Acercar el manejo del agua a la gente, recuperar los cuerpos de agua en la ciudad, captar el agua de lluvia y construir centros de tratamiento de agua y reciclaje en cada alcaldía podrían ser las claves para sobrellevar las crisis de agua que vendrán
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- No es novedad. El sistema Cutzamala, que proveé casi un tercio del agua a la ciudad, no es sostenible. La más reciente reducción de su suministro, anunciada la semana pasada, es muestra de ello. Desde hace un par de décadas, nuevos ingenieros del agua advierten que la ciudad podría surtirse sin él, pero para hacerlo se necesita más que reparar fugas y cambiar las tuberías.
“Hay esta idea de que esta es una ciudad llena de agua”, comenta al respecto Elena Burns, consejera presidencial en temas de agua, y asesora de Clara Brugada sobre el mismo tema en su campaña.
“Óscar es parte de ese cambio de paradigma, de ingenieros de nueva generación que han sido visionarios y tienen esta idea de que esta es una ciudad llena de agua”, dice sobre Óscar Monroy, quien ocupa el lugar junto a ella.
Ambos son creyentes de que la ciudad podría dejar de importar agua de otros ríos y otros estados y usar toda el agua que cae en el Valle de México para abastecer la necesidad de miles de personas. Las acciones y las políticas que se necesitan para hacerlo, trascienden las fronteras políticas de la Ciudad y el Estado de México y llegan incluso a Morelos e Hidalgo. Si Clara Brugada y Margarita González ganan las elecciones para el gobierno de la Ciudad de México y de Morelos, la coordinación podría ser posible.
Cómo lograrlo fue el tema de este fin de semana durante la tercera, cuarta y quinta sesión de los foros Construyendo la utopía, a través de los cuales se está delineando el proyecto de gobierno que adoptaría Clara Brugada de llegar a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
“Yo estoy segura de que, circulando el agua que existe aquí mismo, en esta cuenca, puede haber una seguridad hídrica. Podemos tener agua buena, bonita y barata para el futuro, pero para ello necesitamos la voz del agua en nuestras colonias, en las alcaldía y en la ciudad”, dijo durante su intervención en el cuarto foro, sobre el agua,
El manejo hídrico de la Ciudad de México es un sinsentido, afirma Óscar Monroy, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien critica no solo traer agua del sistema Cutzamala, sino también el desperdiciar toda la lluvia que cae en la ciudad.
“¿Cómo se maneja el agua en la ciudad? Arriba de lo que es la ciudad, que son como mil kilómetros cuadrados, llueven unos 45 mil litros por segundo en promedio. Parte se evapora, pero otros 20 mil se escurren por las barrancas y alcantarillas de la ciudad; de esos solo se meten alcanzan a infiltrar a los mantos 5 mil y la cifra va a la baja. Los otros 15 (mil) escurren por los ríos que están en la ciudad, esos ríos la captan, se mezclan con el agua residual de las colonias, llegan a unas presas y se meten al drenaje. Hay grandes esfuerzos por sacar esa agua de la Ciudad y que no se inunde, para meterla al drenaje profundo e ir a sacarla allá a la ciudad a Tula, que por eso se inunda”.
La mayor parte del agua que se consume en la ciudad se extrae de los pozos que aquí existen, pero cada vez es más difícil y se necesita sacar de profundidades cada vez más profundas. Otra parte se trae del sistema Cutzamala, integrado por presas y campos de bombeo. Ambas operaciones gastan demasiada energía eléctrica para abastecer cerca de 33 mil litros por segundo a la ciudad, siendo que anualmente caen 45 mil que no se aprovechan.
La recuperación de los ríos y el aprovechamiento de los afluentes de la ciudad podrían ser una buena opción para aprovechar esa agua, sin embargo, para reforzarlo, se necesita un cambio de paradigma profundo con nuestra relación hacia el líquido.
