Los comicios en Coahuila han dividido al oficialismo. La rebeldía de PT y PVEM deja en evidencia que se han vuelto indispensables para Morena de cara al 2024
Tw: @chamanesco
Envalentonado, el senador Manuel Velasco aprovechó la Convención Nacional del Partido Verde para destapar sus aspiraciones presidenciales. No es extraño que lo haga justo dos semanas antes de las elecciones del 4 de junio en Estado de México y Coahuila.
En las entrevistas radiofónicas que otorgó con motivo de su destape, Velasco también tuvo que hablar sobre Coahuila, entidad en la que su partido decidió no postular al mismo candidato que Morena.
Ahí, el candidato del PVEM es Lenin Evaristo Pérez Rivera, dirigente del partido local Unidad Democrática de Coahuila (UDC), quien había sido diputado federal de Morena hasta 2021, y que hoy alcanza apenas el 5 por ciento de la intención del voto, según la encuesta de Reforma publicada el 4 de mayo.
Es el menos competitivo de los cuatro aspirantes a la gubernatura, pero la alianza PVEM-UDC, según Velasco, será difícil de romper.
Según la misma encuesta, el tercer lugar en la contienda es Ricardo Mejía Berdeja, ex subsecretario de Seguridad que fue inflado y luego rechazado por Morena para ocupar la candidatura. Ahora es candidato del Partido del Trabajo a la gubernatura y cuenta con un 14 por ciento de las preferencias.
Juntos, Lenin y Mejía suman 19 puntos porcentuales que, si pudieran trasladarse automáticamente al candidato de Morena, Armando Guadiana, lo colocarían con 49 por ciento de preferencias.
Dividido en tres, el oficialismo podría sufrir una gran derrota en Coahuila, que mostraría que no todo es miel sobre hojuelas en la autodenominada “cuarta transformación”.
Hoy, Guadiana tiene 30 por ciento de las preferencias, y está 21 puntos abajo del priista Manolo Jiménez. Los 19 puntos de Mejía y Lenin lo colocarían en condiciones de competir.
Por eso el llamado insistente de Mario Delgado, líder nacional de Morena, a que el PT y el PVEM hagan declinar a sus candidatos en favor de Guadiana.
Delgado ha dicho, incluso, que no hacerlo pondría en riesgo la alianza Morena-PVEM-PT en las elecciones presidenciales y legislativas de 2024, año en el que estos partidos satélite tratarán de sacarle el mayor jugo posible a su alianza con el lopezobradorismo.
En una curiosa forma de tratar de componer las cosas, Delgado hizo ese llamado descalificando a Mejía y Lenin. A uno le llamó traidor y a otro traficante de influencias.
De inmediato, el PT rechazó la “oferta” del dirigente morenista, y el PVEM -en voz de su dirigente nacional, Karen Castrejón, afirmó que no van a declinar.
Cuando faltan dos semanas para la jornada electoral, podría ser inútil esa declinación. No sólo porque las boletas electorales ya fueron impresas, con los nombres de los cuatro candidatos, sino porque Guadiana lejos de crecer, parece ir perdiendo puntos.
El senador y empresario, quien obtuvo la candidatura por ser el favorito de López Obrador, ha tenido una campaña errática, con renuncias significativas y un desempeño cuestionable en los debates.
En una especie de SOS, Mario Delgado ha pedido a los aspirantes a la Presidencia de Morena acompañar al coahuilense.
Si las tendencias no cambian, Coahuila podría consolidarse como bastión priista, el último en el que el tricolor jamás habría perdido la gubernatura.
Un triunfo de Manolo Jiménez, el delfín del gobernador Miguel Ángel Riquelme, le daría algo de esperanza a la alianza PRI-PAN-PRD, aunque habrá que ver si realmente sus partidos coaligados aportaron algo a su triunfo.
El impacto real de la elección de Coahuila se vivirá en la coalición oficialista, y en la dirigencia de Mario Delgado, quien fue incapaz de construir un acuerdo con sus aliados para impedir la división que hundirá a su candidato.
El episodio coahuilense pone en evidencia que el PT y el PVEM se le han vuelto indispensables a Morena, sobre todo cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador habla de que el plan C para consolidar la transformación es lograr una mayoría calificada en el Congreso en 2024.
Tiene razón el diputado Gerardo Fernández Noroña cuando dice -en respuesta a los amagos de Mario Delgado- que no hay plan C posible sin PT y Verde.
Aunque López Obrador y quien resulte candidata o candidato presidencial lograran una votación masiva -incluso similar a la de 2018- es imposible que Morena obtenga por sí mismo 335 diputaciones y 85 senadurías. Dadas las reglas electorales que establecen límites a la sobrerrepresentación, esas mayorías sólo son alcanzables conformando una coalición en el Legislativo.
Así que Mario Delgado puede seguir amenazando a sus aliados, pero son ellos quienes tienen la sartén por el mango. Después de Coahuila, PT y PVEM le serán más caros a Morena, pues habrán demostrado que sin ellos cualquier triunfo es más difícil
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
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