Las prácticas de exterminio en el norte de Veracruz complican las labores de la brigada de búsqueda en la primera semana. Sin embargo, los buscadores lograron hallar restos humanos y el compromiso de gobiernos municipales para que la barbarie no se repita. Su presencia en la zona busca desenterrar la verdad y rescatar la memoria
Texto y fotos: Andro Aguilar
PAPANTLA, VERACRUZ.- La primera semana de la Quinta Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en el norte de Veracruz es percibida por las familias como un éxito. Rebasaron las expectativas pese a las condiciones de la localidad, con campos de exterminio de personas, que complican el hallazgo de cuerpos.
Mario Vergara, integrante del Eje de «Búsqueda en Campo», augura que podrá escribirse la verdadera historia de lo que pasó en este territorio, cercano al límite con Tamaulipas y corrompido por el gobierno de Javier Duarte y sus funcionarios, quienes trabajaron de la mano con el crimen organizado.
“Ahora tenemos testimonios directos de la gente que ‘cocinaba’ (la forma coloquial a lo que se le llama deshacer cuerpos con sustancias químicas), testimonios de la gente que trabajaba en el campo y se daba cuenta, testimonios de las familias que han investigado», dice Vergara, quien llegó desde Guerrero, al otro lado del país.
«Empezamos a sacar conclusiones. Usaban las ‘cocinas’, los desaparecían, los tiraban a los cocodrilos. Nosotros vamos a escribir la historia, la verdad de este país. Hay mucho aprendizaje. Nos enfrentamos a un reto-aprendizaje”.
Ese desafío que refiere es cómo localizar las personas en zonas de exterminio, además de las condiciones del terreno.
“Cuando los cocinan con diésel, queda en fragmentos muy chiquitos; pero cuando lo hacen con ácidos, queda una bola gelatinosa. Después de 10 años no encontramos nada. Otro inconveniente es la maleza de la zona, que impide ver de forma directa las huellas en la tierra», dice.
“Hemos aprendido a leer la tierra, pero la tierra virgen, porque a veces en la tierra donde han hecho cosas malas han pasado máquinas y nos han borrado, todo queda revuelto”.
Mario Vergara ha buscado durante años a su hermano Tommy, quien en 2017 fue secuestrado en Huitzuco, Guerrero. En la brigada, es integrante del grupo de avanzada. A él le tocó hacer los reportes sobre lo que hallaba en sus exploraciones.
Todas las noche, les escribía: «Casi no vamos a encontrar cuerpos porque la manera en la que usaban para desaparecer los ha borrado casi todo. Si bien de esas personas que cocinaron van a quedar uñas y dientes va a ser muy difícil». Pero también mandaba mensajes como: «Fuimos a la iglesia fulana, el padre nos trató muy bien y nos dio permiso de hablar en la misa y la gente se solidariza y nos empieza a dar anónimos. Será muy difícil encontrar cuerpos, pero existe la esperanza, algo vamos a encontrar’”.
Así funciona la brigada: cuando ya está definido el punto dónde será la búsqueda, los organizadores envían a un grupo de avanzada, que busca información, aliados para buscar a sus familiares. Escuchan testimonios, revisan a qué se enfrentará el grupo al salir a campo.
El lunes pasado, el primer día que salieron a campo, llegaron a un lugar donde hallaron una osamenta y partes de un cuerpo.
“Con el tiempo hemos aprendido que si encontramos un húmero tirado en el campo se trata de una persona, aunque no encontramos todo lo demás”.
El miércoles, acudieron a un sitio donde, de acuerdo con los testimonios, llegaban camionetas y se oían gritos de personas. También lograron un hallazgo.
“Encontramos un cubito, un pedazo. Ese cubito es para nosotros una persona que tenía nombre. Yo digo que las familias de los desaparecidos están viviendo tiempos de locos. Nos conformamos con un hueso que nos den de un familiar. Nos conformamos con un diente. Hasta dónde nos ha llevado la desesperación de recibir aunque sea un pedazo de nuestro familiar ”.
Vergara habla del reto que ha sido en esta semana enfrentarse a las condiciones del clima lluvioso de la zona.
“Estamos acostumbrados a que en Guerrero el tiempo de lluvias es verde pero acaba el tiempo de lluvias y llega el calor y se pone seco. Aquí no nos podemos esperar hasta que esté seco».
Pero no están solos. Vergara destaca el trabajo de la iglesia católica a favor de la Brigada. A través de ella, los buscadores se han hecho de testimonios anónimos para hallar a personas desaparecidas o restos humanos.
Otros testimonios llegaron a través del Congreso Nacional Indígena en la zona. La organización llamó a brindar información útil para la brigada. La tarde del lunes, después de un largo día de búsqueda, un integrante del CNI ofreció un temazcal para los brigadistas que lo necesitaran.
La brigada trabajó esta primera semana sin la participación de la Comisión Nacional de Búsqueda. El organismo se había comprometido a apoyar con recursos para el traslado de los buscadores a Veracruz, pero cortó la comunicación en semanas previas a la salida.