Para empezar, explicó Monroy, es necesario dejar de enviar todas las aguas al mismo tubo del desagüe que sale a cientos de kilómetros de la ciudad y empezar a reutilizarla. Actualmente en la urbe hay dos grandes plantas, una en Iztapalapa y otra en Atotonilco, sin embargo se necesitan más.
A los grandes edificios de departamentos habría que pedirles separar sus aguas: las grises, que resultan de la regadera y la lavadora, de las cafés, que viene de los excusados. La primera puede reusarse en el sitio y la segunda mandarse a tratar y que se pueda aprovechar en nuevos cuerpos de agua.
“Hay que descentralizar el tratamiento, empezar a derivar los drenajes, y tratar la basura orgánica y el agua en una plantas en cada alcaldía de unos cien por cien (metros), sin olores. Eso permite tener agua, llevarla a un lago para que se naturalice con un humedal y no estarla trayendo de otros lados. Aquí la podemos tratar, tenemos que implantar un nuevo manejo del agua, e incluso construir espacios bonitos alrededor de nosotros”, dijo sobre lo que se podría realizar.
La recolección de agua de lluvia es otro paso. “Actualmente hay un programa en escuelas públicas. Enseñando a captar, se llama, con él debemos sembrar la idea de que el agua se puede captar. Empezar por las escuelas y almacenar la que se capta en esos grandes techos, que ya no haya que frenar las clases porque no hay baños, que nuestra niñez entienda que el agua se cuida, se defiende, se cosecha y que no es algo que nos viene a dar el gobierno”, comentó al respecto.
Durante el cuarto foro, llamado Ciudad sustentable, Andrés Barreda, coordinador del Programa Nacional Estratégico de Agentes Tóxicos y Procesos en el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), aseguró que para tener una ciudad habitable es necesario retomar la agenda gris.
Al hablar de medioambiente se solía separar en dos temas, la agenda verde que se refería a la conservación y cuidado de la naturaleza y a la agenda gris, que tiene que ver con qué hacer con la contaminación. Más que dividirse, la agenda gris se olvidó y durante los últimos 30 años se permitió la proliferación de unos 70 “infiernos ambientales” en el país, provocados por cuatro causas, una de ellas, la contaminación que producen las ciudades, explicó el doctor Barreda.
“Concentran producción de aguas negras, de basura, emisiones a la atmósfera de los gases de sus vehículos, todo mundo avienta medicamentos al excusado, los talleres de todo tipo vierten solventes y sustancias químicas al drenaje y todo eso sale al río Tula y al río Salado, los dos al Valle del Mezquital, en zonas donde es increíble la situación de pestilencia y degradación de la vida”.
Retomar la agenda gris y mejorar el manejo del agua y los residuos que en ella se generen podría poner a la ciudad a la vanguardia a través de un camino que ya han trazado diversas ciudades chinas, como mencionó el doctor Barreda.
Además de los esfuerzos locales para recuperar cuerpos de agua y afluentes naturales en la ciudad, se debería retomar una visión regional del manejo de los residuos, también de recursos y de gestión de transporte y otro tipo de políticas, como señaló la doctora Alejandra Trejo, profesora del área de Estudios Urbanos del Colegio de México.
“Enfrentamos una urbanización que crece cada vez más, pero la ciudad, según el último censo, tiene un crecimiento de menos del uno por ciento. La cuestión es que la ciudad creció más allá de sus límites y crece en otros municipios”, apuntó durante el quinto foro, sobre Desarrollo Metropolitano, en el que se destacó el momento único que podría producirse después de las elecciones de 2024.
Si Morena gana las elecciones de este año en la Ciudad de México y Morelos, toda la región de la Zona Metropolitana del valle de México sería gobernada por personas de Morena, lo que haría más fácil la implementación de políticas para mejorar la calidad de vida de la zona más densamente poblada del país en temas clave como transporte y agua.
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