Cansadas por el estigma que cargan quienes trabajan o salen a divertirse de noche, el comité InclúyeT, propone una política pública para poder disfrutar de la ciudad a cualquier hora
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Especial
CIUDAD DE MÉXICO.- En julio de 2019 cadeneros de un bar en la Zona Rosa mataron a golpes a un joven; dejaron su cuerpo en una jardinera. En julio de 2022, personas que salieron de otro bar en la misma zona dieron una golpiza, con piedras y una pala, a jóvenes que pasaban enfrente. El primero de julio de 2024 una mujer fue baleada al salir de otro bar de la comunidad LGBTI+ en el centro.
“Desde 2019, personalmente, comencé a entrarle mucho a esta cuestión de la importancia de la creación de espacios diversos y seguros”, dice al respecto Ale Alcántara, parte de la colectiva Espacios diversos y seguros y del comité InclúyeT, que año con año es parte de la organización de la marcha del orgullo en la Ciudad de México.
Después, cita dos hitos de las luchas por los derechos de la diversidad sexual que guardan una profunda relación con el esparcimiento y el ocio. Los emblemáticos disturbios Stonewall, en Nueva York, que catalizaron lo que hoy conocemos como las marchas del orgullo en todo el mundo y el conocido Baile de los 41, una histórica redada en tiempos porfiriano.
De alguna forma esto demuestra que la lucha por los derechos siempre ha estado relacionada con el ocio y por eso los esfuerzos de estas colectivas parten de la lucha por espacios seguros donde se pueda ejercer nuestro derecho al ocio y a la recreación.
“Cuando decimos que la noche es nuestra significa, que también tenemos derecho a vivir una vida libre de violencia y de discriminación en los espacios tanto públicos como privados durante la noche”, explica Ale Alcántara. “Jurídicamente no está reconocido tal cual, no hay un documento que diga: el derecho a la noche es tal cosa, pero deriva del derecho a la ciudad, al esparcimiento”.
A pesar de que la lucha por el derecho a la noche surge de la disputa por lugares seguros para el esparcimiento, reclama mucho más que solo políticas contra la discriminación o de fortalecimiento de la seguridad pública. Pasa también por mejoras urbanas y por la ampliación de los servicios, como el transporte o el alumbrado público.
“Es una realidad que gran parte de la política pública está hecha para ejecutarse y disfrutarse durante el día, pero para la noche no tenemos esas facilidades, entonces ¿qué sucede? Por ejemplo, no tenemos transporte 24 horas, ni servicios urbanos de ningún tipo”, explica Ale Alcántara, coordinadora del comité InclúyeT.
“Todo lo que pensamos que es malo, todo lo que queremos excluir, todo lo que no nos parece, lo que nos parece peligroso, lo relegamos a la noche. Y siempre decimos: es que en la noche es más fácil que te asalten, es que en la noche es más fácil que sufras algún tipo de delito sexual, cuando no debería de ser así”, reclama.
Esta falsa dicotomía (día-noche, ) explica, se vuelve problemática cuando se cruza con el tema de los antros y bares, porque no se vive la ciudad de la misma forma en la noche que en el día, lo que abre la puerta a otros factores, como los de la violencia, el crimen organizado y la venta de drogas, que no solo afecta a quienes buscan recreación, sino a quienes trabajan en esos horarios.
Cuando una persona amaneció asediada a golpes en las jardineras en frente del bar Híbrido, en 2019, Ale organizó una marcha de las oficinas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana al lugar, tan solo unas cuadras. Después, cuando un grupo de golpeadores salió del antro Rico a aporrear a un grupo de amigos, las colectivas de las que formaba parte Ale empezaron a tener acercamientos con el gobierno.
Las colectivas propusieron un plan territorial que se pudiera desplegar en varias zonas para hacer un diagnóstico profundo de la situación, sin embargo, el entendimiento terminó cuando el asunto cayó en manos de la dirección general de diversidad sexual y Derechos Humanos de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la Ciudad de México.
“Teníamos mucha esperanza con estas mesas de trabajo, pero también al mismo tiempo sabíamos que muy probablemente no iba a suceder nada”, cuenta Ale. “No sé si fue falta de capacitación, no sé si fue falta de presupuesto, no sé si fue falta de lo que quieras, pero decidieron asfixiar la mesa hasta que a la sociedad civil organizada ya no le interesó seguir trabajando”.
Juntas de tres o más horas en las que no se llegaban a acuerdos o en las que a las representantes de la sociedad civil les pedían trabajo, como diagnóstico de las zonas u otros insumos, fue lo que hundió esas mesas de trabajo en el olvido.
En el arranque de la marcha del orgullo de este año, el comité InclúyeT leyó un posicionamiento que sintetiza las demandas que no se atendieron durante la última administración y en el que piden un espacio de diálogo a la próxima jefa de Gobierno, Clara Brugada.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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