No fue hasta que, en su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió de nuevo públicamente, que los recursos para el viaje de los brigadistas se liberaron, aunque sólo la mitad de los viajes.
“No necesitamos a la Comisión Nacional de Búsqueda, porque nada más viene a tomarse la foto», dice Mario Vergara.
“Como institución está reprobada», señala por su parte Juan Carlos Trujillo. «Y no por el esfuerzo o no de los funcionarios, está reprobada porque la institución por sí misma no tiene el sostén institucional ni la apuesta política que requiere y necesita una comisión más amplia, más robusta, que tenga en su centro el modelo que rige la movilización de todo el sistema”.
Pero la falta de apoyo del gobierno no detiene a los familiares. El miércoles, la brigada acudió a un terreno que tenía que limpiarse de maleza.
Cuenta Vergara: “Limpiamos un pedazo pero quedaba un pedazo igual con mucha maleza. La mayoría son mujeres grandes, Estaban cansadas. Llegué y agarré lo que yo le digo la vara de Moisés, porque dicen que Moisés tenía una vara y con esa abrió el mar y cruzó con su gente. Les dije: ‘necesito 5, 10 mujeres para poder buscar. Aquí está muy feo pero vénganse, ahorita lo hacemos. Y se paró una y se paró otra y al final revisamos todo el lugar”.
La brigada incorporó un trabajo con los gobiernos municipales para que las desapariciones forzadas no se vuelvan a repetir.
«Nosotros llegamos en un primer momento para generar las condiciones de seguridad en la zona para la brigada. Las corporaciones con este primer ejercicio que tenemos a nivel estatal las hemos dejado que se sumen para hacer institucionalidad, recordemos que la brigada viene ayudarles a hacer el trabajo pero no viene a hacer el trabajo del estado, qué es muy diferente», dice Trujillo.
Para los buscadores es fundamental que se realicen las prácticas de atención y prevención de manera eficaz. Por eso, vieron la necesidad de trabajar con las municipalidades.
«Lo detectamos porque cuando les preguntamos que si tenían algún protocolo para prevenir la desaparición de alguien, no lo hay, y eso es un mandato de la ley. Al verse el vacío propusimos generar diálogos y cruzar nuestra mirada con los puestos de seguridad pública municipal», explica Trujillo.
La brigada propuso a los alcaldes de varias municipios de la región – Poza Rica. Coatzintla y Papantla- la creación de una comisión de búsqueda municipal, que pueda tener un acercamiento con la estatal y que reaccione de manera inmediata a la desaparición de personas.
«En el caso de Poza Rica tuvimos mayor recepción ya que tienen una área específica de Derechos Humanos, han estado capacitándose de manera teórica y pues le sirvió la llegada de la brigada para entender más a profundidad, desde la parte humana, las necesidades que tenemos. En Papantla tuvimos una policía mucho más distante más alejada de la realidad que se vive y por ende no tenemos la atención».
La brigada advirtió las autoridades locales que ocuparía los espacios que han sido utilizados para las desapariciones, como las presidencias municipales. Acordaron colocar placas a la entrada de los palacios municipales como un símbolo para resguardar la memoria.
“Esperamos que la búsqueda y la identificación forense para la entrega vayan de la mano con la reestructura de las instituciones. En la medida de lo posible hemos avanzado con las presidencias municipales de Coatzintla, Papantla y con la de Poza Rica. Estaremos buscando en ese mismo sentido en la presidencia de Tihuatlán y Martínez de la Torre».
Las policías locales, señaladas de participar en las desapariciones forzadas de los pobladores de la zona, son un reto adicional con quienes la brigada desea trabajar.
El reto es grande. Coatzintla no tiene siquiera policía municipal. La seguridad recae en la policía estatal.
La intención es que al menos los cinco municipios señalados por Juan Carlos Trujillo permitan trabajar con la brigada de manera coordinada. Los buscadores intentan hacer contacto con la Policía Estatal que trabaja en la zona y con la Fuerza Civil.
La cooperación, sin embargo, no es un cheque en blanco, advierte Trujillo.
“Venimos a con la intención de reconstruir las instituciones a manera de que les podemos dar seguimiento. Los estaremos vigilando. Seremos desde la brigada, de manera enérgica, quien evidencie a esa falta al compromiso y de burla a las familias, y ¿por qué no? a las mismas instituciones».
En la tercera brigada con el señor Julio Sánchez Pasillas -quien busca a su hija Thania Sánchez Aranda- nació la idea de las caravanas de búsqueda en vida.
Esta semana la brigada visitó seis Centros de Readaptación Social en la región, en los municipios de Papantla, Poza Rica, Tuxpan, Misantla, Coatzintla y Tantoyuca.
En sus recorridos. los brigadistas obtuvieron testimonios sobre personas que pueden hallar tanto en otros centros como fuera de las prisiones. También se encontraron con personas que les dijeron que tienen familiares desaparecidos y otras que les pidieron ayuda para informar que están presos.
