempo de estudio, el canal ofrece mayor cantidad de videos para cada uno de los aprendizajes, favoreciendo la apropiación de conocimientos desde diversos ángulos e intereses.
Asimismo, se incluyen videos –que además de trabajar contenidos específicos–, integran los ODS para ofrecer una visión general de la Agenda 2030 a estudiantes y docentes. Para dar variedad al contenido y no sesgar la oferta a una visión única presenta videos de múltiples Edutubers. Aunque cabe aclarar que la selección de videos se realizó bajo parámetros pedagógicos y tecnológicos para mantener un nivel alineado a los requerimientos educativos de la SEP.
A la fecha se podría mencionar que el canal ha sido un éxito si nos remitimos al número de visitas alcanzado. Es de esperar que se puedan seguir abriendo este tipo de posibilidades y alianzas entre instituciones, para tener un abanico cada vez más amplio de opciones tecnológicas que apoyen a docentes con materiales para trabajar en clases presenciales, en modelos híbridos o a distancia, y que las y los estudiantes puedan revisar repertorios de videos o recursos digitales educativos relacionados con lo que deben aprender, en contextos amenos, divertidos y que pueden ser explorados libremente, favoreciendo el acceso para intentar no dejar a nadie atrás.
Gema Jara. Integrante de MUxED y directora para América Latina de CommonLit. Es doctora en educación por la UNAM y reconocida experta internacional en educación abierta y a distancia. Su carrera profesional la ha desarrollado tanto en la academia como en los sectores público y privado, y en diversas organizaciones de la sociedad civil. Ha desarrollado múltiples iniciativas, plataformas y materiales educativos para diversos niveles educativos, como el prestigioso programa de la SEP, denominado Secundaria a Distancia para Adultos, (SEA), vigente desde hace más de 20 años.
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