Virginia Garay coordinadora del Eje de Búsqueda en Vida busca a su hijo Brayan Eduardo Arias Garay, quien desapareció el 6 de febrero de 2018 en Tepic, Nayarit, cuando iba a su trabajo en un puesto de hamburguesas.
La mujer acusa que las autoridades no buscan a las personas, pese a que les afirman que sí a los colectivos por medio de oficios.
“Hay casos en que increíblemente los hemos encontrado dentro de estos lugares. No entendemos cómo funciona lo de los oficios si nosotros los hemos localizado ahí a personas desaparecidas”, señala.
“Se nos hace doloroso que nosotros lo estamos haciendo y ellos no. Más si tomamos en cuenta que este trabajo ellos lo tienen que hacer, que les pagan por hacerlo, y nosotras como madres lo estamos haciendo como podemos”.
La segunda semana, explica Garay, se enfocarán en ir a otros centros de rehabilitación y volverán a recorrer los Centros de Readaptación..
En esta ocasión, la brigada incorporó un nuevo eje: seguimiento a la Identificación Forense, a cargo de un equipo multidisciplinario, en su mayoría pasantes, o facilitadores de herramientas para las familias y colectivos. Ellas son asesoradas constantemente por equipos independientes de antropología forense donde colaboran.
Esta primera semana impartieron un taller de genética e identificación forense, para evitar que se pierda el resguardo de hallazgos y lograr la identificación.
“Identificamos que una de las fallas en ese sentido son trabas burocráticas, pero que también es una falta de seguimiento específico a los procesos de identificación o desconocimiento de las pautas”, explica Jaqueline Romero, una de las integrantes.
La antropóloga señala que identificaron que hacía falta material para salir a campo o lecciones de anatomía comparada para diferenciar restos de animales y humanos.
“Pensamos que una forma de poder ayudar era con una cédula que también manejan autoridades periciales, que las familias tengan acceso y que ellas pudieran darle un seguimiento alternativo al que se supone que deben de darle las autoridades. Pueden especializarse en darle un seguimiento jurídico y legal a todos los hallazgos que se van presentando durante las brigadas y saber qué es lo necesario para que se les devuelva la identidad y se evite esto de la doble desaparición”.
La brigada pretende que en cada colectivo se cree un eje de este tipo que dé seguimiento a la identificación.
Namiko Matsumoto Benítez, de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Veracruz (CEDHV), reconoce que la impunidad prevalece en el estado.
A la CEDHV le corresponde hacer acompañamiento en búsqueda en vida en la primera semana. Este eje de trabajo implica recorrer prisiones, hospitales centros de rehabilitación para obtener información sobre personas desaparecidas que se encuentren en esos sitios.
-¿Se ha modificado la tendencia de crímenes de este tipo en Veracruz?
-Lo que te podría señalar es que ahora ya hay instancias que están trabajando activamente, tanto en tareas de prevención como de búsqueda y finalmente de acceso a la justicia. Todo este proceso que han vivido las víctimas hasta llegar a formar colectivos y consolidarse como un movimiento ha ayudado mucho impulsar que ahora las autoridades respondan a esta exigencia de ejercicio de sus derechos. Nosotros hacemos un esfuerzo mayúsculo por estar permanentemente difundiendo en la sociedad y capacitando a los servidores públicos que tienen incidencia en esta materia, pero evidentemente hace falta consolidar una cultura de no impunidad, erradicar la impunidad. Que realmente los servidores que violan los Derechos Humanos sean sancionados como corresponde.
«Aquí va a ser muy difícil que encontráramos fosas como tal. Sí hay y se han señalado, pero aquí se vivió un proceso más profundo de exterminio», dice Juan Carlos Trujillo.
Luego enumera los hallazgos: restos, fragmentos, «algunas cocinas dónde se llevaron a cabo estas desgracias».
«Esa es la realidad aquí», concluye. «Ante eso, nuestra evaluación es que vamos muy bien. El trabajo con las instituciones, muy bien; el trabajo en las escuelas, muy bien en términos generales. Yo diría que vamos de una forma exitosa y rebasamos nuestras expectativas».
La brigada, dice Mario Vergara, ha sido una universidad para las familias de desaparecidos, que se gradúan como «buscadores», es decir expertos en búsquedas de personas. Los que ya han participado comparten sus conocimientos con familias de otras entidades.
“Hoy en día hay muchas familias buscando y encontrando personas desaparecidas en muchos estados”, dice.
Y cuenta un anhelo: “Tal vez algún día encontraremos a todas las familias y las personas que estén enterradas. Y tal vez algún día inventen algún aparato y ya no tengamos que caminar, nada más volarlo y decir: ‘mira, aquí está uno’. A veces quisiera ser Superman para poder hacer eso, pero no lo somos. Me da mucha esperanza que algún día algún mexicano invente un aparato que vuele y que pueda ver lo que hay debajo de la tierra”.
Sin embargo, sabe que en este lugar el tiempo juega en contra, porque mientras más tiempo pasa las pistas se desvaneces. “Solamente van a quedar los nombres en las familias, las fotos”.
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